Por María Alejandra Santovenia Sardón

Todas las tardes, de pie en la llanura admiraba el paisaje, dejaba que la naturaleza gritara a través de su cuerpo con todo su poder; luego, con los pulmones llenos de aire puro, comenzaba a correr.

Tropezó con una roca y cayó entre la hierba. Adolorido miró al frente y pensó en renunciar, el Sol aún estaba lejos. Sin embargo, se levantó sacudiéndose el polvo. No quedaba mucho tiempo, los colores naranjas y rojos pintaban el cielo y las nubes se deshacían como motas de polvo.

 

Por Miguel Ángel González

Mujer, de hadas hechiceras
hiciste repeticiones
en un dulzor de pezones
y comparsas de caderas.
Por romper noches de esperas
en tibia alucinación. 
Mimos, éxtasis, pasión.
Entre desmesura y calma,
como un sostén para el alma,
eres nido de ilusión. 

Por Lidia C. Hernández

Qué hacer sino borrar la escritura, liberar las antiguas hojas de su carga. La mujer sostiene la delgada mina, la última. Imagina el cielo de Roma surcado de bandadas de aves, el hierofante examinando las vísceras, vaticinando el futuro. Un mohín de desagrado marca sus mejillas, y continúa el borrado a la antigua usanza; definitivamente iría a consultar a las sibilas, hermosas, radiantes, envueltas en el vapor de las piedras. Cinco hojas, cinco hojas y el libro por concluir.

 

Por Roberto Fernández Retamar

 

A Antonia Eiriz

Felices los normales, esos seres extraños.
Los que no tuvieron una madre loca, un padre borracho,
un hijo delincuente,
Una casa en ninguna parte, una enfermedad desconocida,
Los que no han sido calcinados por un amor devorante,
Los que vivieron los diecisiete rostros de la sonrisa y un
poco más,

 

Por Jonathan Sánchez Marrero

Cuando vio entrar a aquella mujer al salón de belleza, se le alteró el pulso y lastimó con las tijeras a la chica a la que le hacía la manicura.

La mujer se veía sucia, desgreñada. Caminaba perdida. Se sentó en uno de los asientos cercanos a la entrada y ahí se quedó, con los brazos cruzados y explorando a todo el que entraba y salía. Era una inmigrada; mexicana quizás, y acabada de traspasar la frontera.

La manicura se forzó por concentrarse en ablandar cutículas, blanquear y abrillantar uñas, poner prótesis de porcelana, quitar esmaltes…

“¿Y estas manos? Es ella” —pensó.

Por Alberto Vega

Dime tú, Van Gogh, desanda
los trillos que van al Sena,
y Teo muere de pena
y nadie sabe en Holanda
del pintor. La vida anda
en cotidiano ajetreo,
cae una oreja, la veo
entre girasoles mustia,
y el cartero siente angustia
llevando cartas a Teo.

 

Por Arístides Vega

Te aguarda un milagro
en el verano que sostiene
con sobrenatural bronceado
y la asfixia
que nos voltea hacia la otra serenidad
en que hemos dejado de existir.
Bajo las sábanas amarillentas
como papel de un diario
que anuncia el final de un siglo
o la próxima guerra,
nos aliviamos,
en la casa familiar,
junto a los hijos
y nuestros envejecidos padres
cuyos hombros siguen sosteniendo al país
y su grave oscuridad del otro mundo.

Por Julio Martínez

 Luna, de Ediciones Mecenas, es un nuevo libro de la escritora Hecmay Cordero Novo, responsable también del volumen El álbum de la familia, publicado por el mismo sello cienfueguero e igualmente acreedor del Premio Fundación Fernandina de Jagua.

Sobre El álbum… escribí el 4 de febrero de 2003 en periódico Granma que abordaba lo fantástico desde una cuerda familiar e íntima, a partir de su asunción del género desde un prisma más íntimo, local, delicado. 

Por José Martí

I

Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

Yo vengo de todas partes
Y hacia todas partes voy,
Arte soy entre las artes
Y en los montes, monte soy.

 

Por Alberto Vega Falcón

En una conversación imaginaria y octosilábica, con las asonancias propias del romance, compartí con Lázaro García Gil, poeta, amigo y entrañable figura imprescindible de la cultura cienfueguera, cubana, quien por suerte nació y permanece aquí, pegado a su tierra lo mismo que un tronco duro.

Todo comenzó así: “Lázaro, qué privilegio / haber vivido en dos siglos; / el veinte fue de los sueños, la esperanza, los himnos. / De los amores urgentes / para vencer los abismos / de las sombras que acechaban / en los viejos laberintos. / El de las confrontaciones / que puso al mundo en peligro, / el de creernos inmunes / y devorar los caminos, / el de bebernos el sol / en el rostro de los hijos”.