Yo estoy triste y tú estás muerta...

            J. C.Zenea

Por Daína Chaviano

Amor mío:
No hay un solo minuto de esa luz que termine
cada paso que comenzaste.
No eres tú la piel que los amigos dijeron:
carcomida carne a punto de morir
Mi voz toca a rebato
el canto del viento entre las tumbas.
Por eso no quiero hablarte del sol o de la vida.
Esta noche lleva el sello de un tálamo sangriento.
Sobre mi cuerpo traigo tu corona de muerte
y aquella luz...
Recuerdo muy bien tu voz,
la sombra de las pecas en tu espalda
y una lista fugaz de perversiones
fraguadas junto al oído.

Por Yadira Troche

Nunca podré escribir si no en la sima
que erosiona en taludes mi demencia.
No lograré versar sin la sentencia
de la daga brutal que me lastima.

No digo: no lo intento… pero ultima
este ocultar las lágrimas, mi amencia.
Prefiero la hojarasca, la estridencia
que muere de fundar mi pantomima.

De fracturas el alma me estremece...
y es que soy solo versos cuando existo
bajo el tenor del golpe en mi costado.

Siempre abrazo mi numen donde crece
de tristeza y espina un anticristo.
No escribo sin dolor, si no he sangrado.

Por Anisley Fernández

No voy a hablar de mi ciudad
queridos poetas franceses
voy a ocultar las cosas que se ocultan
aferrarme al murmullo de la isla
y sus puntos neurálgicos de amaneceres rotos.
Aderezar la lógica dentro del óvalo enfermo de la urbe
meter el dedo en la llaga
meter la lengua en boca de la fiera
medir los potenciales de su úvula
para estar despierta cuando grite.
Las cláusulas de mi sangre han renunciado.
Mis tejidos entumecen el sueño.
Por una hendija carrasposa se hunde el ojo impune
ojo cobarde y despavorido
ojo que vomita mi angustia iridiscente.

Por Raiza Olivera

Acompañamiento a las madres que lloran hoy por sus hijos.

Si mis ojos mojados te detienen, no los veas, solo es el viento al pedir que sople tus velas y te lleve sano donde vayas. Que mi espíritu te colme de paz en los días más largos y las noches más frías, que te acompañe cuando desees volver. Son mis brazos para que yazcas, incluso a la sombra del no existir.
     ¡Hijo! Ve, ve sin miedo. Hazte el hombre más feliz. Y sea esta lluvia el cauce de mi seno, la que te guíe como una estrella a tu destino. Que tu destino se parezca siempre, al color de mis ojos cuando te miro.

 

 

Por Richard Gutiérrez

El tiempo guarda ilusiones
de promesas incumplidas.
Son las palabras perdidas
y las malas decisiones
las que rompen eslabones
del querer y la confianza
como la punta de lanza
que deja el corazón roto
o como el falso devoto
que invade toda esperanza.

Detrás de cada promesa
crece un falso juramento,

Por Olga L. Martínez

Él no supo de la risa,
ni del llanto, ni del beso.
Él no supo del travieso
saltimbanqui. ¿Fue la prisa?
¿O acaso cortó su brisa
con las tijeras del miedo?
Él no supo. Quizás puedo
entregarle mi alboroto.
Pero… el ruido es frío y roto:
con suspiros y sin credo.

 

 

Por Virgilio López Lemus

Orlando Víctor Pérez Cabrera ha bebido de la mejor fuente lírica de la lengua, y el agua de la poesía brota de uno de sus poetas máximos: Antonio Machado, quien le sirve para trabajar el pie forzado con versos del maestro español, y que en este caso no son «pie» de estrofa, sino que aparecen en diversas partes de ellas. Logra diez bellas espinelas que parten de un tema emotivo, crecen en juego compositivo y se resuelven con destreza y también con elegante espontaneidad.
     En cien versos se puede decir mucho, el propósito del poeta no es repentista (no son propios para el canto de raíz campestre) ni tampoco narrativo (no se relata un suceso), sino muy lírico. Incluso se diría que son décimas reflexivas hasta donde un poema pueda ser una reflexión y no solo una aprehensión estética. Los versos suelen estar aquí resueltos mediante encabalgamientos,

Por Maida M. García

Hazme el amor, 
pero antes conquístame.
Adivina que no estarás haciéndole cariños a un cuerpo, 
estarás fusionándote con un alma si de ellas sabes.
No serán abrazos fuertes ni intensos, 
serán delicados y pacientes, 
sin posturas inventadas.
No imagines hurgar en carnes duras, 
serán flácidas, tiernas y suaves como las pomarrosas.
No esperes improvisaciones, 
todo está probado, 
no serías la primera, sí la elegida.

Por Silvia Collado

Tu recuerdo

Extraño todos tus huesos,
tu olor de roída palma
y las pencas de tu alma
batiendo grillos y besos.
Tu rumor en embelesos
de pedazos de ventisca.
Lustra el quinqué la cellisca
y la lluvia, aliento arcano,
rasga la piel en lo humano
de un sol tibio que pellizca.

La guitarra, en un rincón,
goza a gritos de alfabeto
extractos de un esqueleto
de romántica canción.

Por Etianys Alfonso

Creo en mí, en este instinto de corazón viejo, en la sensación de haber latido en otros cuerpos. Soy tan acogedor y soñador como un legendario sauce. Cuando ordenas cerrar los ojos, se que piensas en lo que yo deseo y eres capaz de creer que en el “y si sale bien”, radica nuestro vivir. Y mis alas baten tu ajetreo de endorfinas, que como alucinógenos, nos lanzan en catapulta hacia el éxtasis.