Por María R. Martínez

 

Se enamoraron tus ríos
bajo una manta de flores,
bebiendo de sus colores
para alimentar los bríos.
Por los remansos umbríos
viaja lentamente un ave,
cual símbolo que se sabe
de tu tierra y de tu cielo
y hace cruces en su vuelo
antes que la noche acabe.

Un graznido de esperanza
llega a las aguas desnudas,
el eco borra las dudas
despertando la confianza;
porque en esta tierra mansa
no se admira al que blasfema,
sino al que encuentra la gema
de la virtud, sólo en los
giros que le da a su voz
para decir un poema.

Por Taimí Blanco

 

Buenos días, gente linda. Llevo días sintiendo un estado de vacío. Entre ustedes y el paisaje me han dejado en un estado de búsqueda, de reflexión, de añoranzas... Aún veo rostros de niños, gentes mayores, la liturgia de los caos sobre los algarrobos, los altos cerros girasolados en sagrada comunión con Dios y esa honda pena de desesperanza que atravesó mis pupilas para agarrarme por dentro de manera que no puedo desprenderme. Luego, el ruido de la “guarandinga” devorando el paisaje y sus “corcovios” briosos como un semental libre. Y de nuevo la gente que te sirve y te atiende con atención y gracia haciéndote sentir un embajador. Y nuestros chistes, risas, también enfados/desenfados, euforias y mis impertinencias... Todo un “combo” que guardo por estos días bien registrado en la memoria y el cuerpo, cruzándome el alma en esta suerte de viaje por uno mismo.


Esta crónica la autora escribió a partir de sus experiencias como partícipe del Festival de Cuentería “Cumanayagua Cuenta”, efectuado entre el 16 y el 20 de noviembre de este año 2023 en el macizo montañoso del Escambray o Guamuhaya Cienfueguero, auspiciado por el grupo Teatro de los Elementos. (N. del E.). 

 

 

Por Mailin Castro

 

La esposa del poeta marca
la primera fila.
Lugar doloroso desde donde
observa cada parto de luz.
Entiende además de las
mutilaciones del feto
y sabe de que están hechos.
La esposa del poeta sabe
atravesar realidades
y saborear las tristezas.
Su aroma dulce y su sabor amargo.
Lleva todo el peso de la escritura.
Maneras sutiles de morir y de parir hijos
imperfectos.
Sabe cómo suicidarlos antes del nacimiento
y salvarlos cuando son necesarios
Nacidos de esternón.

Por Ulices Trujillo

 

Es cotidiano el paisaje
cuando el ojo se acostumbra
y sabe a luz la penumbra
ponzoñosa del ultraje.
Un paso parece viaje
en la quietud de la espera,
cubre de nubes la esfera
bajo el grito de un farol
y se me antoja que el Sol
ha bajado la escalera.

 

 

Por Nicolás Guillén

 

La aldea es ya ciudad, mas no por ello
se piense que dejó de ser aldea:
en las calles el pueblo caga y mea
sin que el ojo se ofenda ni el resuello.

Paciencia hay que tener más que un camello
con el agua podrida y la diarrea,
y quien de noche ingenuo se pasea
a escondido puñal arriesga el cuello.

Moscas, mosquitos, ratas y ratones,
polvo hecho fango, charcas pestilentes,
fiebres malignas, chancros, purgaciones,

contagio son de bestias y de gentes,
bajo un sol de ladrones y gritones
y una luna de dientes relucientes.

En El diario que a diario, La Habana, Ediciones Unión, 1972, p. 20. 

 

 

Por Gastón Baquero

 

Emilio convalece, la barba se le viste
de una grama sutil, una fina corteza
que es un musgo terrestre, y un signo de lo triste
dejados al marcharse remota la pureza.

Ya comienza a inquietarse por todo lo que existe
detrás de los murmullos de su hogar fortaleza.
Ya le importa la fiebre deslumbrante que insiste
en decorar su sangre e incendiar su cabeza.

Yo he visto en su escalera una sombra partiendo.
Algo pide que salga, que salga y que ría
porque viene el Otoño, viene construyendo

con sus aires serenos, con su grave alegría,
un reino que consiste en irnos descubriendo
el rostro de la nieve lejano todavía.

Por Pablo Rigal

 

La música de tu cuerpo
es una música extraña
que por las noches se suda
y por el día se canta
quiero tocar en tu vientre
lo que el viento me regala
ese aroma de jengibre
que de tu pecho se escapa
oh mujer, vestido breve
que te pones en la cama
quitártelo yo quisiera
con mi boca, con mis ganas
la música de tu cuerpo
es como un chelo en la sala
y cuando llega a mi cuarto
se convierte en serenata.

Por Lucina Bravo

 

Te busco en el amanecer, en la noche, en el silencio.
Te busco en el polvo, en el agua, en el viento.
Te busco en el parque, en una cola, en el silencio.
Te busco en la algarabía de los niños, en un libro, en un verso.
Te busco en mis pasos, en la luna, en el metro.
Te busco en mi habitación, en mis rutinas, en mi lecho.
Te busco en esta dimensión y no te encuentro.
Te busco en todo mi mundo y me entristezco,
porque te busco como loca y no te encuentro.

 

 

Por Rosa A. Cohalla

 

Como el cóndor que vuela y llega al cielo
así en esfuerzo tesonero altivo
llevo al papel mis ansias y mi anhelo
y con la péñola del alma escribo.

Subiendo paso a paso esta  pendiente
y borrando las neblinas de mi ira
como el que nada sabe… nada siente
de ese mundo exterior que nos rodea.

Y cual planta perenne marchitada
por un sol de primavera que flamea,
muevo la barca de esta vida airada
con la enorme palanca de la idea.

Es inmenso el placer que experimento
cuando encuentro un amigo en mi jornada;
el mundo es un calvario, es un tormento
sin la dulce amistad es nada.

Por Osmel Valdés

 

Habitan en ti todas las sombras y las bestias conformes.
Los abismos del bien.
He dicho tu esplendor sin pronunciar el ojo, ni el salitre,
sin que te anuncies llena sobre el plato.
Trae tus peces de alquitrán.
Tus mieses.
Yo pondré un cielo en ti de crisantemos y menguarás despacio,
inofensiva
como si no fueras la casa de otros seres.
Como si no fueras el quicio de esta casa.