Por Beatriz Peña Zayas

 

Oscura nube asomó por mi ventana.
     Miré con tristeza su negrura, le pedí alejarse y con mis manos la empujé. Tantos quehaceres la apartaron. Caminé, en ella me situé y le pregunté:
     —¿Por qué vienes si las lágrimas se agotaron? ¿Por qué llegas si los rotos enmendé? ¿A qué vienes si  abrigué la soledad? No. No tienes ya nada más que talar. No tienes ya nada más que herir.


Miembro del Grupo Luneros (N. del E.).