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Esta tarde llueve, como nunca y no
tengo ganas de vivir, corazón (…)
César Vallejo
Por Orlando V. Pérez
Hoy llueve de manera inclaudicable,
y no estoy en París,
y aún tengo ganas de vivir,
maltrecho corazón.
Hoy llueve no contra los cristales
ni sobre la hojarasca
ni sobre el pavimento.
Hoy llueve en mí,
y la madre me ha parido la nostalgia.
La memoria se diluye en cada gota:
ya no soy más
que un río desprovisto de sus márgenes.
Hoy llueve como nunca
y me contemplo
árbol que busca sus raíces.
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Te siento entre los cantares
asentados en mi pecho,
porque tu voz armoniza
desde el aire que te siento.
Con cuartetas de esperanza
haces liras del esmero
por un retorno apacible
sobre el arca de un espejo.
El azul de las tonadas
le da coraje al consuelo,
donde aparece tu estampa
con los acordes de un eco.
La raíz de la bondad
hace florecer lo bello
de tus palabras erguidas
bajo la escolta de un sueño.
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Por Orlando V. Pérez
Estamos inmersos dentro del contexto de la Jornada de la Cultura Cubana en su edición de 2022, a celebrarse del 10 al 20 del presente mes, en torno a dos memorables fechas: el levantamiento en armas de Carlos Manuel de Céspedes en su ingenio Demajagua el 10 de Octubre de 1868, hecho que marca el inicio de la Guerra de los Diez Años, y la entonación por primera vez en el que devino Himno Nacional, compuesto por Perucho Figueredo, en la ciudad de Bayamo, el día 20 de Octubre de 1868, tras haber sido tomada por los insurrectos que integraban el incipiente Ejército Mambí.
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Por Elsie Carbó
Como parte de un sin número de gestos altruistas que por estos días los cubanos ejercen para ayudar a los damnificados en Pinar del Río por el paso del ciclón, un grupo de amigos unidos por el amor al terruño lejano decidimos aportar lo que se pudiese en nombre de los cumanayagüenses que viven en La Habana, y de esa manera ayudar en alguna medida a remediar la triste situación de los que se han quedado sin nada.
Así mediante una convocatoria en las redes sociales se han estado acopiando donaciones de distintos géneros que van desde medicamentos, ropa, zapatos, artículos de aseo y otros, que se llevarán al Consejo de Iglesias de Cuba, para que, posteriormente sean trasladadas hasta un punto en Pinar, donde después serán repartidas entre los necesitados.
De esa gestión se encargó personalmente Omar Rivero; en cuanto a las colaboraciones en esta primera fase llegaron las de Jorge Andrés Puello Hernández, Mario Muñiz, Berta Ferrer, Elsa Valdés, José Antonio Subires y Francisco Lago, más conocido en el pueblo por Paquito.
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(Y a mis zapatos, por supuesto)
Por Yusviel León
Cuando las calles te cruzan
Los dolores de las suelas
El polvo sabe de ti,
De tu culpa o tu inocencia,
Comentan de tus caídas
Las marcas sobre las piedras
Y las llagas del tropiezo
Duele menos que las lenguas,
El cupo de manos blancas
No excede a las almas negras
Pero salir es mejor
Que temerle a las callejas,
Tropezar es importante
(A qué lo esquives, te enseña).
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Por Nicolás Águila
Cada solución genera un nuevo problema, que a su vez requerirá una nueva solución, la cual planteará otro problema que necesitará otra solución, y así ad infinitum. A eso unos le llaman progreso y otros la Ley de Murphy. Mi abuela le llamaba “el remandingo de la vida”. Y creo que estaba en lo cierto. No había rabo de nube que prosperara en el pueblo de Cumanayagua porque ella sacaba la tijera y lo cortaba en el acto al conjuro de su oración infalible: “Con dos te miro, con tres te espanto, con la gracia de Dios y el Espíritu Santo”. Y adiós tornado.
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Por Pepe Sánchez
Ya verás cómo derroto tu arrogancia
muchacha de tetas subversivas
por ti asalto el palacio presidencial
me hago diplomático acreditado entre tus muslos
verás cómo domo tu mirar de maja
mi aliento mafioso recorrerte finalmente
soy un apasionado un loco sin bridas
el resplandor que ha de doblegar tus ojos
ya tú verás
ya verás
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Por Nicolás Águila
La suerte es loca y a cualquiera le toca. Y al que le tocó le tocó, como a la hermana menos agraciada del cuento, que sobrevivió a la epidemia. Y por eso se dice que la suerte de la fea la bonita la desea.
El azar claro que cuenta, y tanto, con sus avatares y peripecias. Mas si marzo mayea y mayo marcea, eso son solo veleidades de la primavera, que la sangre altera, según el refranero meteorológico.
Cuando la suerte tarda en llegar y no da señales ni de humo, entonces uno tiene que inventarse su propia suerte. Vaya, hay que salir a buscarla, a lucharla, a ligarla. “Al final la vida es una fiesta y uno mismo tiene que convidarse”, como dijo un escritor cursi y superficial, de esos que acuñan frases rotundas de bellas fruslerías y pompas de jabón, a modo de cápsulas de reflexión o burbujas de autoayuda. Aunque ahora no recuerdo cuál de los dos acuarelistas de la tontería latinoamericana fue el que lo dijo.
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Por Nicolás Águila
Vinícius de Moraes fue un poeta brasileño de primera línea que no tuvo complejo en volverse letrista del bossa nova. Muy convencido de la fugacidad de la dicha, apostaba al aquí y ahora del que sabe que la felicidad viene con fecha de vencimiento y apenas se reduce a esos instantes fugaces eternizados en su breve intensidad irrepetible.
Vinícius se quemaba en el fuego del amor hasta que los últimos rescoldos se le apagaban entre los cubos de hielo de su whisky on the rocks. Llegada la hora del desamor y la ruptura, se refugiaba en su rincón favorito para sobreponerse a la saudade —esa nostalgia punzante tan luso-brasilera— en una sesión de terapia alcohólica con Tom Jobim, su confidente y amigo, además del músico que le buscaba a sus poemas la melodía exacta.
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Por Sergio Nodal
Versos Salvajes son esos
que vuelven del horizonte
como soltándole al monte
todos los pájaros presos.
Le van triturando huesos
al silencio despedido,
y en el último estampido
de la aurora que estremece,
una mujer reaparece,
pero con otro vestido.
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