Por Etianys Alfonso

1- Corazón

2- Cerebro


1- ¡Toc, toc!

2- ¿Quién osa llamar a la puerta tan temprano? ¿Acaso ordené despertar?

1- Disculpa si soy inoportuno, pero quise venir sin previo aviso.

2- Adelante. Aunque, no presumas de inteligencia, realmente, nada puedes esconder de mi.

1- En todo caso, pudiera vanagloriarme de mi impulsivo coraje. Le diera todos los créditos.

2- Parece que tu concepto sobre mi es negativo.

1- ¡Qué va! Acepto que sería imposible existir, el uno sin el otro. Esta vez me aquejan algunas dudas.

2- Estoy atento.

1- Tengo una hipótesis: La soledad no es de tu padecer, embestirnos en su estadía sí.

2- ¡Oh, amigo! Nunca estoy solo y al mismo tiempo me convierto en el abandono de una corteza y de un tejido neuronal.

Sin saber, la mayoría de las veces, eres quien decide abrir la puerta.

1- ¿Y por qué tu conveniente ferocidad, transformando mis horas en días tranquilos y noches melancólicas?

2- Pero yo… poco tengo que ver con eso. Es cierto que en ocasiones nos enrolamos hacia la contradicción. Pero al final del viaje, escoges lo que deseas con total testarudez.

1- ¿Niegas ser manipulador?

Tan necesitado de experimentar el liderazgo, control, dominio.

2- Me caracteriza la racionalidad y te he demostrado que pocas veces me equivoco. Esas mariposas son, únicamente, tus alas. Las que aceleras vertiginosamente y sin control, para luego creer en la cercanía de amapolas. Si obedecieras, cuántos problemas nos hubiésemos evitado.

¡Sí! Las consecuencias arrastran mi concentración al agotamiento. Lo peor es la acostumbrada aparición de la ansiedad.

1- Entonces he de suponer que, dependiendo de nuestras decisiones, todos presenciaremos infiltradas compañías.

2- Hemos llegado a un consenso.

Y aún continúo pensando que seguirás más necio. Nunca detienes las ansias de examinar, y te haces la misma pregunta: ¿y si…?

1- ¿No sería un ente frío sin mis tropiezos? ¿Con qué emoción y lujuria podría bombear el torrente flujo sanguíneo?

No digas nada, es predecible.

Creo en mí, en este instinto de corazón viejo, en la sensación de haber latido en otros cuerpos. Soy tan acogedor y soñador como un legendario sauce. Cuando ordenas cerrar los ojos, se que piensas en lo que yo deseo y eres capaz de creer que en el “y si sale bien”, radica nuestro vivir. Y mis alas baten tu ajetreo de endorfinas, que como alucinógenos, nos lanzan en catapulta hacia el éxtasis.