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Por Georgina Herrera
Figura solitaria transitando
un camino inacabable.
Sobre los hombros lleva
su mundo:
trinos,
sueños,
cocuyos
y tristezas.
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Por Jorge Luis Lanza
La representación de las problemáticas de la niñez en el cine cubano de ficción contemporáneo se remonta a una cinta devenida clásico en nuestra cinematografía: De cierta manera (1974), de la desaparecida Sara Gómez. Aunque las problemáticas de la niñez son abordadas en dicha cinta tangencialmente, la mirada de la realizadora sobre los niños provenientes de familias disfuncionales y la marginalidad constituye un referente insoslayable en un contexto donde resultaba inusual ese tipo de filmes.
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Por Georgina Herrera
En la habitación, de la que ha sido
dueña hasta ese día,
la instalan, como si fuese una extranjera.
Callada, como siempre,
está ahora
en la esquina más breve de su cuarto.
Con tanta luz como no tuvo nunca,
entre flores pobrísimas, entretiene
su obligatorio ocio, desde
una mañana hasta la otra
en que sin reverencias, sin adioses,
más callada que nunca
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Por Nelson Machín
El amor tiene de cruel
que cuando no es perro fiel nos mata.
Si por la vida de gato indiferente
acorrala a las almas y las desgarra.
Sufre además por ser
un corazón puntual
cuando se atrasa.
Con olvido,
condenamos al amor
por perro infiel,
si muerde lejos,
cuando aparentemente
estamos tan cerca de su boca.
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Por Jessica de la C. Cruz
Como la princesa de Rubén Darío
Llevo años sentada en un trono de oro;
Esperando a esa hada que aún no ha aparecido,
Esperando a ese príncipe que ya no ha de existir.
¿Y si un día ya vino y pudo haberse ido?
¿Y si no lo merezco?
¿Y si no hay para mí?
Como el infinito y lo eterno me demuestra el tiempo
Que la paciencia se escapa y se pierde en el cielo,
Entre aquellas nubes que no podré subir.
Y aunque la agonía me mate,
Me siento y espero
A ese príncipe azul que no va a venir.
Y las horas vuelan
Porque espero un sueño que no voy a cumplir.
Y la vida no cambia mientras espero;
Y me sorprendo pensando que espero por ti.
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En pueblos endógamos, en los pasatiempos de La Casa de Laca,
los poetas no son los sacerdotes que nacen de la boca de Brahma.
No salen de su mano al abdomen.
No aparecen echados a los pies de Brahma.
Ni políticos graves, ni rectos militares,
no son los comerciantes artesanos
que a la larga se saben quemadores de etapas.
Después de su pasado, les persiguen a gritos como randas.
Son ilotas, son parias, maestros sin oficio,
homicidas de reses que renquean, llegadas de calor abominable,
su ante-nacimiento en sitio equivocado,
los brahmanes los tratan como deyección.
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Por Lidia Hernández
Los huesos llevaban días diciéndole a Paco que la lluvia estaba por desbordar la montaña, pero, para estar seguro, esperó por el tintineo completito del esqueleto.
Bajar al caserío por la hija y el nieto demandaba premura. La inesperada muerte del yerno los había dejado solos entre los pescadores, pero enamorados del mar, aplazaban una y otra vez el regreso a la sierra.
Cuando Paco dio cobijo a los animales, hundió las herraduras en el fangal. Entonces todo fue bajar y resbalar, alumbrado por las centellas. No sé quién tuvo más coraje, si él o su yegua. ¡Bendita percherona! Solo puedo decirle que cuando amainó, la hija y el nieto estaban en la loma.
En menos de una semana, la hija floreció, su tonada se escuchaba antes de arribar a las talanqueras, pero al pequeño Guancho le costó lo suyo.
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Una vez hubo un hombre por Mantua o por Sibanicú, que le nombraban JuanCandela y que era de pico fino para contar cosas. Fue antes de la restricción de la zafra, que se juntaban por esos campos gente de Vueltarriba con gente de Vueltabajo. Yo recuerdo bien a Candela. Era alto, saliente en las cejas espesas, aplanado y largo hacia arriba hasta darse con el pelo oscuro. Tenía los ojos negros y movidos, la boca fácil y la cabeza llena de ríos, de montañas y de hombres.
Por entonces nos juntábamos en el barracón y se ponía un farol en medio de todos. Allí venían: Soriano, Miguel, Marcelino y otros que no me acuerdo. Luego, en cuanto Juan empezaba a hablar, uno se ponía bobo escuchándolo. No había pájaro en el monte ni sonido en la guitarra que Juan no se sacara del pecho.
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Esos pequeños sueños que también,
ayudan a vivir.
Carlos Varela.
A Humberto Padrón y su documental
Detrás de todos estos años
detrás del miedo y el dolor
vivimos añorando algo
algo que nunca más volvió
el amor cercenado en sus raíces
aquel amigo arrancado de su flor
las madonas de su despedida, el llanto de un hermano
un ataúd, el dolor
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…que se van diciendo adiós…
Luis Gómez
Por Joel Garnier
Que se van diciendo adiós
las aves en tu mirada
y escondes bajo la almohada
el misterio de mi voz.
Que surcas un campo atroz
cargando con mis mochilas,
que desnuda me vigilas
las manos, el pensamiento,
que secuestras lo que siento
y la noche en tus pupilas.
Eso dice un buen amigo,
de ti, mariposa ausente,
novia que sobre el relente
firma y encuentra un testigo.
Voy a dibujar tu ombligo
con una espiga de arroz,
y aunque ya no somos dos
somos más que esas manadas
de estrellas enamoradas
que se van diciendo adiós.
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