Por Nélida Puerto

 

A mi padre, quien me donó el tesoro de la poesía.

Ese dedo calloso me ha obsequiado
trazo y verso capaz de trasmitir
con libros de experiencia, al escribir
en el renglón absurdo del enfado.
A través de su rustico legado
cuando  trae ritmo el viento en su caída
donde al atardecer la garza anida.
Mi padre sin estudios supo darme
su melódica ternura y entregarme
la nota mas profunda de mi vida.

 

 

Por José Sánchez (Pepe)

 

Jorge Ángel Hernández (Vueltas, Villa Clara, 1961), es narrador, poeta, ensayista, crítico literario, sociólogo y editor. Tiene publicados libros en los géneros de narrativa, poesía y ensayo. Sus textos aparecen en antologías de cuento y poesía cubanas. Colabora con artículos críticos, ensayos, entrevistas, reseñas, poemas, cuentos y traducciones, en varias publicaciones periódicas impresas y electrónicas. Le han otorgado diversos premios y distinciones y ha representado a Cuba en eventos internacionales.
     Su novela Pantalones de nube, publicada por Obrador Ediciones, 2021, forma parte de la trilogía George Fausto; compuesta, además, por George Fausto (inédita) y El callejón de las ratas (Capiro, 2004). Según palabras del propio autor, pertenece a una etapa de experimentación con el lenguaje, las historias narradas y los recursos narrativos, que alcanzan su clímax en la parte de la novela titulada “La Compañía”. El tema es la búsqueda de la felicidad y la agonía de no poder lograrlo; en realidad, como lo hiciera Fausto: vendiendo al Diablo el alma. El ambiente es el de la contemporaneidad de los años 80’.

Por Alexey Ruiz

 

A la sombra de la desdicha
cambié de piel:
más tenue, tatuada,
con las monedas del Aqueronte.


En el ocaso

Tirando a lo profundo
mis sueños de adolescente.
Todo el cuerpo expuesto,
marcado por sombras
que endurecen mis sentidos.
El mañana se construye sobre tu cuerpo
para reclamar lo tuyo.
La muerte rueda marcada por mí,
se traga el destino.
Alzando el último sepulcro.

Por Marisol Velázquez

 

(Al Gran Fray Bartolomé de las Casas)


Por cualquier calle
          anda
    con el tiempo
dentro del traje talar.

La cruz de su pecho
levanta en una mano
el índice contra el mal
y le pregunta:
“¿Dónde empieza el bien?”

Ya no son arrodillados
los indios de Arimao
     o de Cumaná;
otros ahora
     viven o yacen,
juntan sus caras cobrizas
          al pasado,
y les ordenan a sus rodillas
erguirse con espadas.

 

Por Xiomara Rodríguez

 

…pero faltas en el escondite
que me niego a delatar.
Faltas en los anuncios
de mis cartas;
en el episodio donde
anida el desamparo.
Faltas en la ausencia
y en los labios.
Faltas…

 

 

Por Félix Corona

 

Todos pasan
vistiendo la sonrisa de andar,
en las manos
un retazo de lluvia.

Gaviotas y óxido
para un viaje a la sal.

Hay, en el desnudarse,
un ejercicio latente
del vuelo,
ritos de paso
a la infancia pretendida.

Óxido en esta sal
y un viajar de gaviotas.

Desnudarte en la lluvia que aprendo,
revuelo de manos,
canto ritual, barcos y andares:
atardece lo que mientes.

Por Luisa Macías


No duermas,
la mañana hoy asusta
y deseo que me aquietes la cabeza.
No duermas,
te  llamo en un instante
y a lo lejos el teléfono enmudece.
No duermas,
ya presiento  la impaciencia
de nostalgias carcomiendo la memoria,
imagino los sueños que me aguardan
en la noche detenida  en  tu silencio.
La batalla está perdida desde el tiempo
atrasar hoy el reloj es imposible. 

 

 

Por Nicolás Águila

 

Siempre tuve dudas con la identidad de los integrantes de los dúos. Quiero decir que, por ejemplo, nunca he tenido claro cuál de los dos del famoso dúo era Simon y cuál era Garfunkel. Igual me pasaba con Lidia y Clodomira, así como con Las Grecas. De estas no sabría distinguir a Tina de Carmela. Podría argüir que uno no vio sus fotos o vídeos antes de salir de Cuba, pero es que también me pasaba con Tom y Jerry, los graciosos personajes de aquellos muñes que veía desde fiñe. Nunca llegué a saber si Tom era el gato o el ratón. Con Laurel y Hardy, tres cuartos de lo mismo, aunque como les llamábamos El Gordo y el Flaco nos resultaba muy fácil diferenciarlos. En cambio, no tenía ese problema con Los Compadres, porque Lorenzo Hierrezuelo, el divertidísimo Compay Primo, se mandaba un feo inconfundible. Ni tampoco con Olga y Tony, obviamente. Y ni siquiera con Clara y Mario. Por otro lado, a Caraeglobo y Soplete los distinguía uno del otro por la gracia narrativa de Armando Calderón. De ampanga, queridos amiguitos. 

 

 

Por Claudia Teresa Cabrera

 

El reverso de la cara,
las pupilas del corazón
sangran por los labios
y cobijan mi garganta
con dulzor de hipocresía.
Como póster del demonio
está diseñado el sonreír,
y cuando da en el blanco de la frente
se disfraza el ángel de la bondad.

¿Qué bondad, Lucifer, si me apuñalas
con fino holán?
¿Por qué la vértebra de tu puño
clava la lengua en mi cruz
y me ataca el tejón?

Por Magaly Ojeda

 

Besar sus cicatrices
compartir un beso y un café
al alba
bajarle una estrella diferente
cada noche
sólo quería vivir sin mentiras
recostar mi cabeza
entre sus manos
beberme sus ojos y su risa
sanar el desastre de mis días
entre el calor de su piel
y sus enojos.

 

Estela

Amigo
tengo este mar
dentro
esta ameba que se parte
esta luz
mi montaña
el rocío