Por Taimí Blanco
Frente al mar,
desnuda,
entre mareas y afilados arrecifes,
los alcatraces dinamitan sus pupilas,
las olas dialogan.
Poco sé de marinería,
no más que anudar y desatar nudos en mi alma,
navegar a ratos la memoria,
desembarcar en puertos del recuerdo.
Es una playa de sales,
—recuerdo—
lágrimas antiguas,
eterna convocación a la nostalgia.
No olvidar, no olvidar...
— olvidar—.
Aunque duela y muerda,
aunque inquiete el perdón,
la despedida...
Ayer la presencia de la tarde fue angustiosamente salada,
el sol descendía silencioso,
bebía el mar un coctel naranja. Embrigada,
me derrumbé sobre la arena
a pensar callada conmigo,
a resucitar la que fui,
a desatar la que seré.