Por Osmel Valdés

 

Habitan en ti todas las sombras y las bestias conformes.
Los abismos del bien.
He dicho tu esplendor sin pronunciar el ojo, ni el salitre,
sin que te anuncies llena sobre el plato.
Trae tus peces de alquitrán.
Tus mieses.
Yo pondré un cielo en ti de crisantemos y menguarás despacio,
inofensiva
como si no fueras la casa de otros seres.
Como si no fueras el quicio de esta casa.

 

 

Por Mailin Castro

 

La esposa del poeta marca
la primera fila.
Lugar doloroso desde donde
observa cada parto de luz.
Entiende además de las
mutilaciones del feto
y sabe de que están hechos.
La esposa del poeta sabe
atravesar realidades
y saborear las tristezas.
Su aroma dulce y su sabor amargo.
Lleva todo el peso de la escritura.
Maneras sutiles de morir y de parir hijos
imperfectos.
Sabe cómo suicidarlos antes del nacimiento
y salvarlos cuando son necesarios
Nacidos de esternón.

Por Lucio Pérez 

 

            ..el cocuyo al verlo triste
            de luz le viste el umbral,
            juntos esperan que el cielo
            mañana vuelva a brillar.
               
                Olga Lidia Martínez


Visten de timidez lo desconocido
sus sueños son ríos
que suben y se rompen
en nubes de aguaceros.
Ellos no saben las noches
que le faltan al tiempo,
sus soles son eternos
y hablan de cocuyos,
de mariposas que embarran de luz los caminos.
Hay tanto que aprender
para que el fruto no adelante a la floresta.
Aprender de sus silencios

Por Taimí Blanco

 

Buenos días, gente linda. Llevo días sintiendo un estado de vacío. Entre ustedes y el paisaje me han dejado en un estado de búsqueda, de reflexión, de añoranzas... Aún veo rostros de niños, gentes mayores, la liturgia de los caos sobre los algarrobos, los altos cerros girasolados en sagrada comunión con Dios y esa honda pena de desesperanza que atravesó mis pupilas para agarrarme por dentro de manera que no puedo desprenderme. Luego, el ruido de la “guarandinga” devorando el paisaje y sus “corcovios” briosos como un semental libre. Y de nuevo la gente que te sirve y te atiende con atención y gracia haciéndote sentir un embajador. Y nuestros chistes, risas, también enfados/desenfados, euforias y mis impertinencias... Todo un “combo” que guardo por estos días bien registrado en la memoria y el cuerpo, cruzándome el alma en esta suerte de viaje por uno mismo.


Esta crónica la autora escribió a partir de sus experiencias como partícipe del Festival de Cuentería “Cumanayagua Cuenta”, efectuado entre el 16 y el 20 de noviembre de este año 2023 en el macizo montañoso del Escambray o Guamuhaya Cienfueguero, auspiciado por el grupo Teatro de los Elementos. (N. del E.). 

 

 

Por Gastón Baquero

 

Emilio convalece, la barba se le viste
de una grama sutil, una fina corteza
que es un musgo terrestre, y un signo de lo triste
dejados al marcharse remota la pureza.

Ya comienza a inquietarse por todo lo que existe
detrás de los murmullos de su hogar fortaleza.
Ya le importa la fiebre deslumbrante que insiste
en decorar su sangre e incendiar su cabeza.

Yo he visto en su escalera una sombra partiendo.
Algo pide que salga, que salga y que ría
porque viene el Otoño, viene construyendo

con sus aires serenos, con su grave alegría,
un reino que consiste en irnos descubriendo
el rostro de la nieve lejano todavía.

Por Ana Lisandra López

 

y me deje en un movimiento ordinario en la esquina de la cama
soltando palabras sin coherencia
con el cántico del ruiseñor
ahora que tengo un falo inexistente y entra mordaz
por su cueva de ángel.
Mientras la atravieso
me aferro a su boca
dice algo que no entiendo
o no quiero entender
ella tiene la culpa
por enseñarme que la crueldad tiene su lado rosa
sabor a manzana verde
olor a selva mojada.
Puede ser que un día me ataquen las dos
ella más que la culpa
un ángel puede perder sus alas
volverse perverso.
La culpa dejará de ser
cuando esté en la esquina de mi cama

Por Nicolás Guillén

 

La aldea es ya ciudad, mas no por ello
se piense que dejó de ser aldea:
en las calles el pueblo caga y mea
sin que el ojo se ofenda ni el resuello.

Paciencia hay que tener más que un camello
con el agua podrida y la diarrea,
y quien de noche ingenuo se pasea
a escondido puñal arriesga el cuello.

Moscas, mosquitos, ratas y ratones,
polvo hecho fango, charcas pestilentes,
fiebres malignas, chancros, purgaciones,

contagio son de bestias y de gentes,
bajo un sol de ladrones y gritones
y una luna de dientes relucientes.

En El diario que a diario, La Habana, Ediciones Unión, 1972, p. 20. 

 

 

Por Rosa A. Cohalla

 

Como el cóndor que vuela y llega al cielo
así en esfuerzo tesonero altivo
llevo al papel mis ansias y mi anhelo
y con la péñola del alma escribo.

Subiendo paso a paso esta  pendiente
y borrando las neblinas de mi ira
como el que nada sabe… nada siente
de ese mundo exterior que nos rodea.

Y cual planta perenne marchitada
por un sol de primavera que flamea,
muevo la barca de esta vida airada
con la enorme palanca de la idea.

Es inmenso el placer que experimento
cuando encuentro un amigo en mi jornada;
el mundo es un calvario, es un tormento
sin la dulce amistad es nada.

Por Rosa A. Cohalla

 

Se ha desgranado en mi boca sonatina de cristal
y al arpegio de mi risa se ha formado un madrigal.
Se ha ocultado en el ocaso la pena que me hostigaba,
ahora nace en el poniente el amor que yo soñaba.
Ya se fueron mis tristezas en un negro funeral,
ahora se viste de blanco anhelante mi ideal.
He sepultado muy hondo, mi nostalgia, mi penar
porque de un beso han florecido, nuevas ansias de soñar.

 

No me hables de amor

No me hables de amor si no lo sientes
o si cobarde ante el destino temes
que el amor es escudo que hace fuerte
para vencer las locas tentaciones.
El amor es la savia que fecunda,
es la vida que en vida se convierte
es como el sol que todo lo ilumina
para brillar más allá en la muerte.

Por Lucina Bravo

 

Te busco en el amanecer, en la noche, en el silencio.
Te busco en el polvo, en el agua, en el viento.
Te busco en el parque, en una cola, en el silencio.
Te busco en la algarabía de los niños, en un libro, en un verso.
Te busco en mis pasos, en la luna, en el metro.
Te busco en mi habitación, en mis rutinas, en mi lecho.
Te busco en esta dimensión y no te encuentro.
Te busco en todo mi mundo y me entristezco,
porque te busco como loca y no te encuentro.