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Por Lucio Pérez
...mí país es una piel clavada en el madero.
fuera de los horizontes
tiendo una hamaca.
John Berger
Una casa duerme sin anhelos
las arañas hacen su labor
bajo la orfandad de las paredes.
Un anciano cuenta las monedas
ha olvidado las flores amarillas en el mantel,
el olor a maíz dulce.
Se comentan las noticias del pan,
mientras una legión de hormigas se disputan las migajas.
El anciano pausa su memoria
el mar ha devastado su cosecha.
Lentamente las figuras se disipan,
las arañas dejan su labor
y las hormigas ciñen los recuerdos
arrastrándolos hacía las profundidades
donde una casa duerme sin sueños.
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Por Ana L. López
En este esfuerzo de abrazar lo imposible, me afrerro a Dios, y es un péndulo en movimiento, debajo está el abismo. En este esfuerzo de caminar en el túnel creyendo que siempre habrá luz, voy con los ojos cerrados, a veces la luz está dentro. En este anhelo de tener un boleto, un golpe de suerte o simplemente ver el golpe de otra cosa, se convierte en un golpe en la cabeza, en pleno amanecer martillándome contra el asfalto. El pecho se aprieta como la puerta de un elevador. Escapo, en un rincón de la forma más valiente. A los minutos enjugo las lágrimas y vuelvo al péndulo. El péndulo que es Dios, mi fe, el amor. En esta isla que choca contra el iceberg busco un chaleco salvavidas, un abrazo, la esperanza de que el mar sea una piscina y yo un personaje de aquella película. Alguien me hala por los pelos, me saca del túnel, me agarra cayendo, me tira un bote. Alguien me dice puja que tú puedes, aguanta. En ese momento olvido el rincón, la miseria, la oscuridad y salgo a la calle; veo los demás zombis. En este esfuerzo de abrazar lo imposible soy una sobreviviente, mientras tenga fuerza para seguir aferrada nada estará perdido.
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Por Olga L. Martínez
Atravesaré el cielo, y en las aguas rojas de tus venas
morderé el cansancio y la lujuria.
Entre tanto silencio, emerges con mi luz.
Muerdo el agua y el sudor cubre la piel con que te beso.
Araño un suelo fértil y retoño en tus entrañas.
No demorarán
el llanto, ni la lluvia.
No atrasaré los relojes.
Quiero ser el tiempo en tu garganta ahora.
Se desbordan los mares por donde has de llegar:
vuelto sueño.
Vuelto ángel. Vuelto pez.
Una golondrina no volará en un cielo verde.
Descorre las cortinas para el salto.
Allí donde los gemidos se interceptan, estoy.
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Por Hansrruel Aldana
Húmedo como tu ausencia
el mar me crece a la espalda.
¡Qué terco el mar! Nunca salda
su deuda con mi conciencia.
Pobre de mí sin la herencia
mojada de tu sonrisa,
hoy se me ha vuelto ceniza
todo el mar en la mirada.
El mar es una emboscada
sangrando por mi camisa.
¡Qué terco el mar! Otra vez
toda su abulia me acecha.
¿De qué sustancia está hecha
la sombra de su estrechez?
¿Donde irá a vivir el pez,
cuando se evapore el mar?
Tal vez comience a sangrar
en un frasco incontenible.
El mar es impredecible.
Ténganle cuidado al mar.
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Por Agustín Serrano
La casa es una pradera
donde se queman los sueños;
el viejo fogón los leños
de mi niñez incinera.
Quedó atrás la primavera
de inocente fantasía.
El tiempo en su travesía
enciende la adolescencia
y una leve transparencia
susurra en la lejanía.
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Por Hansrruel Aldana (El Poeta de Junio)
Pero esta vez yo me rindo,
porque el mar me sigue
mirando de lejos,
porque estoy tan roto
que luchar no puedo,
porque duele el alma,
y vivir da miedo.
Esta vez me rindo.
Esta vez no quiero
levantar las manos
y empezar de nuevo.
Esta vez renuncio
a soñar mi sueño,
esta vez me marcho
del mundo en silencio.
Con las manos rotas,
con el pecho abierto,
con la luz marchita
de sentirme preso.
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Por Mabel Quintana
Me casé con don Antonio
que de “don” solo tenía
en su pobre anatomía
una nariz de quelonio.
En la casa era un demonio
que transformó la pantera
en la más indócil fiera,
cuando al volver de la playa
no pude encontrar mi saya,
mis tacones y cartera.
Por la noche don Antonio
se me quedó en “Antoñico”,
y aunque le crecía el pico
era sólo de plutonio.
Qué farsa mi matrimonio
que por meses soporté.
Hace un mes me desperté,
a mi lado nadie había
y por fantasmal porfía
del susto me levanté.
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Hombre de lunes infinitos,
caminante del ser,
atleta de los sentimientos.
Cabalga puntas de pétalos contra tempestades
también llora... mira la luna,
teme a su lobo aún no domesticado ante los perdones e injusticias.
Hombre de alas de cera,
hacedor de la luz,
hermoso ángel de silencios.
Un hombre se santifica,
sueña con las puntas de las alas...
cada roce en el vertiginoso vuelvo descubre mundos,
desata la libertad entre los nudos del aire,
pluma a pluma entreteje en espirales la luz.
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ya usual:
sentarme en pórticos de noche
con un cuchillo entre las manos
fingir que el hambre es gloria
el cazador que robará tu piel también escurrirá su hambre
contra la fantasía de las muchachas que salen a cazar su pan
embarazadas de una quietud un hambre céntrica
como punzón al seno
son estampillas de purpurina
materia de una restauración irreductible
están echadas a la suerte del zoombie
y llegan lejos muy lejos
a pie
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Por Taimí Blanco
Un amén a los silencios,
a las manos cansadas,
al ángel que parte dejando
su baúl de estrellas en los corazones amados.
Un amén al silencio,
tributo de la noche,
velo mortaja del luto,
tejido de soles sobre las sientes del caído.
Amén, amén y amén
al viaje bajo o sobre el Hades,
infinito y eterno cofre de luz en el contenedor del recuerdo,
cada parada tuya ha sido siembra,
un reencarnar desde el cansancio y la tristeza.
Siempre tú, dueña del amanecer
y el tejido de los días entre tus agujas brazos.
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