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Por Hansrruel Aldana
Un hombre anda incompleto por la vida,
se le ha escapado la mitad del alma.
Un hombre anda sin voz, sin luz, sin calma,
con el terror atroz de algún suicida.
El hombre ya no encuentra la salida
del miedo tan pueril que lo atraganta.
Un nombre de mujer en su garganta
termina por abrirle más la herida.
Un hombre me convida en el espejo,
a ser el necio que otra vez intenta
buscarse en la mitad que lo alimenta.
Ansioso de encontrarse en el reflejo,
decide que esperar es muy complejo,
y vuelve a repetirse por su cuenta.
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Por Taimi Blanco
Al cruzar Pasacaballos,
la Fortaleza de Jagua
es pueblo a los pies del agua:
crestas de furiosos gallos.
Del ruedo, la espuma y rayos
conjuran en el bramido
ese misterio que ha sido
por el eco legendario:
dama, cañón y sudario
están en el mar dormido.
En tu leyenda de sal,
—relatan tus almenas—
un hombre cosecha penas
tras un amor fantasmal.
Ave nocturna, frugal,
a su espectro se le adhiere.
La dama sin velo hiere
bajo el ojo del espanto;
rosas devela en el manto
y ya sin espinas muere.
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Se enamoraron tus ríos
bajo una manta de flores,
bebiendo de sus colores
para alimentar los bríos.
Por los remansos umbríos
viaja lentamente un ave,
cual símbolo que se sabe
de tu tierra y de tu cielo
y hace cruces en su vuelo
antes que la noche acabe.
Un graznido de esperanza
llega a las aguas desnudas,
el eco borra las dudas
despertando la confianza;
porque en esta tierra mansa
no se admira al que blasfema,
sino al que encuentra la gema
de la virtud, sólo en los
giros que le da a su voz
para decir un poema.
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Por Clara Lecuona
Voy a tus ojos entera.
Abrazo, toco la fragua
partida en sueños y en agua
de este tiempo que lacera.
Indolentes a la espera
así, en sus olas cantamos
de tanto que ya aguardamos,
de tanto ir, desandar:
quiere decirme algo el mar.
El mar y yo nos miramos.
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Como si hubiera amanecido de repente
Abrí los ojos a la luz del día
Mientras el sol en infamante orgía
cruzaba por el cielo dulcemente.
Como un rayo divino en el relente
De aquella madrugada oscura y fría
Vi como se escapaba por la lejanía
El místico rumor de un ser ausente.
Puede que un resplandor siempre presente
Sospechado pero nunca cierto
Hubiera despertado mi confianza.
Pudiera ser, quién sabe, si el silente
Sonido de un recuerdo ahora muerto
Renaciera desandando mi esperanza.
7 de diciembre de 2023/Rodas/7a.m.
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Por Ulices Trujillo
Es cotidiano el paisaje
cuando el ojo se acostumbra
y sabe a luz la penumbra
ponzoñosa del ultraje.
Un paso parece viaje
en la quietud de la espera,
cubre de nubes la esfera
bajo el grito de un farol
y se me antoja que el Sol
ha bajado la escalera.
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Ya la maleza inunda el tanque herrumbroso
Que daba de beber a los trenes de antaño,
En su fisonomía se dibujan los años
Y el reino del olvido se yergue poderoso.
Como un ser obsoleto, antiguo y oxidado
Como un custodio insomne, insistente, inmovible,
Pasa el tiempo y tú sigues presente y olvidado
A los ojos de tanto paseante inconmovible.
Eres testigo quieto, callado, inderrotable,
Aunque sé que algún día caerás sobre ti mismo
Y dejarás un hueco de luz en esta historia.
Y barrerán tu cuerpo metálico y afable,
Tu cadáver de hierro rodará en el abismo,
Pero nadie lo podrá borrar de mi memoria.
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Por Ana L. López
Entre los que abren puertas y los que tiran de ella, están los dueños de su propio destino. Los que salen por ventanas o rompen las paredes, esos son los que saben hacia dónde quieren llegar sin importarles el precio. A veces hay quien te abre una puerta aparentemente gratis, pero no logras pasar por ella hasta que pagas, en ocasiones el doble y no sales con el éxito preanunciado. Yo, después de intentar pasar puertas y ventanas, rompí, rompí hasta con las expectativas de algunos. Al inicio uno siempre quiere ser orgullo de mamá y papá, luego de amigos y pareja, hasta que te lavas la cara, el cerebro y wake up que la vida es tuya. Fui rompiendo paredes, vendiendo los ladrillos, expectativas. Y es que ya las puertas me dan mala vibra, es confuso. La puerta del infierno, decía abuelo, está teñida de lindos colores y la puerta de la panadería es fea, mugrosa. Wake up, me repito, ya está bueno de pagar o regalar sonrisas. Si llego que sea saltando muros, rompiendo estereotipos, soltando compromisos, sin importar los dueños de puertas o los que se aferran a ellas. No siempre has de salir por una para hallar el camino.
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Por Pablo Rigal
La música de tu cuerpo
es una música extraña
que por las noches se suda
y por el día se canta
quiero tocar en tu vientre
lo que el viento me regala
ese aroma de jengibre
que de tu pecho se escapa
oh mujer, vestido breve
que te pones en la cama
quitártelo yo quisiera
con mi boca, con mis ganas
la música de tu cuerpo
es como un chelo en la sala
y cuando llega a mi cuarto
se convierte en serenata.
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Todos tenemos una amiga
de ojos tristes.
La mía
es una esfinge cuyos ojos
despiertan no sé qué cantidad
de olvidos.
Suelo obsequiarla con miércoles
o jueves
recién cortados
y con breves paseos
por mi historia personal.
Ella responde a mis obsequios
con sonrisas generosas
mientras sus ojos atardecen
en los míos.
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