- Detalles
Diáfana noche
Trae en perennes recuerdos de lo inmortal
¿Qué es el tiempo?
Oscuro abrazo a la nada
El beso límpido de la soledad
Que clama sollozando el sueño realizar.
Mis entelequias portentosas
Se pasean entre árboles muertos
De vastas praderas que el viento acaricia mi nada
Mientras esta extraña voz mía
Reclama encontrar el edén de su mirada.
Caí al abismo
En el recuerdo de la espera
De la noche estrellada grisácea.
En esta oscuridad espero a la muerte
En el abrazo frío sin esperanza
Sin consuelo, ni una sincera palabra.
- Detalles
Por Emilio Toledo
Cada vez que salía con Gustavo recordaba por qué había pasado tanto tiempo de no vernos. Habíamos sido amigos desde la infancia; lo recordaba como un niño auténtico, seguro de sí mismo, optimista, generoso. Pero el paso de los años, el fin de un amor, la traición, los traumas o el trabajo arduo lo habían vuelto un hombre arisco, extraño, irracional.
Ese día habíamos ido al cine y Gustavo había hablado toda la película con observaciones que no tenían nada que ver con la trama del filme sino con su mente atribulada; cuando acabó concluyó que había sido muy buena —siempre me decía eso porque sabía que yo lo invitaba a ver cine de calidad— aunque los dos sabíamos que no había prestado ninguna atención. En el estacionamiento, camino al auto, Gustavo se sintió lleno de euforia —“por primera vez en muchos meses me siento mejor”, dijo— y atacó un coche con un tubo que sacó de no sé dónde. En el coche había dos hombres (esto no sé si lo sabía Gustavo de antemano). No creo que supiera lo que hacía. Gustavo se echó a correr y los hombres fueron tras él, injuriándolo y con ganas de golpearlo. Eran más corpulentos que Gustavo, aunque por eso mismo no podrían alcanzarlo. Por suerte no me vieron con él, y yo fui discretamente a buscar mi coche. Pero sabía que Gustavo, aunque rápido, podía ser lo bastante idiota para no esconderse bien. Y fui en su búsqueda.
- Detalles
Por María Herrera
Un Big Bang de impersonalidad.
Retroalimentación.
Orden y caos, soy.
El caos que azota la mente
no sostiene leyes.
¿O las causas o el resultado?
¡Qué importa, si ni mi naturaleza
pertenece a las miserias del centro!
¿Cuánta cordura de caos tuve hoy?
Se pregunta el lado violento
de lo civilizado.
Los pétalos sin luz roban suspiros.
- Detalles
By John Lennon
I believe in God, but not as one thing, not as an old man in the sky. I believe that what people call God is something in all of us. I believe that what Jesus and Mohammed and Buddha and all the rest said was right. It's just that the translations have gone wrong.
Creo en Dios, pero no como una sola cosa…
Por John Lennon
Creo en Dios, pero no como una sola cosa, no como un anciano en el cielo. Creo que lo que la gente llama Dios es algo que está en todos nosotros. Creo que lo que dijeron Jesús, Mahoma, Buda y todos los demás era correcto. Es solo que las traducciones han fallado.
- Detalles
De tanto perder aprendí a ganar; de tanto llorar se me dibujó la sonrisa que tengo. Conozco tanto el piso que sólo miro el cielo. Toqué tantas veces fondo que, cada vez que bajo, ya sé que mañana subiré.
Me asombro tanto como es el ser humano, que aprendí a ser yo mismo. Tuve que sentir la soledad para aprender a estar conmigo mismo y saber que soy buena compañía.
Intenté ayudar tantas veces a los demás, que aprendí a que me pidieran ayuda. Traté siempre que todo fuese perfecto y comprendí que realmente todo es tan imperfecto como debe ser (incluyéndome).
Hago sólo lo que debo, de la mejor forma que puedo y los demás que hagan lo que quieran.
Vi tantos perros correr sin sentido, que aprendí a ser tortuga y apreciar el recorrido. Aprendí que en esta vida nada es seguro, sólo la muerte… por eso disfruto el momento y lo que tengo.
Aprendí que nadie me pertenece, y aprendí que estarán conmigo el tiempo que quieran y deban estar, y quien realmente está interesado en mí me lo hará saber a cada momento y contra lo que sea.
- Detalles
Por Antonio Machado
He andado muchos caminos,
he abierto muchas veredas;
he navegado en cien mares,
y atracado en cien riberas.
En todas partes he visto
caravanas de tristeza,
soberbios y melancólicos
borrachos de sombra negra,
y pedantones al paño
que miran, callan, y piensan
que saben, porque no beben
el vino de las tabernas.
Mala gente que camina
y va apestando la tierra…
- Detalles
Se encontraron en 1927, a comienzos de julio, cuando Neruda, de paso por Buenos Aires, se dirigía a Rangún para hacerse cargo del Consulado de Chile. El diálogo resultó disparatado y lógico al mismo tiempo. Eran dos jóvenes poetas ya consagrados a nivel local, de países colindantes, pertenecientes a una misma generación. Existía entre ambos cierto paralelismo y coetaneidad. Lanzaron en 1923 su primer libro de poemas. Neruda, Crepusculario, y Borges, Fervor de Buenos Aires. Después, en 1924, el chileno publicó Veinte poemas de amor y una Canción Desesperada, y en 1925 Tentativa del hombre infinito; Borges, por su parte, ese mismo año dio a conocer su Luna de Enfrente y los ensayos de Inquisiciones, y al siguiente El tamaño de mi esperanza. Simultáneamente Neruda publicó una novela breve, El habitante y la esperanza y Anillos, prosa poética en colaboración con Tomás Lago.
En aquel tiempo Neruda estaba escribiendo los primeros poemas de Residencia en la Tierra. Borges, cinco años mayor, era ya una figura visible en los círculos literarios porteños como poeta, ensayista, crítico y colaborador de revistas. Recordó dicho encuentro cuarenta y un años más tarde en una entrevista con Richard Burgin.
—Lo he visto una vez —dijo—. Y ambos éramos muy jóvenes entonces. Hablamos de la lengua española. Llegamos a la conclusión de que no se podía hacer nada con ella, porque era una lengua torpe, y yo dije que esa era la razón por la que nadie había logrado nada de ella y contestó: “Bueno, claro, no existe la literatura española, ¿verdad?” Y yo dije: “Claro que no”. Y seguimos hablando así. En fin, una especie de broma. (40)
- Detalles
Por Miguel Hernández
A Federico García Lorca
Atraviesa la muerte con herrumbrosas lanzas,
y en traje de cañón, las parameras
donde cultiva el hombre raíces y esperanzas,
y llueve sal, y esparce calaveras.
Verdura de las eras,
¿qué tiempo prevalece la alegría?
El sol pudre la sangre, la cubre de asechanzas
y hace brotar la sombra más sombría.
El dolor y su manto
vienen una vez más a nuestro encuentro.
Y una vez más al callejón del llanto
lluviosamente entro.
- Detalles
En una fría noche de invierno, Iona Potapov, un anciano cochero, estaba sentado en su carruaje, rodeado por la nieve que cubría la ciudad. Su cuerpo estaba encorvado bajo un viejo abrigo, mientras los copos de nieve caían sobre su sombrero y hombros, reflejando el peso del dolor que llevaba en el corazón.
Hace apenas unos días, Iona había perdido a su único hijo. La tristeza lo consumía, pero no encontraba a nadie con quien compartir su sufrimiento. La gente pasaba rápidamente por las calles, ocupada con sus propios asuntos, sin prestar atención al anciano que parecía cargado por el peso de la vida.
El primer pasajero subió a su carruaje, un joven apurado que quería llegar a su destino. Iona, con voz vacilante, comenzó a hablar: “Mi hijo murió esta semana... Era un joven fuerte...”
Pero el joven no le prestó atención, limitándose a responder fríamente mientras señalaba el camino. Iona sintió desilusión, pero no le quedaba otra opción más que seguir trabajando.
- Detalles
Por Walt Whitman
No dejes que termine sin haber crecido un poco, sin haber sido feliz, sin haber alimentado tus sueños.
No te dejes vencer por el desaliento. No permitas que nadie te quite el derecho de expresarte, que es casi un deber.
No abandones tus ansias de hacer de tu vida algo extraordinario.
No dejes de creer que las palabras y la poesía, sí pueden cambiar al mundo; porque, pase lo que pase, nuestra esencia está intacta.
Somos seres humanos llenos de pasión, la vida es desierto y es oasis. Nos derriba, nos lastima, nos convierte en protagonistas de nuestra propia historia.
Aunque el viento sople en contra, la poderosa obra continúa. Y tú puedes aportar una estrofa…
No dejes nunca de soñar, porque sólo en sueños puede ser libre el hombre.
Página 1 de 30