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Por Madeline Pedroza
Me inquieta lo que pienso de este mundo;
para mal todo lo han manipulado;
mi destino ya está direccionado
y me duerme una nana muy profundo.
No sé lo que no existe y lo que existe,
aunque el Hombre a la fe siempre se aferra
pero ¿tendremos los pies sobre la Tierra
cuando la Mentira de Verdad se viste?
¡Cuánta incertidumbre y desaciertos!
Se escuchan palabras melodiosas,
percepciones de armonías muy dudosas;
¡deben estar mis ojos tan abiertos!
porque las sombras acechan sigilosas
con ardides, con trampas desidiosas
que teorías se cocinan en probetas
y es mi cuerpo hospedero de ese ensayo,
tan temible como el trueno de un rayo,
el veneno que tienen las tabletas
y el pesar que me causa si me callo
al no quitarle al monstruo sus caretas:
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Estamos en la feria de las luces y las sombras.
Con más sombras que luz, somos sombras chinescas que danzan movidas por la brisa que viene desde el río.
Las sombras son hijas de la luz, la luz es la madre de las sombras.
Somos un gran teatro donde no hay actores sino sombras que sugieren actores
en las sombras.
Allá lejos, detrás del telón, veo al que quita y pone los interruptores, juega para provocar sombras y luces.
Somos sombras chinescas en la gran feria de las luces y las sombras.
Se venden sombras largas y luces pequeñitas, se venden muy baratas,
para que todos tengan su juguete de luces, su sombrita de repuesto para
cuando esté en falta.
El que pone las luces quita y pon, quita y pon.
Somos sombras chinescas.
Soy una sombra que espera por la luz.
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Por Clara Lecuona
yo te digo.
Ni hoy, ni mañana,
ni aquí o en cualquier sitio.
No lo sabes,
pero siempre he gustado de los trenes,
de sentarme al revés,
no ser orilla, ni arena,
ni paz,
ni manso gozo.
Soy más bien un mar violento,
un tren veloz que va a la inversa
y a cada hora
se marcha para siempre
de tu vida.
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Por Lucina Bravo
Yo, conmigo,
y no frente a un espejo
mirándome la vida,
tratando de encontrar algún sentido.
Yo, conmigo,
que a veces amo, y otras olvido.
Yo, conmigo,
andando por las calles,
a veces despacio, otras en desatino.
Yo, conmigo,
a veces hablo bajo,
y otras grito.
Yo, conmigo,
en busca de sueños
que nunca he vivido,
tratando de entenderlo
y no lo consigo.
Unas veces oscuridad,
otras todo lo ilumino.
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Por Raiza K. Olivera
1
Despertar y ver la luz
Sentir esperanza
Volver a la vida sin miedo
Iniciar el ciclo.
No es una opción
Tanta inocencia.
2
Desvarío
Las mariposas emigran al Norte frío
El rojo intenso de las margaritas
El sulfuro del mar o era lava bajo mis pies?
Ya no sé
Ya no sé.
Los trigales se me hacen extensos en las noches
Los días, rampas de hielo.
Ya no sé
Ya no sé
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Por Anisley Fernández
Mi seno izquierdo es un niño con hambre de parque.
El derecho es una Glock 19.
Una vez tuve un sueño
donde alguien me volaba el cráneo.
Bajo la grasa revuelvo a la mujer que no soy.
Alguien dijo que no estoy hecha para este mundo
y sí,
el alma
pobremente calibrada
se orquesta para fagocitar.
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Van Gogh de girasoles nada sabe,
me resulta un total desentendido,
los pinta sin cesar por atrevido
en un mental y prístino arrocabe.
Su locura semeja un vuelo de ave,
tiene como un enésimo sentido;
girasoles pintar no le ha servido
más que para sentirse “enfermo, grave...”
De pintar girasoles nunca deja
y hasta quiere cambiar por una oreja
uno, encima de un lienzo de arreboles.
Girasoles pintar tiene su encanto...
No importa si sé mucho, poco o tanto:
Yo soy Van Gogh y pinto girasoles.
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Son los canteros del asombro, los imaginados
canteros en la dicha del patio.
Aquí las hortalizas
se anuncian discretamente. A solas,
mendigan su siesta los reptiles
bajo los gandules y la hojarasca. Los puerros
van deslumbrando el acoso de las sombras.
Y el viento seduce como algarabía
en los cabellos de otro siglo,
y son hierbas las amarguras del mundo
grabadas sobre la raíz que lo levanta.
Pero sonríen de pronto
el orégano y el anís que custodia la tarde,
las albahacas de trajes balbucientes y morados,
mientras los nervios perpetuos del tilo
convidan, sin saberlo,
a andar de ombligos cruzados.
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Por Juddy Martín
Hoy no llueve en París
ni tengo idea de si alguna vez
llueve en París
pero se anuncian torrenciales
aguaceros en La Habana
y el sol partió los adoquines
de la Catedral.
Casi es marzo otra vez.
Los hijos parpadean sin
rumbo en el andén,
parpadean los trenes hasta
que se apagan en silencio.
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Por Ian Rodríguez
Diáfana la muerte que me arrulla
aún cuando entre sombras negras,
diáfano en mis ojos el lenguaje
sugestivo del silencio.
Heme aquí savia por siempre
de greda y turba florecida.
Ya soy espora del tiempo,
raíz que me desova al alba,
ahora soy manto y rocío.
En la furia infinita de la tierra
heme aquí sembrado.
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