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…la lluvia que busca débil talle
o la fiebre del mar de inmenso rostro…
Federico García Lorca
¿Qué buscas en mi cuerpo? ¿Lozanía?
Estuve por la playa casi tarde,
que me ha robado el túnico del aire
y el frágil resplandor de mis hebillas.
No quise despojarme de las cintas
y de ese cascabel que he de entregarte
el día que prefieras secuestrarme,
cuando renuncie el mar a su vigilia.
¿Qué buscas en mi cuerpo? ¿Calenturas?
¿Tan loca te parezco, tan perversa
que ofrezca de la arena fría almohada?
Detente a contemplar. Salió la Luna.
Ya puedes distinguir, pobre poeta,
que soy la triste sombra de un fantasma.
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Por Olga L. Martínez
No soy la de pétalos cubriendo el cuerpo.
No hay rosas en mi pubis ni están ocultos mis ojos.
No es mi luz
ni mi piel es blanca.
No soy la del retrato.
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Por Marcelino Nodal
Ciego de Ávila lo vio
llegar con un diccionario
de rimas en el armario
que nunca le envejeció.
—¿Quién eres? —le preguntó
el Ciego al desconocido.
—Soy Luis Gómez, y he venido
para hurgar con mis raíces
el suelo de los mambises
que me honran el apellido.
El hotel de mis estrellas
le sirvió de alojamiento
a aquel viajero sediento
de versos y de botellas.
Aquí quedaron las huellas
de aquel sinsonte de sal
que a mi nido musical
le enamoró la garganta:
por eso mi Ciego canta
la Tonada Carvajal.
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Por Gabriela Ladrón de Guevara de León
Luz sabia vida trasciende,
porque en ese beso muero,
cada trazo es un sendero,
donde alma rosa desprende,
su poder siempre se entiende,
al tocar el corazón,
vibra en música emoción,
de colores y armonía,
transforma así cada día
pura y fiel inspiración.
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Por Lucio Pérez
...Es imposible vivir por muchos años,
sin volver a nacer de vez en cuando.
Dulce Maria Loynaz.
Uno, dos, tres.
El que no esté escondido se quedó.
Ellos han perdido el camino de regreso
No se ocultan a la espera del llamado,
quién se atreve a detener el sol
cuando se quiere poner en orden la mañana.
Uno, dos, tres
y el río se derrama desde el monte
un río que derrama sangre bajo los pies cansados
y cada pisada se convierte en el milagro.
Solo que en este juego
las reglas se han tornado diferentes.
Uno, dos, tres
el que se quede escondido se quedó.
Ahora busco en mis recuerdos y trato de aprender de nuevo,
pero ya envejecí esperando oculto.
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Por Karel Leyva
En el desfiladero
orlado de amatistas y bemoles
está el sitio donde sirve el soldado
su última faena
en la oquedad
ha brotado un musgo
y en el tranquilo rostro
una blanca textura
se enarbola
“Nada como morir
—ha dicho el oficial de turno—
pata hacer nuestro destino imperecedero”
He prendido la luz
y acostado interrogo las últimas palabras
Mis hijas duermen bien
mi esposa tiene miedo de esos sueños
y pregunta qué pasa
Cambiamos la estación
la noticia es igual
ha muerto
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Estabas a una almohada de mi nuca...
M.J.I.H.
De mi almohada a la tuya
había dos zarpazos al acecho
apenas veintiún centímetros desvelados
y cierta calma felina frente a ti.
De mi sábana a tu silueta
todas las hambres todas las trampas
se disparaban en la garganta del cuarto.
De tu blusa a mis mareas
el oficio de amar.
De su poemario Sed de viernes.
Poema tomado de la red. (N. del E.).
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Por Lucina Bravo
Caminaremos juntos debajo del paraguas
danzando al ritmo de las gotas.
Si acaso alguna
mojarte osara,
te secaría con un beso.
Cantaremos las canciones
de los enamorados,
beberemos el elixir
brotando en nuestros cuerpos;
embriagados de dicha
recorrerán nuestra piel
los aguaceros.
Tú me cubrirás con tu piel
y yo destronaré tu erguido sexo.
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Por Miguel Pérez
Se descorre la cortina
Para este fin de semana
Y el color de la mañana
Estrena luz sabatina.
La alegría no declina
Aclimatarse en el plano
Infinito y soberano,
Y en una perla de sal
La noche es un carnaval
En el vientre del verano.
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Por Beatriz Peña Zayas
Oscura nube asomó por mi ventana.
Miré con tristeza su negrura, le pedí alejarse y con mis manos la empujé. Tantos quehaceres la apartaron. Caminé, en ella me situé y le pregunté:
—¿Por qué vienes si las lágrimas se agotaron? ¿Por qué llegas si los rotos enmendé? ¿A qué vienes si abrigué la soledad? No. No tienes ya nada más que talar. No tienes ya nada más que herir.
Miembro del Grupo Luneros (N. del E.).
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