Por Raúl Hernández Novás 

 

(Lotte tiene los ojos azules)


Estás herida por las hojas, por las ramas que caen.
Estás herida por los brazos ásperos del bosque
que el caballero no ha de apartar para llegar hasta tu sueño.
Estás herida por flores de papel, por rostros extraños,
por gestos, por sonrisas, por muecas sonámbulas.
Estás herida por una ciudad nocturna y por los pasos de sus hombres ebrios.
Estás herida por los doctores, por la sagrada familia, por los pastores y los ángeles.
Estás herida por los niños, por los hermanitos,
Por la mano inocente que apenas sabe empuñar un lápiz,
por las abejas, por las mariposas, por los cansados gatos.
Estás herida por las risas que suenan en tus sueños
mientras caes por un canasto sin fondo al mundo de Alicia.
No dormida: soñando. Soñando sueños espinosos y ásperos como ramas.
Caminando por las calles imposibles de una ciudad nevada.
Abriendo en el libro un pozo, hallando en el pozo el mar, buscando en el mar la perla.
Como un lemming pisando tierras nómadas. (Los lagos se han helado, tienes frío.)

 

 

Por José R. Calatayud

 

Si digo que mi padre vive en mi memoria
Estaría aceptando que es cosa del pasado
Que pertenece a un tiempo que es historia
A lo que ya no está, temblor nevado.

Yo prefiero decir que en la ilusoria
Visión de mi padre renovado,
Está su material ejecutoria
Y el espíritu vivo de su camino andado.

Mas no es ilusión, pues yo presumo
Que ahora está dando vueltas a mi lado
Conduciendo mis pasos con buen tino.

No en forma de fantasma ni de humo
Ni como aparecido ni como duende alado,
Sino como un hermano que me muestra el camino. 

 

 

Por Jorge Ángel Hernández

 

Burla burlando

Con precisión y entereza el señor Búnquez ha advertido que no podremos burlarnos siquiera de la burla. ¡La burla ha sido siempre un mal innecesario y es necesario erradicarlo! Tan enérgicamente enfatizó que aplaudimos con énfasis sumario y nos sumamos con euforia sumaria a la consigna: «¡Abajo la burla!»
     Continuamos después con el axioma de campaña: «Burladores, ni los de Sevilla».
     El entusiasmo nos llevó a crear las activas Brigadas de Acción contra la Burla (nuestras gloriosas BAB) y a refrendar un reglamento penal para toda persona que incurra en el desliz de burlarse del prójimo, e incluso del no-prójimo que como acérrimo enemigo nos ha estado acechando.
     Como el señor Búnquez ha tomado el poder y su Partido, que es el nuestro, gobierna, han cesado las burlas y nadie se ha burlado de nadie nunca más, ni de la burla misma. La perfecta utopía se ha logrado y alcanzamos a ser, por fin y de una vez, los tristes más felices de todo el universo.

Por Rafael Alcides

 

enfermo de ser un orador con la boca cosida,
un violín prisionero en un estuche
cuya llave tiraron al océano desde un avión,
enfermo de ser un pájaro al que le fue prohibido cantar y volar,
enfermo de ser y no ser:
la mitad de mi vida condenada al silencio,
la otra mitad también.
Tanto he callado, Señor, que ya empiezo a parecer un cementerio.
Tú que amas lo sonoro y te encantas con el jazz y la rumba
y le encargaste a Vivaldi la música del amanecer
y recitas y lees en la alegría y en la angustia
y te sabes las claves de todos los cifrados,
sin esfuerzo comprenderás
esta carta que con el viento te envío.
Y lo que es peor, Señor: temo acostumbrarme,
temo terminar siendo una losa, un barrote,
una piedra, oh Dios, alguien que por no hacer ruido
ni a pensar se atrevería.

Por María Salomé Pérez Conde

 

es esa ave de blancas alas
       que ni yo misma sabía
                 que dormía en su nido
                          de plumas dentro de mí.

                               Y
                                      ha despertado.

Ven

El amor es sal que se disuelve en la tinta.
Bebé, moja tus labios y recorre mi cuerpo,
que cada letra sea música en los oídos,
miel tibia para tu piel, que penetre así,
como el río se funde con el mar en su abrazo.

Llega allí donde nadie ha tocado jamás...
Ven, acércate.
Llevo desnuda el alma,
sólo así seré poesía.

 

 

Por José Martí

 

El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española

Han hecho bien en quitar
El banderín de la acera;
Porque si está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.

Ya llega la bailarina:
Soberbia y pálida llega:
¿Cómo dicen que es gallega?
Pues dicen mal: es divina.

Lleva un sombrero torero
Y una capa carmesí:
¡Lo mismo que un alelí
Que se pusiese un sombrero!

Por Olga L. Martínez

 

              De una tarde cuando llueve
                         Luis Gómez

  

De una tarde cuando llueve
gotea el mar, salta un pez
sin escamas: desnudez
del tiempo maltrecho y breve.
Es que el río no se atreve
a profanar sus orillas;
ni germinan las semillas
donde es estéril la tierra:
una mujer abre y cierra
al azar sus escotillas.

Por Gastón Baquero

 

¡Cuántas estrellas anoche!
¡Yo las veía tan claras y cercanas
como higos de cristal, como frutillas azules!
Me parecía
que todas las estrellas te miraban
con la misma alegría con que te miran
los ojos de mi alma.

Bocarriba en el campo,
solos la tierra y yo con las estrellas,
yo ponía mis ojos
en el pueblo de ojillos brillantes
que desde arriba podía contemplarte
con tantos ojos como estrellas tiene
el cielo blanco.

¿O serán las estrellas
las orejas del cielo,
por donde arriba oyen
tu cantar cuando hilas
o tu risa en el baile?

Por Diane Lyx  

 

Soy un cuerpo líquido,
gotas pegadas a otras gotas,
millones halando hacia todas partes.
Desmembrándome.
Se licuan. Me mojan. Hierven.
Van a disolverme así, sin más,
como si yo sólo fuera un cuerpo líquido.

Abren sus bocas.
Jadean, respiran.
Pegajosas.
Intentan regresar a la superficie.
Inhalan. Exhalan.
Mis pasos asmáticos van dejando un reguero

de efes y jotas mojadas sobre el pavimento.
Un aguacero de rayos torrenciales.
Huellas, mis huellas.

Por Lucio Pérez

 

He de apoderarme del tiempo con el tiempo
en esta danza inédita,
extraña enunciación de los cuerpos.
La vida puede que esté en muchas partes;
la mía comienza cuando la mañana
huele a desnudez tras la partida,
cuando rehago el nido
y me crecen estrellas en la carne,
cuando me resisto a perder un sueño
nunca abandonado.