Por Madeline Pedroza
Me inquieta lo que pienso de este mundo;
para mal todo lo han manipulado;
mi destino ya está direccionado
y me duerme una nana muy profundo.
No sé lo que no existe y lo que existe,
aunque el Hombre a la fe siempre se aferra
pero ¿tendremos los pies sobre la Tierra
cuando la Mentira de Verdad se viste?
¡Cuánta incertidumbre y desaciertos!
Se escuchan palabras melodiosas,
percepciones de armonías muy dudosas;
¡deben estar mis ojos tan abiertos!
porque las sombras acechan sigilosas
con ardides, con trampas desidiosas
que teorías se cocinan en probetas
y es mi cuerpo hospedero de ese ensayo,
tan temible como el trueno de un rayo,
el veneno que tienen las tabletas
y el pesar que me causa si me callo
al no quitarle al monstruo sus caretas:
un monstruo muy sagaz y peligroso
seguro de su triunfo si batallo,
un triunfo monetario y malicioso.
Soy granito de polen en el viento,
condumio, manjar para otros seres,
y soy también el polvo que tú eres:
un mortal que sucumbe en este invento.
Soy de mí misma, un soplo y un aliento;
no valen las zozobras ni las penas…
¿A quiénes interesa lo que siento;
si en mi pecho se rompen las cadenas
y tampoco me salvan del tormento?
No trates de entender, deja que vibre,
deja que fluya la esencia del Poeta;
es su alma desangrada, indócil, libre,
que invita a desechar cualquier receta.
¡No trates de entenderlo! No cuestiones
lo que plasman sus manos en la hoja;
él es leña que al fuego siempre arroja
todita su existencia y sus ficciones.
Tampoco lo desprecies, lo abandones;
no te empeñes en matarlo, ¡no lo hagas!,
hay palabras muy dulces y aguijones
encarnados en sus huellas, en sus llagas.