Por Yusbiel León

 

Volví a la casa, volví
Al santuario de madera
Que más que vergüenza era
Un tesoro para mí.
En cuanto en el sol abrí
Los ojos, detrás sentía
El agua por donde un día
El niño que se hizo un hombre
Dejó flotando su nombre
En un trozo de agua fría.

Salté los riscos, pasé
El susto de acantilados
En donde un día colgados
Los codos míos dejé.
Llegué al río, lo encontré
Apuradamente lento,
Y a la palma que del viento
Caer una tarde vi
Llorando le agradecí
Que me guardará el asiento


Doblé el alma a la mitad,
Eché los ojos al río
Y encontré un recuerdo mío
Nadando a profundidad.
Discutí con la ansiedad
Términos de referencia
Y con la misma paciencia
En el agua que corría
Mientras más cristal huía
Otro curaba su ausencia.

Me encontré con los nudillos
Donde mi abuela enjuagaba
La mordida que le daba
El polvo a los dobladillos.
La piedra llena de trillos
Trazados a paletazos
Me habló llorando a pedazos
De la tarde en que el jabón
Se le fue con un ladrón
De cristal de entre los brazos.

Busqué el tronco de la yaba
Que nos prestó la solera
Y donde había madera
Sembrada la ausencia estaba,.
Un ruido me caminaba
La niñez tranquilamente
Y en el bullicio silente
Del apacible sonido
Me echó el río en el oído
El susto de la corriente.

Hurgué en el agua, no vi
La foto, pero las veces
Que le eché pan a los peces
Todavía estaban allí.
Cerré los ojos, volví
Orgulloso de lo mío,
Y en un espacio vacío
Que en el corazón tenía
Colgué la fotografía
De los adioses del río.