Lo que vive y se convierte
en pasado que se olvida,
es la parte de la vida
que siendo vida ya es muerte.
El Indio Naborí
Como caricia de grito
converges, rompes, inhalas;
Y en un santiamén tus alas
descubren el infinito.
Me desarmas en el rito
en que me dejaste inerte.
!Cuánto paisaje sin verte!
Es el tiempo quien te hace,
como todo lo que nace,
lo que vive y se convierte.
Fui tus huesos y la nube
donde descubrí tu sueño.
Fui sosiego en el empeño
trunco, cuando te retuve.
Te hice, de cuanto tuve,
construí vida, con vida.
Recuerdo la despedida,
agreste en que te perdí,
entonces me convertí
en pasado que se olvida.
Nacer, crecer, descubrir,
ver los insomnios del mundo,
ser arrogante, iracundo
son partes del existir.
Si lo pensamos: parir,
es la más dura embestida.
Existencia repartida
entre dolor y coraje.
No es magia, ni es un pasaje,
es la parte de la vida.
Fragmentarme como espejo
disperso por el planeta
es contemplar al cometa
o en la pantalla, un reflejo.
Ya se está poniendo viejo
el dolor de no tenerte:
Como no estar, es no verte.
¡Cómo es de revés tu ausencia!
¡Cómo muerde esta sentencia
que siendo vida ya es muerte!
Con este poema la autora obtuvo Premio en Décima en el Encuentro-Debate Provincial de Talleres Literarios (Cienfuegos, Cuba, 14.11.24). (N. del E.)