Por Domingo Díaz Soa
Bebí en ristre del destino/ la amargura del desaire
sorbo a sorbo sin más aire/ que las piedras del camino
bajo las muescas del lino/ del silencio que desalma
las ilusiones, la calma/ en extrema languidez
donde el recuerdo solo es/ un gris contraste en el alma.
Viento negro, soledad / angustia, dolor y penas
el atuendo de las venas/ de mi propia oscuridad
empujada por maldad / de quien goza su ironía
sobre la ajena agonía / decorando los hastíos
de otros ojos por los míos / en amarga profecía.
Si pudieran comprender/ que el amor es como el ave
que ahueca donde no cabe/ un nido para crecer
y mucho menor volver / donde la cerca es el mundo
vacío, cruel y profundo / sin la grieta de una luz.
Si yo fuese aquel Jesús/ jamás en la nada me hundo…
Si culpable tantas veces / mis heridas no concuerdo
con Dios al dejarme cuerdo / en un mundo de reveses.
¿Qué haría un mar sin sus peces / las orillas sin las olas
y el llanto sin las crayolas / de una madre? No es posible
aceptar inconmovible / la razón sufriendo a solas.
Si de amor la vida place / bajo la venia de Dios.
¿Por qué he de callar mi voz / si el destino lo complace
contra todo lo que nace? Cual un rayo en su estampida
iluso disfraz mi herida / a cambio de otra opinión.
De existir esa razón / jamás será por la vida.
Con el anterior texto este autor de Matanzas obtuvo Mención en Poesía para Adultos y Premio Colateral “Espinela” en el Concurso Literario “Benigno Vázquez”, 2022. Los Arabos, Matanzas, Cuba. (N. del E.)