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Por Nicolás Águila
Hace un año el Cristo Redentor de Río se iluminó de amarillo y verde, que son los colores de la bandera brasileña, los de la camiseta del N.º 10, que en realidad era el número uno, el number one sin discusión, el tricampeón mundial que fue y sigue siendo, que es y será. El Rey indiscutible, O Rei tres veces coronado, el rapaz que cambió el fútbol y lo convirtió en un espectáculo comercial (si señor, ese es su gran mérito, no coman tanto cuento), el que impuso el “jogo bonito”', juego lindo como el samba carioca, el mejor deportista del siglo XX, así declarado en el año 2000 por el Comité Olímpico Internacional. Una leyenda, un mito, pero sobre todo un señor, incapaz de llamarle bobo a un adversario. El mundo lamentó su pérdida, lo lloró su madre Celeste a sus cien años, lo lloró todo el pueblo brasileiro. Había muerto Edson Arantes do Nascimento, pero seguía vivo y sigue reinando el gran Pelé, the one and only.
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Por Pepe Sánchez
el tigre es fiero fiero fiero
el topo es torpe torpe torpe
Yo sueño con tiranos me levanto
sueño y no tengo guardaespaldas
sus muertos arañando el palacio
Con qué vida pagar tanta muerte
el topo es torpe torpe torpe
el tigre es fiero fiero fiero
Yo desbarato mi casa al amanecer
le prendo fuego fructífero
arrojo sus pesares a la calle
Con qué muerte cobrar tanta vida
el tigre es fiero fiero fiero
el topo es torpe torpe torpe
Yo no soy el tigre de la malasia
y si viene rujo con toda fiereza
el topo a matar en mi pedazo de selva
Con qué muerte defender mi vida
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Por Magaly Ojeda
La oscuridad no es total
si tú como al descuido
dices hello
entonces
puedo ver la luz de una estrella
a puertas cerradas
el hambre de mi calle
la impotencia del calor
que asfixia sueños y promesas.
Mosquitos, grillos,
lluvias, ranas y derrumbes
cantan en mi almohada.
A puertas cerradas
se aviva la esperanza
si un hello llega
y en la oscuridad
puedo sentir tus manos
aleteando en mi piel.
Esta mujer se deshace
en los labios que suspiran
la última gota de miel que nos quedaba.
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Por Elsie Carbo
En mi pueblo, que como todos saben es Cumanayagua, había un solo cine, Arimao, y cuando en medio de la película se trababa el proyector y la sala quedaba al garete, la gente le gritaba al proyeccionista: ¡Cojo, cabrón, suelta la botella...! y ya ustedes tendrán una idea del porqué el trabajo del cojo no quedaba bien, pero nunca pasaba de unos cuantos gritos y risotadas, hasta aquel lamentable episodio dantesco donde fue arrastrado sin piedad calle abajo por echar a perder el rollo en medio de una película espectacular que medio pueblo varonil estaba esperando, que era nada menos que un filme de aquellos donde actuaba la famosa vedette Tongolele, muy alabada por sus curvas y recurvas y que algunos románticos cinéfilos de aquel entonces recordarán, si es que aún están vivos.
Es parte de la leyenda oral recogida en la memoria; pero realmente confieso que eso hubiera querido hacer yo hoy martes con el proyeccionista de la novela turca de las tres de la tarde, porque tal parece que el compañerito comenzó temprano la juerga con el ron de fin de año.
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Por Nélida Puerto
A Leonor Pérez Cabrera, in memoriam
Vientre de luz, multiplicado en pena
cuando mira la tarde desde un verso
del retoño que vibra al universo
mientras roba lamento a su condena;
el dolor puso ritmo a la cadena,
susurraba un canario en la ventana
y Pilar atraviesa la sabana
mientras sueña la brisa retadora.
Una espiga perfuma con su aurora
a la madre, en la gloria más temprana.
Con este texto la autora obtuvo Premio en el Encuentro-Debate Provincial de Talleres Literarios 2023. (N. del E.)
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En grato estuche de amor
pone el verso de cristal
y en lira primaveral
hay un sueño trovador.
Es diciembre que retorna
con rimas en la mirada
y se ofrece cual tonada
con canto de amor que adorna.
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Por Yusbiel J. León
Si me lo hubieras pedido
qué importa un diciembre menos
si de los mismos relojes
a gastarme voy y vuelvo.
Quizás no fuera la casa
cómoda para el invierno
ni hubiera tanto domingo
agujereándose el pecho.
Si me lo hubieras pedido
casi seguro en el eco
atemporal de la sangre
no me hincara tanto miedo.
Pero ya fue mucho ruido
tu sosegado silencio.
Me audito lo relevante
de la vida y no te encuentro.
Me cavo al cruzar la espalda
un orificio sin techos
respirándole las tardes
a los horizontes muertos.
Si me lo hubieras pedido
no te estuviera escribiendo.
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Por Alexei Ruiz
Tirando a lo profundo
mis sueños de adolescente,
todo el cuerpo expuesto,
marcado por sombras
que endurecen mis sentidos.
El mañana se construye sobre tu cuerpo
para reclamar lo que es tuyo.
La muerte rueda bañada por mí,
se traza el destino
alzando el último sepulcro.
Con esta poesía el autor obtuvo Premio en el Encuentro-Debate Municipal de Talleres Literarios (octubre de 2023), auspiciado por la Casa de Cultura Habarimao, de Cumanayagua, Cienfuegos, Cuba. (N. del E.).
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Por Javier Feijóo
Mientras se sentaba en la barra de un bar de mala muerte con la mirada perdida entre las luces del demacrado recinto, escuchaba una música que sonaba al fondo, ya que era lo único que hacía la diferencia entre aquel lugar y un cementerio.
—Es una mierda la verdad —se dijo en un momento consciente, después de analizar la melodía—.¿Por qué rebuscar mis miedos? No sé, creo que me gustan, sí, tiene que ser eso —murmuraba mientras apretaba en su bolsillo una espantosa navaja—. Es culpa de ella, me hizo un adicto a la adrenalina.
Continuamente se le presentaba invitándolo a pecar, a realizar lo que no debía y a la vez necesitaba. Él era su artífice predilecto, sabía esculpir y dar formas caprichosas a la carne como nadie lo hacía; ella era su musa, la que movía su mano mientras realizaba su labor. Siempre con el miedo de ser capturado y llevado ante la supuesta justicia, aplicada por abogados y policías corruptos, todos unos muertos de hambre capaces de vender su alma por cuatro kilos. Cuando pensaba en esto, su mano caía con más furia en aquellos cuerpos agonizantes, mientras una sonrisa se dibujaba en su rostro.
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Por Magaly Ojeda
Buscar sus cicatrices
compartir un beso y un café
al alba
bajarle una estrella diferente
cada noche.
Solo quería vivir sin mentiras
recostar mi cabeza
entre sus manos
beberme sus ojos y su risa
sanar el desastre de mis días
entre el calor de su piel
y sus enojos.
Nostalgia
Yo también he sido
una chica mala
perseguida por culpas
y fantasmas
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