Por Waldo y Karel Leyva


I

Para el que salva o despoja
siempre he querido que alumbre
la luz, esa certidumbre
que a la vida nos arroja.
No hay flaqueza ni congoja
válida contra lo adverso,
la vida requiere esfuerzo
y si áspero es el camino
siempre tendrá el peregrino
el refugio de su verso.

Waldo Leyva

II

El verso es la patria eterna
de la que jamás se emigra,
quien lo difama o denigra
solo vuelve a la caverna.

El verso en su esencia tierna
o en el desgarro mayor
difiere para el cantor
como verdad absoluta
en la que siempre debuta
buscando un tiempo mejor

Karel Leyva

III

Buscar un tiempo mejor,
entregarse a la utopía,
aprovechar cada día,
Darle al vivir su valor,
ir del colibrí a la flor,
de la flor al colibrí
saber que ni allá ni aquí,
puede existir la esperanza
si uno pierde la confianza
y anda errante por ahí.

Waldo Leyva

IV

Ser o no ser el errante
buscar en la vida el cómo
apostarse en el asomo
en la merced, el instante
dejar que la vida cante
con sabia voz y dulzura
en medio de la espesura
o en el desierto del pecho
porque la vida es un hecho
de irrepetible moldura.

Karel Leyva

V

Dejar que la vida cante
es bueno, pero es mejor
ser de su canto el motor,
permitir que se levante
de nuestras manos, que aguante
con nosotros y se empine
con nuestra voz, que camine
con nuestros pasos seguros.
No verla en esos oscuros
gabinetes de algún cine.

Waldo Leyva

VI

Tomarle a la vida el peso,
caminarla a nuestro ritmo,
respetando el algoritmo
comunitario del beso,
llevar la carne y el hueso,
el tozudo corazón
a la par de la razón,
es la continua tarea
de viajar con la marea
o arriesgarse en el ciclón.

Karel Leyva