Hay un lirio quemado por el rezo;
es la sed que no calma su amargura,
donde la claridad se torna oscura
cuando fluye en la pátina del beso.
Corre y cierra los ojos sin señales,
sus pétalos se rompen devastados;
piensan que todavía enamorados
ven rosas en confines desiguales.
Tantea los caminos del clamor,
y el aroma de fe apasionada
es la calma en la espera del amor.
El lirio entre la brisa ve el jardín
que respira con luz ilusionada
por el óleo fresco de un jazmín.
Con este texto la autora obtuvo Mención en el Encuentro-Debate Municipal de Talleres Literarios, (diciembre de 2020). (N. del E.).