Por Pablo Guerra
Madre, que lejos estamos del sol
 madre, qué ausentes de la luz.
 Tengo días de despertar en casa ajena
 no sé qué hacer y me quedo tranquilo en el lecho
 esperando una voz que me salve de esa incertidumbre
 un alma nueva en cada despertar
 esperando el aprendizaje de un nuevo día
 qué me espera después del lecho
 cuánto de asombro hay en las paredes
 quién será el cuerpo que a mi lado duerme,
 le sucederá lo mismo.
 Hay una luz en la distancia,
 parpadea, será un signo me pregunto
 acaso un satélite o una falacia de la espera.
 Bastará con abrir los ojos y echar a andar
 sin temor a que nos arrebaten esta vida prestada,
 pero no sé por qué nos duele tanto volar
 nos duele llegar siempre tarde y cansados.
 Madre, traigo el pecho abierto
 y me arde esta sombra este destierro
 y tengo miedo que ya no sea mi voz la que te llame.
 Madre, habrá un camino de regreso al país de la certeza,
 un camino hacia la luz.
 
											 
   
  
 
						













