Lo que permanece, lo fundan los poetas.
Hölderlin
Volver de nuevo al sendero
junto al barro en la llovizna.
Poco o nada.
Casi brizna
de azaroso derrotero.
Del último hasta el primero
cabalgo —porque me nombras—
sobre veloces alfombras
y ajenos atardeceres.
Huelgan llaves.
¿Tus poderes,
sombras son entre las sombras?
Pienso tanto; luego: existo.
Alzo la diestra, saludo
al verbo.
¿Dónde me escudo
para reescribir?
Insisto.
Pierda o gane: resisto
con el fragor del ocaso.
¿Rimas, horas… es acaso
el instante de saltar?
¿O como el tiempo, anidar
en las cumbres de un abrazo?
Me adentro por las raíces
de lluvias y soledades,
sin premisas ni bondades,
subyugado a sus matices.
Días lentos.
Noches grises
aferrándose con ganas.
Equilibrio de campanas
en palomares sin rejas.
Perros y dardos.
Ovejas
pastoreando las mañanas.
Ladra y ladra la jauría
de verbos instigadores.
Principios cazan errores
de la luz.
Vieja porfía.
Negando la algarabía
versan pinos y murmullos.
Espacios colman arrullos
al despertar.
Su reclamo.
es un adiós, es un ramo
de verjas, pasos y orgullos.
“Vanidad de vanidades”
dicta el sabio.
Su conciencia
con adarga, con paciencia
va flagelando otredades.
Mentiras lloran verdades.
¿Todo es falso?
¿Nada es puro?
Sonrisas ante el apuro.
¿Mañana será otro día?
Realidad y fantasía
aun conversan en futuro.
Despierto (y sigo dormido)
en mitad de la pradera.
La burla, cual hechicera
maldice lo prometido.
Doblo el paso.
¿Puedo herido,
pretender nuevas alturas?
Las nubes, sordas y oscuras
señorean mi trapecio.
Toco fondo.
Por desprecio,
ignoro las hendiduras.
Vierten su rumbo las naves
en discurrir azaroso.
¿Importa poco el destrozo
de mentiras y deslaves?
Poco importa.
Vuelo y aves
no dañarán estas sendas;
los duendes, en sus prebendas
(desde otra orilla, difusa)
a la muerte —por intrusa—
le han acortado las riendas.
Vuelvo a rozar con el cielo
en sube y baja de bruma.
¿Vuelvo a rozar?
Tanta espuma
retoma la ley del velo.
En la nada, su escalpelo
esgrime cada centauro.
¿Podrá acaso el minotauro
hollar por siempre mi vida
o espoleando su partida
hacer de la fuga un lauro?
Tropiezo. Caigo. Prosigo,
busco la luz de mañana
oculta tras la ventana
de otra fe.
Dogma y postigo
se cierran.
¿Es un castigo
la duda, la pretensión?
¿Ha vencido la inacción
a ese deambular constante?
Ya se vislumbra el instante
de acudir a la razón.
Paso a paso, verso a verso
contra escollos y reptiles
la leyenda en sus atriles
dibuja solo el anverso.
Sombras, odios, el reverso…
van en otra dirección.
El sueño, la redención
(junto al Dios de toda suerte)
han superado a la muerte
más allá de la oración.
Veracidad, no me ignores
ni mixtifiques el gesto.
Busco tus frases, voy presto
a disolver los temores.
No hay pautas en resquemores
ni llantos de un perseguido.
Junto al verso soy bramido
(aunque fluya paso a paso)
con la luz en cada brazo.
Y en la ruta: lo vivido.
En los bosques y en el abra
ensordece la memoria.
Señales de viva historia
pliega el viento, donde labra
prosa y nubes.
La palabra
es aventura, dilema
en tránsito junto al tema
con su magia y sus razones.
¿Árbol de las pretensiones…
se habrá hecho luz el poema?
Tal vez notas de coral
o manojo de gradientes
impulsen tibias corrientes
del futuro al tremedal.
Copadas en el tendal
inquietudes y demoras
¿pautas darán las auroras
a nieblas y atardeceres?
¿O en caravana de ayeres
se habrán fugado las horas?
Los días (ala y premura)
indagan frente a mi rostro.
¿Por qué con silencio arrostro
tanta falta de cordura?
¿Por qué, serena locura,
atestigua contra el sino?
¿Por qué clamo lo que opino
y repongo marca y cruz?
¿Por qué me abrazo a la luz
y junto a la luz camino?
Con este conjunto el autor obtuvo el Premio de Tema Social Wilfredo Sánchez, en el XXI Concurso Nacional Ala Décima (2021). (N. del E.)