Por Sandra M. Busto

Lleva en su brazo una pulsera de cuero con la imagen de un violín tallada en plata. La observa mientras una suave bruma llega lentamente desde su ventana a lo más profundo de un alma. Esa pulsera es lo único que le queda de las sombras de una historia de amor que se había diluido. Fijó sus ojos color miel en el mar y recordó el día en que un amigo en común le envió el teléfono de alguien a quien no veía desde hacía ya unos cuantos años. Y sí, ¿por qué no llamarlo si se conocían desde la adolescencia? Él había hecho un concierto recientemente y esa era la oportunidad de volverse a conectar. Decidió felicitarlo, aunque apenas creyó que él iba a recordar su nombre. Habían coincidido en aquel tiempo y espacio, antes de que la vida los llevara por caminos diferentes.Todo parecía tan lejano.  Actualmente ambos vivían en mundos totalmente paralelos, como dimensiones superpuestas entre sí, universos muy distintos. Él había conquistado su ciudad y el mundo, ella había decidido encontrar refugio en un precioso lugar, casi olvidado por la civilización.

Por Domingo Díaz Soa

Bebí en ristre del destino/ la amargura del desaire
sorbo a sorbo sin más aire/ que las piedras del camino
bajo las muescas del lino/ del silencio que desalma
las ilusiones, la calma/ en extrema languidez
donde el recuerdo solo es/ un gris contraste en el alma.

Viento negro, soledad / angustia, dolor y penas
el atuendo de las venas/ de mi propia oscuridad
empujada por maldad / de quien goza su ironía
sobre la ajena agonía  / decorando los hastíos
de otros ojos por los míos / en amarga profecía.

Si pudieran comprender/ que el amor es como el ave
que ahueca donde no cabe/ un nido para crecer

A la dulce sensación de encontrar la paz.

Por Jessica de la C. Díaz

Agua helada empapa cada parte de mi cuerpo.
Los sueños
De colores vivos y con sonidos de fiesta;
Hoy son grises pesadillas,
Como la portada de un libro de terror,
Como el color de las lápidas más viejas.
Las estrellas que iluminaban mis noches
Corrieron asustadas,
Alejándose del firmamento,

Por Daykel A. Aguilera

Yo soy lo contrario del “yo soy”.
No dejo huellas en la tierra no tengo
huellas digitales ni nombre ni tamaño
ni color de ojos
no hay voz en mi garganta no hay
olor en mis heces ni piedras en mi uretra
ni dolores ni nada.
Un espacio que no llena espacios.
Yo escribo sobre témpanos
de hielo existo en un papel sin importancia
yo amo sobre un trozo
de cristal que se me rompe me atraviesa
me corta y no me corta
hago señales

Por Virgilio López Lemus

yo no digo que
la vida es un sueño
sino que sueño la vida
y vivo el sueño
tan intensamente
tan intensamente
que confundo la realidad.


El ciervo

Hundirme en tu belleza
tan hondo, tan en ti
que yo perezca en tu caricia,
que ni el agua de mis ojos
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Por Eliseo Francisco Abreu Hernández

I

Una parte de mí, tiene la rabia del que firma su acta de destierro, la otra, transcribe capitulaciones, falsas noticias y asesinatos selectivos en los juzgados. Desayuno una pizza ante el espejo más lejano de la casa, mi sosia se limpia la boca, platica con fantasmas calientes de hachís y coca cola. El moho y los recuerdos sobrepasan al hombre. Los ángeles no llegan a tiempo y el semejante se desangra en la avenida.  Alto costo al que vegetamos en esta jaula de cemento.

Plástico y acero VS carne y hueso. Entramado en el que la prensa matutina propone rostros para el neón y el maquillaje, para las salas de urgencias, mesas del forense,

Por Georgina Herrera

Pobrecitos que éramos en casa.
Tanto
que nunca hubo para retratos;
los rostros y sucesos familiares
se perpetuaron en conversaciones.

“Familia… Hogar”
Madre y padre, vivos los dos,
tan viejecitos, pero
raíz al fin.
Mi esposo y yo, el tronco fuerte
del árbol del amor;
los hijos y los nietos
floreciendo, multiplicados.
En fin, la dicha verdadera,

Por Nicolás Guillén

No sé. Lo ignoro.
Desconozco todo el tiempo que anduve
sin encontrarla nuevamente.
¿Tal vez un siglo? Acaso.
Acaso un poco menos: noventa y nueve años.
¿O un mes? Pudiera ser. En cualquier forma,
un tiempo enorme, enorme, enorme.

Al fin, como una rosa súbita,
repentina campánula temblando,
la noticia.

Por Dalila León

cerrar la llave
de agua fría
caliente.
Lavar
secar los platos
hondos
llanos.
Subir
bajar las escaleras
de la casa
del trabajo.

Por Yailén Díaz

I

Concluyo: me siento presa
de alguna palabra cuando
golpea y me va menguando
con efectiva crudeza.
Intuyo: que la torpeza
ha tendido una emboscada,
la hipnosis de su mirada
me conduce por la gruta
de la palabra, su ruta
final se vuelve estocada.