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Por Taimí Blanco
Una señora me observa,
traigo en la cara el repiquetear de los rieles,
ensordecedor hollín mullido en las mejillas.
Es una marcha mi cuerpo,
masa mórbida,
al compás disonante que cruje en el sendero.
La tarde
aparece como un aura mugrienta
sobre la próxima parada.
En el tren,
los sueños son un filo cortante que cala el espacio
Última parada!
Logro abrir los párpados,
pesados rieles bajo la máquina.
Me da la mano el andén,
el tiempo se diluye entre volutas
que dejan atrás el paisaje.
Tengo ticket para la desilusión
y un volver con sabor adiós.
En la partida todo parece morir.
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Por Clara Lecuona
Voy a tus ojos entera.
Abrazo, toco la fragua
partida en sueños y en agua
de este tiempo que lacera.
Indolentes a la espera
así, en sus olas cantamos
de tanto que ya aguardamos,
de tanto ir, desandar:
quiere decirme algo el mar.
El mar y yo nos miramos.
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Por Taimi Blanco
Al cruzar Pasacaballos,
la Fortaleza de Jagua
es pueblo a los pies del agua:
crestas de furiosos gallos.
Del ruedo, la espuma y rayos
conjuran en el bramido
ese misterio que ha sido
por el eco legendario:
dama, cañón y sudario
están en el mar dormido.
En tu leyenda de sal,
—relatan tus almenas—
un hombre cosecha penas
tras un amor fantasmal.
Ave nocturna, frugal,
a su espectro se le adhiere.
La dama sin velo hiere
bajo el ojo del espanto;
rosas devela en el manto
y ya sin espinas muere.
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Amo a una mujer pequeña
con labios de miedos
con voz azul;
una mujer plausible
que cosquillea en mi cuaderno.
Ella entrelaza mis horas
conmueve
con las vestiduras de su risa
mientras cabalga
en la rectitud de un sueño.
Amo a una mujer pequeña
como flor insomne
diminuta...
Inequívocamente cabe
en la vanidad
de mi beso.
De Sed de viernes
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Ya la maleza inunda el tanque herrumbroso
Que daba de beber a los trenes de antaño,
En su fisonomía se dibujan los años
Y el reino del olvido se yergue poderoso.
Como un ser obsoleto, antiguo y oxidado
Como un custodio insomne, insistente, inmovible,
Pasa el tiempo y tú sigues presente y olvidado
A los ojos de tanto paseante inconmovible.
Eres testigo quieto, callado, inderrotable,
Aunque sé que algún día caerás sobre ti mismo
Y dejarás un hueco de luz en esta historia.
Y barrerán tu cuerpo metálico y afable,
Tu cadáver de hierro rodará en el abismo,
Pero nadie lo podrá borrar de mi memoria.
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Como si hubiera amanecido de repente
Abrí los ojos a la luz del día
Mientras el sol en infamante orgía
cruzaba por el cielo dulcemente.
Como un rayo divino en el relente
De aquella madrugada oscura y fría
Vi como se escapaba por la lejanía
El místico rumor de un ser ausente.
Puede que un resplandor siempre presente
Sospechado pero nunca cierto
Hubiera despertado mi confianza.
Pudiera ser, quién sabe, si el silente
Sonido de un recuerdo ahora muerto
Renaciera desandando mi esperanza.
7 de diciembre de 2023/Rodas/7a.m.
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Por Osmel Valdés
El muerto se murió antes de morirse
Se fue sin que esperara la esperanza
Balanceó el desbalance en la balanza
Se despidió antes de despedirse
Estaba ido, aún antes de irse
No despertaba aunque estuvo despierto
Soñando un sueño roto tan incierto
Que no alcanzó a nombrar mientras nombraba
La muerte que en silencio lo mataba
Y se murió, estando apenas muerto.
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Todos tenemos una amiga
de ojos tristes.
La mía
es una esfinge cuyos ojos
despiertan no sé qué cantidad
de olvidos.
Suelo obsequiarla con miércoles
o jueves
recién cortados
y con breves paseos
por mi historia personal.
Ella responde a mis obsequios
con sonrisas generosas
mientras sus ojos atardecen
en los míos.
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Por Ana L. López
Entre los que abren puertas y los que tiran de ella, están los dueños de su propio destino. Los que salen por ventanas o rompen las paredes, esos son los que saben hacia dónde quieren llegar sin importarles el precio. A veces hay quien te abre una puerta aparentemente gratis, pero no logras pasar por ella hasta que pagas, en ocasiones el doble y no sales con el éxito preanunciado. Yo, después de intentar pasar puertas y ventanas, rompí, rompí hasta con las expectativas de algunos. Al inicio uno siempre quiere ser orgullo de mamá y papá, luego de amigos y pareja, hasta que te lavas la cara, el cerebro y wake up que la vida es tuya. Fui rompiendo paredes, vendiendo los ladrillos, expectativas. Y es que ya las puertas me dan mala vibra, es confuso. La puerta del infierno, decía abuelo, está teñida de lindos colores y la puerta de la panadería es fea, mugrosa. Wake up, me repito, ya está bueno de pagar o regalar sonrisas. Si llego que sea saltando muros, rompiendo estereotipos, soltando compromisos, sin importar los dueños de puertas o los que se aferran a ellas. No siempre has de salir por una para hallar el camino.
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Por Hansrruel Aldana
Un hombre anda incompleto por la vida,
se le ha escapado la mitad del alma.
Un hombre anda sin voz, sin luz, sin calma,
con el terror atroz de algún suicida.
El hombre ya no encuentra la salida
del miedo tan pueril que lo atraganta.
Un nombre de mujer en su garganta
termina por abrirle más la herida.
Un hombre me convida en el espejo,
a ser el necio que otra vez intenta
buscarse en la mitad que lo alimenta.
Ansioso de encontrarse en el reflejo,
decide que esperar es muy complejo,
y vuelve a repetirse por su cuenta.
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