Por Raúl Jiménez


Este taller cienfueguero
de la cultura cubana,
a la Patria la engalana
con esfuerzo verdadero.
Quien viene aquí es con esmero,
firmemente decidido,
y por lo que yo he vivido,
las obras continuarán,
porque jamás pasarán
a los tiempos del olvido.

Por Isnoel Yanes


Esperar es oficio, una suerte de vapor
que nos hace enmudecer, ser un silencio
      que presume.
Esperar descalza la mente
y deja su tiempo en una terraza
donde dormitan las horas, como ríos que rehúsan
extender su cauce a los océanos.
La espera tiene una tradición propia
y algún día, seguramente,
podré arremeter contra su pereza.

Por Olga L. Martínez

El ángel sigue solo. Acurrucado entre los árboles, en el bosque casi azul, casi mustio. Inmóvil. De espaldas. Sus alas, presas. El cielo, lejos. Y no hay ramas que se estiren para salvarlo. Los gigantes siguen rodeando su pequeño cuerpo desnudo. Duele la mirada. El miedo no consigue ver el susto. No sabe distinguir entre un bosque azul y uno auténtico, donde pueda posarse un pajarillo.

                   V


Por Carilda Oliver Labra


Es necesario a veces quedarse en una esquina
mirando con desdén a la gente que pasa.
Es necesario a veces salir de nuestra casa
y averiguar por dónde el cielo se termina.

Y resulta prudente beber la medicina
y sujetar un jarro por el medio del asa
y componer el viejo reloj que se retrasa
o alimentar un gato que vive en la oficina.

Y es agradable oír cómo se quema un leño,
contar una mentira o acostarse con sueño.
Es necesario casi maldecir algún nombre

y repetir el eco de esta palabra: adiós.
Es necesario todo…, hasta creer en Dios,
para así parecernos terriblemente a un hombre.

Por Raiza Olivera 


¡Ay, la margarita!
No teman la amenaza, el deshoje.
Yo desvarío.
Dudo.
No es fortuito cada pétalo
O la decisión errante.
Es el amor
Un punto de partida,
Ya pasaron los años del deshoje,
Ya cambió la estación.
Y yo, para conservar los pétalos
miro, pienso en cada música
cada sonrisa
cada voz.
Jamás arrancaría el pétalo.
Mis sentimientos yacerían junto a él
Y ya no son otros ojos
Que los de los amigos muertos
Que andan por las luces,

Por Anisley Fernández

ya usual:
sentarme en pórticos de noche
con un cuchillo entre las manos
fingir que el hambre es gloria

el cazador que robará tu piel también escurrirá su hambre
contra la fantasía de las muchachas que salen a cazar su pan
embarazadas de una quietud un hambre céntrica
como punzón al seno
son estampillas de purpurina
materia de una restauración irreductible
están echadas a la suerte del zoombie
y llegan lejos muy lejos
a pie

Por Yadira Troche


Con mudeces sobrevivo:
soliloquio aletargado.
De este verbo amordazado
me nace el solo motivo
de crecer. ¿Cuán fugitivo
vuelve mi olor a las voces
reprimidas? ¿Cuáles goces
olvidé como si nada?
Muda, silente, vedada...
bajo tus manos atroces.

Por Raiza K. Olivera

El Gong!
El crujir de hielo.
Otras razones cual avalancha
que salgan de la caverna
arrastrándose, golpeándose,
por ojos, venas y dedos de los pies,
a embestir al mamut hasta la muerte,
a devolver la bestia a las paredes,
al relieve anunciante del ciclo.

¿Cuándo comienza el nuevo tiempo,
cuál es la señal,
dónde,
quién,
qué signo le identifica?
¿Qué pintó el hombre?
¿A sí mismo lanzado contra el mamut?

Por Ricardo Riverón

Crecer en la suavidad
del aire, del aire alumbra los sueños,
aunque con ojos pequeños
nos mire la claridad.
Ya que ser niño es la edad
donde nos vamos quedando,
sin saber cómo ni cuándo,
aunque la luz esté muerta,
siempre que se abre una puerta
sale la noche volando.

 

 

Por Ana Teresa Guillemí


Yo descubrí unos enterramientos en el Castillo; una era la Dama Azul, pero otra muerta, mucho más reciente, estaba vestida de verde, a lo mejor era una miliciana. Urra sabe de qué estoy hablando. (Se refiere a Urra Maqueira, escritor y crítico de arte).
     La leyenda de la Dama Azul, que aparece en el Castillo y se pasea por las almenas antes del amanecer, con su velo y un pájaro blanco, es muy linda y la Dama seguramente que era también.