Por Shineré Gala Ávila

Los animales salvajes,
no logran entender
esa tendencia suicida
de las hojas viejas en los parques.
Nosotros, los más domésticos
del bosque de las estatuas,
pisoteamos fuerte
para escuchar un crujido metálico,
que cuando pase una avalancha de tiempo,
será aún más triste que nuestros ojos.
Los animales enteros,
como salamandras traslúcidas,
tirados en la tierra con naturalidad,
 tragamos toda nuestra especie y
                                 nos vamos jorobando.

Por Lidia C. Hernández

Ellas llegan como palomas. Es difícil imaginar alguien tan feliz a esta hora de la madrugada. Aletean a pasos cortos. Puedo sentir las endorfinas en el aire, el amor quizás. Imagino que durmieron juntas. La del pelo corto con la cabeza apoyada en el pecho de la otra, la que siempre ríe, la que definitivamente marca el paso. Traen en sus cuerpos el sabor, el olor del pasto húmedo, recién cortado, estoy segura de que beben una de la otra…, polillas encandiladas de su propia luz, cuellos frágiles, frágiles y sonoros, lirios quizás…, no necesito las emanaciones del sílice para ver el cáñamo balanceándose sobre sus cabezas, cáñamo púrpura. El tiempo es otro, las gentes…

Por Georgina Herrera

Figura solitaria transitando
un camino inacabable.
Sobre los hombros lleva
su mundo:
trinos,
sueños,
cocuyos
y tristezas.

Por Jessica de la C. Díaz

Te cuelas nuevamente en mi vida. Inundas cada espacio que pobló tu risa, donde se posó tu mirada, donde me arrancaste un beso. Llenas de alegría mi soledad y haces avanzar las horas de aquellos hermosos e intensos momentos.

Te extrañaba tanto que al verte sonrío. Tú también lo haces, con un guiño de tus azabaches ojitos me regalas un perfecto instante de felicidad. Apartas de tu rostro el negro bosque de tus cabellos con un gesto y vuelves a sonreír. Entonces tomo tu mano, la aprieto, la acerco a mi corazón que con una sobrenatural fuerza intenta metérsele dentro.

Por Dania M. Valle

Otra senda

Se abre una puerta en el muro, me recibe un laberinto cuando mi huella un distinto paisaje quiere, el conjuro contra el sorbo de cianuro y ese instante que provoca un signo que me coloca el frío y la soledad. Hoy yo busco la heredad que un nuevo pacto convoca.

Voy alejando la muerte, mi raíz de la ceniza y toda historia hecha triza dentro de la sombra inerte. Yo me evado de la suerte hecha de sal y de bruma —de esas caras de yagruma que el oráculo me instala— pido el tiempo que acorrala esa angustia que me abruma.

Por Nelson Machín

El amor tiene de cruel
que cuando no es perro fiel nos mata.
Si por la vida de gato indiferente
acorrala a las almas y las desgarra. 
Sufre además por ser
un corazón puntual
cuando se atrasa. 
Con olvido,
condenamos al amor
por perro infiel,
si muerde lejos,
cuando aparentemente
estamos tan cerca de su boca.

Por Ana C. Rosabal

Sé de ti porque lo vivo.
Sé de tus andares, travesuras y escaladas.
Y aún así, deseo quererte más que un beso.
Viento de mis noches, luz de mi almohada.
Sé que eres libre aunque digan lo contrario.
Sé de tu alma gemela que se escabulle en una cama.
Y aún así, decido enarbolarte en mis sentidos.
Deuda de tus juegos, prefiriendo ser tu dama.
Sé que un día irás tras la vela de otra barca.
Sé que buscarás mis aparejos en su buque.
Mas, solo tendrás una débil esperanza.
Un día seré a lo lejos tan solo algún recuerdo.

Por Miguel Á. González

                …que se van diciendo adiós.

                            Luis Gómez

Que se van diciendo adiós
Como emigrantes palomas,
Son los líricos idiomas
Que mueven garganta y voz.
Letras que viajan en pos
De un cúmulo de emociones
Y llegan a los salones
Marginados del oído,
Hasta descubrirle un nido
De imaginarias razones.

Por Lidia Hernández

Los huesos llevaban días diciéndole a Paco que la lluvia estaba por desbordar la montaña, pero,  para estar seguro, esperó por el tintineo completito del esqueleto.

Bajar al caserío por la hija y el nieto demandaba premura. La inesperada muerte del yerno los había dejado solos entre los pescadores, pero enamorados del mar, aplazaban una y otra vez el regreso a la sierra.

Cuando Paco dio cobijo a los animales, hundió las herraduras en el fangal. Entonces todo fue bajar y resbalar, alumbrado por las centellas. No sé quién tuvo más coraje, si él o su yegua. ¡Bendita percherona! Solo puedo decirle que cuando amainó, la hija y el nieto estaban en la loma.

En menos de una semana, la hija floreció, su tonada se escuchaba antes de arribar a las talanqueras, pero al pequeño Guancho le costó lo suyo.

Por Ariesky Castillo Reyes

…que se van diciendo adiós

                         Luis Gómez

¿Que se van diciendo adiós
las musas que me inspiraron?
¿Quién dijo que se apagaron
los destellos de mi voz?
Si es en el abismo atroz
donde nutro mi poesía,
en el dolor y en la fría
soledad que cae en mis hombros.
Rescato de los escombros
la naturaleza mía.