Por Irelia Pérez
(A la memoria de mi hermano Nelito)
Un jirón de mi sangre ya no es,
se pudre entre raíces con la sombra.
¿Ya no recuerda el verso ni me nombra?
¿Dónde late el mañana de sus pies?
Con la niebla pasea. En el envés
nuestra infancia es un puente que se escombra.
Cose con hojas muertas una alfombra
este jirón de sangre sin después.
El río mutilado gime y arde,
se alimenta en el rúbeo de la tarde,
le incrustan al capuz los peregrinos.
Baja a la soledad de mis terrores
y vuelve reventando en surtidores,
para sembrar de estrellas los caminos.