Por Yannit Pozo

 

Recuerden: la muerte es una somnolencia angustiosa en el centro de una isla. Aún podemos labrar otras playas, otro pedazo de cielo sobre cada cual. No es posible la idea de respiración donde los muros reclaman tuétano, piel, quimera. Amados, aún regimos en el silencio y el grito, en el musgo y la respiración de los árboles; aún podemos dictarle a una mariposa el polvo que llevará a las ciudades enigmáticas; aún podemos escuchar el gemido de los insectos que van a nacer. Pero ya casi es tarde. Las aguas del mar alimentan una lluvia de retama.

 

De: El tren y los violines (Reina del Mar Editores, 2007). (N. del E.).

 

 

Por Luis Izaguirre

 

Va con el sol
que camina nubes
compra el regazo
de cada rostro encendido.
Dicen que las noches
suelen alargar las orgías
y la humedad
                     juega misteriosamente
                     entre los túneles.
¿sabré culpar a alguien
porque rompe los sueños en cristales?
¿Dudar si alguien tiene bien el torso
si no estás destinado en las tribunas?
o si el abdomen
llega a evacuar tantos insomnios.
Buscar ahora un nombre
puede que resulte sospechoso.
Alguien sube preguntando.
La respuesta fue echada a suerte.
Jugar al equilibrio
esperando la lluvia en los andenes.
Sé que alguien puede estar amaneciendo ahora.

Por Pepe Sánchez

 

Dudaba entre dos títulos para esta breve crítica sobre la novela George Fausto, de Jorge Ángel Hernández (Vueltas, Villa Clara, 1961): “Hoy por hoy, nadie está cuerdo” o “En la pobre soledad de la ficción”. Creo que estos dos títulos, cada uno desde su campo semántico, le viene bien; pero, finalmente, me decidí por el segundo. El arte de narrar tiene múltiples opciones para contar la historia, más que eso, abordar el argumento y comenzar a saquear esos vericuetos de la ficción sostenida por el imaginario del autor. “—Del Quijote a esta parte, hoy por hoy, nadie está cuerdo —intervino Jorge, justiciero, torpe en el habla marcada en el alcohol”. Este parlamento es quizá el mástil del argumento, es la metáfora fundacional que recorre todo el espíritu temático de la trama y subterfugios de la novela.
     En George Fausto, Ángel Hernández, escoge armar la trama con trozos de realidad real, realidad imaginada y fragmentos que parecen sacados de la literatura universal y de su biografía de hombre de letras, contaminada también por esa otra realidad que nos trasciende. George Fausto, es una radiografía de la vida cotidiana en la diversidad de situaciones que afrontan sus personajes, con sus revanchas de sobrevida.

Por Xiomara Rodríguez

 

No dejan
saber que existo.
Me hielan
los sueños rotos.
Con los abismos
me callan
las historias
de los dos.
Me desandan
el deseo,
la costumbre
de esperar,
la insomne
locura triste
donde no estás.

 

 

Por Natacha Fuentes

  

La corona de mi amor cabalga sobre tu isla.
Deshollina agujeros devastados,
sacrilegio a los destrozos que estirabas.
Cuando la isla despierte
colgaré cada destrozo sin legar
que acibó mi paso,
no sollozaré más sobre un hombro ajeno;
sería bueno adivinar tu caricia más antigua.
Qué importa amamantar el erotismo,
transformar tus aguas
y descubrir tus acertijos.
Cada instante es un acertijo en la esperanza,
única manera de deshojar el calendario en tus bolsillos.
Es una isla legendaria que ganó mi mejor tiempo.
Ella se sentó sobre las márgenes
que cristalizan los cuerpos
y esfuma el horror por la humildad.
Cuando ella se ilumina
se enciende la fiebre de mis olas
y me olvido que alguna vez
la esperanza se puso a germinar entre paredes.

Por José Oriol González

 

Al amanecer del domingo
               vinieron unos hombres a pintar en mi patio
                            los árboles que después yo sembraría.

Los enterraron inmaculadamente,
                    con prisa,
                              como quien entierra
                                          cargas de explosivos mortíferos
                                                      porque se acerca un enemigo,

sin imaginar los frutales
                                   del mañana,
                                          sin pensar en los pájaros
                                                           que anidarán después;

los sembraron
                               y se fueron con las palas y los picos en alto
                                          enrojeciendo carcajadas,
                                                                trotando,

Por Magaly Ojeda

 

Amigo
tengo este mar
dentro
esta ameba que se parte
esta luz
mi montaña
el rocío
la sed
la tormenta
un pedazo de ciudad
decadente
un amor de pesadilla y estrellas
una locura desfasada
la flor que doy en cada beso.

 

 

Por Orlando Victor Pérez Cabrera 

 

OP: Maestro, ¿cuáles fueron los propósitos que tuvo el pasacalle?

JO:  Nos propusimos sacar al pueblo y ponerlo a ver y a actuar el teatro en los portales, en medio de la calle, etc. ¿Cuál fue el combustible que empleamos para movilizarlo? Pues, los nombres de las instituciones, qué se hacía en ellas, las costumbres, las tradiciones, sus personalidades más representativas de cada época, teniendo el 3   de Mayo como eje central, pues como tú sabes es el Día del Cumanayagüense. Tratamos de extraer el argumento de las leyendas, de la historia, de las costumbres, de las tradiciones; y lo que no, pues nos lo inventamos o lo insertamos en el argumento por obra y gracia de ese mágico poder de invención que tiene el teatro. En esencia, en eso consistió ese pasacalle.


OP:
Sí, Maestro, uno de mis propósitos con esta entrevista es precisamente preguntarle sobre el origen del pasacalle como espectáculo colectivo.

JO:  Pudiéramos encontrarlo con exactitud en el "Patrice Pavesse", pero te digo de antemano que "pasacalle" significa como un divertimento teatral, un juego, que se hace precisamente en la calle y que cambia la rutina establecida.  Es una especie de esperpento quizás o de representación juglaresca o de carnaval que los españoles con toda seguridad, han nombrado "pasacalle”.

Por Arianna Fonseca


Nació Luis como las flores
con la esperanza madura,
y tatuó con su amargura
la voz de los ruiseñores.
Supo llorar sus amores
y aliviar con la tonada
la jarana cultivada,
las raíces campesinas,
las metáforas más finas
y el recuerdo de su amada.


Tomado del libro Bajo el ala de un sinsonte. La pereza Ediciones, Miami, Fla., EE.UU., 2017. (N. del E.).

 

 

Por Claudia Teresa Cabrera

 

es soledad envuelta en soledad,
insomnio en insomnio,
gorrión en cautiverio,
desierto en el infinito,
lucero escapado,
labios sedientos
yermo sobre yermo
y luto en el mar.
Estoy
        atrapada en
                         un banco de arena.