Por Karel Leyva
En el desfiladero
orlado de amatistas y bemoles
está el sitio donde sirve el soldado
su última faena
en la oquedad
ha brotado un musgo
y en el tranquilo rostro
una blanca textura
se enarbola
“Nada como morir
—ha dicho el oficial de turno—
pata hacer nuestro destino imperecedero”
He prendido la luz
y acostado interrogo las últimas palabras
Mis hijas duermen bien
mi esposa tiene miedo de esos sueños
y pregunta qué pasa
Cambiamos la estación
la noticia es igual
ha muerto
el tiempo
los músicos regresan
se abre un apartamento para sordos
y desfilan y bailan nuevos muertos
los buenos
y los malos
los ajenos
Tomado de Antología de la nueva poesía cubana (1970-2010). (N. del E.).