Por Elena D. Inocencio Herrera

Como un capullo que se torna flor
con toda su hermosura y su fragancia,
cumples hoy quince junios con el ansia
de conocer del mundo su esplendor.

Nunca corras en busca del amor,
el tiempo te dirá con arrogancia
que apurar la ilusión es ignorancia,
si llega por sí sola es lo mejor.

Felicidad desea a ti por vida
quien al mundo te trajo y no lo olvida,
lo mejor para ti quiere sin prisa.

Por Mirel Alberto Feri Martínez

El tirón de la puerta da la orden de que puede levantarse del piso. Se sienta en el viejo sillón de la sala y es cuando planea todo. El cuchillo quedará afilado, él caminará dando tumbos como cada noche hasta el dormitorio en busca de sexo. Pero… ¡Hoy no! Ella le clavará la cortante arma en el pecho, en el cuello y el resto será opcional; entonces recuperará su vida.

Es de tarde, siente las llaves de su esposo, camina borracho hasta la cocina, la coge por el cuello y le dice al oído: “Deja lo que estás haciendo y ve al cuarto”.

Al otro día, el tirón de la puerta le indica que puede levantarse.

 

Por Olga L. Martínez

La triste soledad de tu mirada
ve caer una flor en tus arrugas,
y se me va el color y te me fugas
por la grieta del día, acorralada.   

Mas… se me vuelve la distancia espada
cuando no hay mariposas, solo orugas.
Entre tanto, tus lágrimas enjugas,
y esperas el milagro de algún hada. 

¿No escuchas, madre, cómo canta el río?
¿Cómo las aves trinan con más brío, 
y la orquídea del patio reverdece? 

A tus recuerdos, madre, ponles alas,
regálate la infancia. Pon bengalas
y verás que el dolor desaparece.

Por Liliam Durán

Deslumbras los cielos por segundo   
Eres de la tierra antiguo premio
Conocida inspiración en todo gremio
La visita de un ángel a este mundo

Un rey se inclina a los pies de tu belleza
En tu tierna y gentil alma bendita
el milagro anunciado en ella habita
Y se eleva en sutil delicadeza

Virtud en gotas que guardan esas penas
Murallas poderosas sin salida
Mujeres de seda, acero, arenas

Como las artes, símbolos de vida
vislumbrados aceites de azucenas
islas de amor y gloria prometida

Por Lidia C. Hernández

El primer beso fue un leve roce. Labios que se reconocen, aliento primordial. Lía respira, absorbe, paladea, se detiene, apoya su boca entre la nariz y el comienzo de los labios.  Prevé el futuro deleite.

Él  era puerta de entrada o salida, galaxia, pleamar, entrega. Los labios de Lia se abren, toma para sí el labio superior, se deja llevar por aquella boca pequeña que se funde a la suya como si fuera parte de sí, parte de lo predestinado.

 

Por Iruan L. Cordero

Música de esperanza en Si bemol,
y las piernas de la continuidad, por la casa,
afuera una ciudad que desconozco,
adentro, una ventana que da a un patio
donde el sol se entretiene
en repartir sus trapos amarillos.
En lo alto de una repisa
una vela encendida debajo de una estampilla,
el humo del tabaco

Por Eva Alcón

¡Qué dicha el observar el universo!
Sol, muestras oro en polvo en las arenas.
Mar, tú bajas y salen las sirenas.
Luna, llenas de luz… y en ti yo inmerso.

Tus olas las surfeo y les converso,
olvido las desdichas y las penas,
anhelando una vida de las plenas,
encontrando la paz en cada verso.

Impregno mi persona con momentos.
Pureza y sencillez es lo divino.
En la naturaleza está la llave.

 

Por Katia Chávez

El miedo viene a ser la condición del cerebro que enfunda experiencias cotidianas, promueve el acto de morir. Hace romper el equilibrio con la naturaleza…

Diariamente escalamos la montaña del dolor, donde no se admite la fatiga. El paso puede ser lento, pero nunca desistir. En el viaje transitamos por una dimensión oscura nombrada “fuerza”. La llamo oscura por la infinitud que se distiende en su umbral. Destella, se apaga, enciende al destino. Como una guirnalda en navidad para anunciar un nuevo año.

 

Por Osvaldo S. Reina Rodríguez

—He tenido un sueño malísimo —dijo Julia abriendo los ojos.
    —No me digas. ¿Qué soñaste?
 Julia quedó pensativa y extrañada, mirando detenidamente al hombre que tenía delante. Era primera vez que lo veía.
  —Por supuesto. Soñé que había muerto —respondió mientras se ponía de pie—. ¿Quién eres?
  —Ahora lo sabrás, pero lo que tuviste no fue un sueño —respondió el hombre mientras era envuelto por una llama deslumbradora.

Por José Martí

El alma trémula y sola
Padece al anochecer:
Hay baile; vamos a ver
La bailarina española.

Han hecho bien en quitar
El banderón de la acera;
Porque si está la bandera,
No sé, yo no puedo entrar.

Ya llega la bailarina:
Soberbia y pálida llega:
¿Cómo dicen que es gallega?
Pues dicen mal: es divina.