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Padre que todo lo has dado
removiéndote la frente,
padre que en el subconsciente
resguardas mi cuerpo alado.
Te escribo por el costado
que me sangra cada día,
te adoro con la cuantía
de la verdad aflorando
como un perfume embriagando
un retrato en armonía.
Te alabo, padre querido,
clarísimas son tus manos:
Dos torbellinos enanos,
guardan los sueños del nido.
Corazón en el silbido
de las noches y los llantos,
háblame, porque tus cantos
ancestrales se desbordan
sobre mis alas que abordan
los primeros esperantos.
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Por Domingo Corvea y Diana R. González
Algunos vendedores han adquirido la costumbre de extender los productos, aumentándolos con agua. Este es el caso por el que pasaron Ortelio Lumpuy y su esposa Clotilde Salazar.
Ellos viven en el municipio de Cabaiguán, pero conservan una finca con 7 vacas y, de los sobrantes de ordeño, venden a sus vecinos algunos litros de leche. La señora, ignorante de los rejuegos del negocio que hacía su marido, le responde:
—¡Qué pena, Remigio, no puedo! Ortelio salió y no sé qué cantidad de agua él le echa a la leche.
Contado por: Domingo Corvea Pontigo.
De: Rafelito Mentira. Ediciones Luminaria, 2006, Sancti Spíritus, Cuba. (N. del E.).
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Por Clara Veitía
¿Qué es un pueblo sin poesía?
Un jardín sin una flor,
como un beso sin amor,
un reír sin alegría.
Cumanayagua sería
menos gentil y genuina
sin la pluma culta y fina
de este poeta tan nuestro,
al que yo llamo: “Maestro”,
y es un verso que camina.
Esta décima está dedicada a Orlando V. Pérez Cabrera (N. del E.).
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Por Pedro O. Silva
Hay aves que parten
y dejan su corazón
encerrado en las jaulas
Ellas viven con el pasado
Pero qué pueden hacer
sin su hermoso órgano de libertad
sin sus alas de sonrisas
Qué pueden hacer
Ellas solo vuelan
y vuelven
para aprisionar sus cadenas
al antiguo dueño.
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Yo renuncié a los códigos del viento
para leerte,
renuncié al murmullo del mar.
Su aliento lanzaba acordes disparatados.
Tuve que caminar sin respuestas.
Yo renuncié a los doctores
a libros descomunales
por no tener noticias para salvar.
Yo renuncié al canon de las poetas contemporáneas
a la retórica incongruente
al par de imanes y caracolas
a los inciensos que invocan el pasado
al fondo de ciertas botellas
donde quedaron palabras durmientes
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Por Jorge Sosa
Yo quiero morir aquí
bajo el azul de mi cielo
contemplando el raudo vuelo
del inquieto Colibrí.
Luis Gómez Martínez
Como a la existencia mía
amo a mi sol mañanero.
Para escribir, un tintero
azul tengo, mi bahía.
Siento que la lejanía
me llama pero es que a mí.
La voz de José Martí
me enseñó a querer lo mío.
Y por no morir vacío
yo quiero morir aquí.
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Por Irelia Pérez
Con disfraz de torre anciana
te busca una niña. Ven.
Ya por las noches no hay quién
narre historias.
No hay mañana.
Fuiste escudo, flor y nana,
lluvia de miel contra el fuego,
barca
mar
sol
mi álter ego...
Y hoy que en la niebla te pierdes,
un corazón de ojos verdes
sin ti se ha quedado ciego.
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Por Lucio Pérez
Mayo alegra el universo
y este paisaje en la pupila sangrando siglos.
Ellas confunden el Sol y la sonrisa,
la lluvia y el arcoíris
y plantan flores,
donde una vez sembré una isla de versos
que se multiplican con las estaciones.
Ellas se inventan cada mañana
para borrar los plazos con latidos
y regalan estrellas,
historias que no terminan
aun después del tiempo.
Y así colgadas del espacio
siguen regalando la última de las estrellas,
y de mayo solo queda
el postrero átomo del nombre.
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Por Isabel Ricardo
Me sobrepongo a los versos medidos
de antiguas epopeyas o fracasos,
me atengo a la cotidianeidad poética
y en el lento caminar de las calles,
en las tardes vírgenes de tópicos,
desde los bancos del parque
miro los grandes y alegóricos murales.
Pienso en tu mirada gris,
tu mano acariciante,
creo disfrutar a tu lado
del viento en la arboleda,
el verde pulsante que nos rodea,
las hojas secas y susurrantes,
el lago prístino,
la luz de las estrellas,
las estaciones;
cada una con su color particular…
Todas… junto a ti,
son mi poesía.
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Amar la gracia delicada
del cisne azul y de la rosa rosa;
amar la luz del alba
y la de las estrellas que se abren
y la de las sonrisas que se alargan…
Amar la plenitud del árbol,
amar la música del agua
y la dulzura de la fruta
y la dulzura de las almas dulces….
Amar lo amable, no es amor:
Amor es ponerse de almohada
para el cansancio de cada día;
es ponerse de sol vivo
en el ansia de la semilla ciega
que perdió el rumbo de la luz,
aprisionada por su tierra,
vencida por su misma tierra…
Amor es desenredar marañas
de caminos en la tiniebla:
¡Amor es ser camino y ser escala!
Amor es este amar lo que nos duele,
lo que nos sangra bien adentro…
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