Por Nicolás Guillén
La aldea es ya ciudad, mas no por ello
se piense que dejó de ser aldea:
en las calles el pueblo caga y mea
sin que el ojo se ofenda ni el resuello.
Paciencia hay que tener más que un camello
con el agua podrida y la diarrea,
y quien de noche ingenuo se pasea
a escondido puñal arriesga el cuello.
Moscas, mosquitos, ratas y ratones,
polvo hecho fango, charcas pestilentes,
fiebres malignas, chancros, purgaciones,
contagio son de bestias y de gentes,
bajo un sol de ladrones y gritones
y una luna de dientes relucientes.
En El diario que a diario, La Habana, Ediciones Unión, 1972, p. 20.