Por Ronel González
¡Callado abuelo! A veces la vida
a veces la vida parece venir de ti
como del Éter silencioso.
Holderín: Retrato de abuelo
Ahora que las falacias
pagan sus culpas prolijas
y, a través de las rendijas,
se nos filtra la desgracia.
Ahora que vamos hacia
la destrucción, me pregunto
con desgano, ¿hasta qué punto
ostensiblemente insólito,
merecías ser acólito
del horror, como un difunto?
Morirás, pero no todo
habrá acabado. Incorpóreo
volverás a un tiempo eucóreo
como el amnios. Serás lodo
teorético. Groso modo:
reo de la lasitud
entrarás a un ataúd
insenescente, inconsútil,
pero jamás será inútil
prolongar tu juventud.
Callado abuelo que moras
en el silencioso Éter
donde ya ningún catéter
te desgarra, tú que ignoras
cómo acortaron las horas
letales, el desvarío,
perdona este desafío
del alcohol, que no me ayuda
a sacarte de la muda
catacumba del Vacío.
Tomado de: Atormentado del sentido (Premio Iberoamericano Cucalambé, 2008). (N. del E.)