Tras una joya divina
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“Tras una joya divina”
se me perdió la mirada
pensando encontrar el hada
que oscurece e ilumina.
Pensé en la rosa, en la espina.
Pensé en la luna y el sol.
Pensé en el mar, caracol
que avanza sobre mi arena.
Pensé en mi costumbre buena
de besar un girasol.
Evocación del Indio Naborí
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Hace mucho tiempo que Jesús Orta Ruiz, El Indio Nabori, se convirtió en leyenda. Poeta singular por su descomunal obra y por su calidad humana, es uno de esos escritores que alcanzan la gloria en vida y gozan del respeto del pueblo y de la crítica, algo que sólo consiguen los elegidos.
Con motivo del 102 cumpleaños de este extraordinario artista de la palabra, lo recordamos como un titán del verso improvisado y escrito que se enfrentó a los grandes y salió vencedor.
Autor de muchos libros de poesía, maneja la décima, el romance, el soneto y otras estrofas rimadas y la poesía libre con absoluto dominio.
Pero su principal valor radica en su amor a Cuba y en su corazón de oro. Naborí es un símbolo de Cuba y de la poesía, por eso es eterno.
Mi role in society
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By John Lennon
My role in society, or any artist's or poet's role, is to try and express what we all feel. Not to tell people how to feel. Not as a preacher, not as a leader, but as a reflection of us all.
Mi papel en la sociedad
Por John Lennon
Mi papel en la sociedad, o el de cualquier artista o poeta, es intentar expresar lo que todos sentimos. No decirle a la gente cómo sentirse. No como predicador, no como líder, sino como un reflejo de todos nosotros.
Las partes de tu cuerpo…
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Las partes de tu cuerpo
son fronteras clausuradas.
Intento introducirme en tu región.
Si el centinela de turno
no detecta mi presencia en sus radares.
El centinela de al lado
a veces hace su turno.
Ahora espero la llegada del mío
y observo el panorama a través de un rendija.
Un perro enfurecido me clava sus colmillos.
Es hora de retroceder y esperar el cambio de guardia.
Para evadir los obstáculos
de fronteras clausuradas.
Remolino de colores
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Por María Herrera
En el orden se mezcla
el remolino de colores,
personas
y esperanzas;
el poder no podrá jamás
si la insignia es un alma sin doctrina.
Los rumores del idealismo del orden
provocan caos inmorales lastimosos,
dañinos vuelos de la señora engreída.
Tengo tanta soledad que,
estoy aturdida de compañía.
Deshojaré los sedientos
pétalos oscuros
del sacrificio
del alma aplastada,
en el idealismo involuntario.
La caricia perdida
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Por Alfonsina Storni
Se me va de los dedos la caricia sin causa,
se me va de los dedos… En el viento, al pasar,
la caricia que vaga sin destino ni objeto,
la caricia perdida ¿quién la recogerá?
Pude amar esta noche con piedad infinita,
pude amar al primero que acertara a llegar.
Nadie llega. Están solos los floridos senderos.
La caricia perdida, rodará… rodará…
Si en los ojos te besan esta noche, viajero,
si estremece las ramas un dulce suspirar,
si te oprime los dedos una mano pequeña
que te toma y te deja, que te logra y se va.
Si no ves esa mano, ni esa boca que besa,
si es el aire quien teje la ilusión de besar,
oh, viajero, que tienes como el cielo los ojos,
en el viento fundida, ¿me reconocerás?
Lo que SOY
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Por Madeleine Hernández
¿Quieres saber dónde estoy?:
en el árbol, la pradera;
rocío de primavera
se impregna por donde voy.
Corriente de fuego soy,
por donde quiera que vibre
mi musa; pájaro libre
que multiplica sus alas
e impacta como las balas
de renombrado calibre.
¿Quieres saber dónde voy?:
al cielo y a lo profundo,
al nacimiento de un mundo
que se está gestando hoy.
Entre ser y no ser SOY
seda, clavel, desatino,
piedra y polvo del camino:
Llevo tatuada en la piel
la corona de laurel
que perfuma mi destino.
Muñeca
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Soy una muñeca con hilos de seda
buscando un sendero
escapando de heridas que quiero sanar
fingiendo una sonrisa cuando debajo de ella habita una lágrima
Soy una muñeca de trapo con ojos de botón
títere de algún circo sin función
jugando al azar de mi destino
entre caminos de gitana y de almidón
de sueños y por venir
Soy la muñeca que quieres tener
quizá para jugar
y si te aburres otra vez rota estaré
cociendo cada parte que maltrataste en mi ser
esa soy una muñeca mortal
Olas, al son, son
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Por Taymí Blanco
La noche despliega
su manto
sobre el mar,
al son de las caracolas.
Las estrellas titilan,
encienden la tempestad,
con plasmas de destellos.
El viento aúlla,
la luna ríe,
ambos danzan sobre las crestas,
al son de las caracolas.
Al son, son,
dos que juegan,
dos y tres.
Caracol, mar y ola,
al ritmo de tus pies.
Se acurruca luego el mar,
entre la bruma bordada,
y sueña con amanecer
al son de la caracola.
Caracol, mar y ola,
al ritmo de tus pies.
Expeles olor a monte…
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Por Ivette Hernández
Expeles olor a monte,
a vereda y a camino...
a hierbabuena, a distancia, a tierra húmeda y al rocío que baña todas mis flores cuando te acuestas conmigo.
Tu aroma tiene la esencia de campos, de madrigales, de lirios y de azucenas,
de caña y de maizales.
Tu cuerpo de hombre bravío que me clava
mil puñales cuando me acerco sumisa
¡y me enredas en silencio
entre tus brazos letales…!
Las hojas del ciprés
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Tengo un solo enemigo. Nunca sabré de qué manera pudo entrar en mi casa, la noche del 14 de abril de 1977. Fueron dos las puertas que abrió: la pesada puerta de calle y la de mi breve departamento. Prendió la luz y me despertó de una pesadilla que no recuerdo, pero en la que había un jardín. Sin alzar la voz me ordenó que me levantara y vistiera inmediatamente. Se había decidido mi muerte y el sitio destinado a la ejecución quedaba un poco lejos. Mudo de asombro, obedecí. Era menos alto que yo pero más robusto y el odio le había dado su fuerza. Al cabo de los años no había cambiado; sólo unas pocas hebras de plata en el pelo oscuro. Lo animaba una suerte de negra felicidad. Siempre me había detestado y ahora iba a matarme. El gato Beppo nos mirabas desde su eternidad, pero nada hizo para salvarme. Tampoco el tigre de cerámica azul que hay en mi dormitorio, ni los hechiceros y genios de los volúmenes de Las mil y una noches. Quise que algo me acompañara. Le pedí que me dejara llevar un libro. Elegir una Biblia hubiera sido demasiado evidente. De los doce tomos de Emerson mi mano sacó uno, al azar. Para no hacer ruido bajamos por la escalera. Conté cada peldaño. Noté que se cuidaba de tocarme, como si el contacto pudiera contaminarlo.
Señor Grillo
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Por Abel Guerrero
Parece usted muy contento
cuando toca el instrumento
de su orquesta.
Mas, su tonta melodía
desafinada y vacía
me molesta.
De Papá, me compras un mar. De Ediciones UNEAC. Colección Sur, 2015. (N. del E.).