Por Nicolás Águila

 

Siempre tuve dudas con la identidad de los integrantes de los dúos. Quiero decir que, por ejemplo, nunca he tenido claro cuál de los dos del famoso dúo era Simon y cuál era Garfunkel. Igual me pasaba con Lidia y Clodomira, así como con Las Grecas. De estas no sabría distinguir a Tina de Carmela. Podría argüir que uno no vio sus fotos o vídeos antes de salir de Cuba, pero es que también me pasaba con Tom y Jerry, los graciosos personajes de aquellos muñes que veía desde fiñe. Nunca llegué a saber si Tom era el gato o el ratón. Con Laurel y Hardy, tres cuartos de lo mismo, aunque como les llamábamos El Gordo y el Flaco nos resultaba muy fácil diferenciarlos. En cambio, no tenía ese problema con Los Compadres, porque Lorenzo Hierrezuelo, el divertidísimo Compay Primo, se mandaba un feo inconfundible. Ni tampoco con Olga y Tony, obviamente. Y ni siquiera con Clara y Mario. Por otro lado, a Caraeglobo y Soplete los distinguía uno del otro por la gracia narrativa de Armando Calderón. De ampanga, queridos amiguitos.