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Por Irelia Pérez
“¡Tanto amor y no poder nada
contra la muerte!”
César Vallejo
Para Nelito, in memoriam
Bajo una torre orgullosa
de su admirable esbeltez
cobijó nuestra niñez
cada espina y cada rosa.
Tibio olor a pomarrosa
danzaba por aquel llano.
Le esculpimos al lejano
horizonte su perfil
de senos malva y añil.
¿Ya no te acuerdas, hermano?
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Por Neiby Cisnero
Tu verbo enciende mi llama.
¿Qué culpa voy a sentir?
¿Acaso no he de vivir
lo que mi cuerpo reclama?
Reclama que mi fragancia
se destile de pasión.
Sabes que mi corazón
se acelera en la distancia.
Distancia que se dilata,
me desepera, ilusiona.
(El corazón no razona
cuando de amores se trata.)
Trato de amasar el verso
para vivir lo soñado.
¿Es que no te has percatado
de que tú eres mi universo?
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Pablo Milanés cantor
de profunda poesía,
te volvió tu geografía
un ilustre trovador
hoy le cantas al amor
lo que el corazón te manda
y tú público se agranda
sobre tu verso sonoro
para regalarle a coro
una canción a Yolanda.
Tu guitarra es una orquesta
repleta de inspiración,
quisiste volver canción,
al amor y a la protesta
creciste en un suma y resta,
desempolvando ilusiones
y con tantos galardones
hoy tus letras siguen vivas
cómo vibras positivas
para las generaciones.
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Por Neiby Cisnero
Lo que vive y se convierte
en pasado que se olvida,
es la parte de la vida
que, siendo vida, ya es muerte.
El Indio Naborí
En el ocaso del día
se produjo el despertar:
el sueño en que levitar
estremece el alma mía.
Una oleada de alegría
promovió mi helada inerte:
una sensación tan fuerte
estremeció mi razón,
y en vendaval de ilusión
lo que vive se convierte.
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Por Lucio Pérez
...Tu pasado tiene un brillo que no para de crecer.
Carilda O. Labra
Las frases se quiebran en el aire
y la alabanza es un gastado gesto
que pierde claridad en la intemperie.
Un canto celestial se escucha
convertido en anestesia a los oídos,
me juego mis girasoles a los dados
pero la noche los descubre devorando la luz de sus espigas.
No quiero entregar las bridas
mientras en mí habiten los deseos.
La noche es inclemente
pero decido dar vida a los vivos,
los muertos
recibieron el latido justo
cuando se secaron sus orillas.
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Por Katia Chávez
El silencio habló.
Mientras una esperanza con sus brazos rodeaba,
Los dedos intentaron desgarrar.
Sentenció la ausencia de mis noches.
Hizo un guiño de invitación
Por todas las oscuridades
Dormidas.
Queriendo encontrar lo infinito del desorden,
Miraba intenso a las pupilas como quien penetra a mis desvelos.
Y dijo...
que algún día el sueño me sorprendería.
Que las noches son eternas pero no estarán por siempre.
Dejé caer los párpados hasta parecer vencida.
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Por Olga L. Martínez
Te amo. En esta
soledad
de grillos y silencio.
En este
ronquido lejano
de mamá
y el ruido
de cada tecla al marcar.
Te amo
en este cansancio donde
dejo caer mi sueño
en una almohada
que pesa en mi cabeza.
En esta soledad
sin rostro
aún
me falta tu luz.
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Por Pedro Péglez
Madre tú me enseñaste
a masticar las pieles
a ayudar al bisonte en su presagio
tú me enseñaste a triturar qué hierba
a domeñar el borde a la fatiga
incluso a destrozar aquellas sombras
con los dientes cerrados y perfectos.
Ah mi madre por qué por qué
no me enseñaste
también a no mascar mi propia piel
sus empinadas grietas
como si el buen guerrero
fuera una manzana
como si el turbio diente
pudiera liberarme.
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Por Irelia Pérez
Viene desde todos los adioses
Anduvo por el filo de todas las memorias
buscando otra deidad
honduras de algún pozo donde limpiar la fe.
Solía ser entonces apenas una cruz
navegando sin anclas al fondo del espejo.
El porvenir era una luna de cristal. Y era la noche
tan silente y absurda como un retorno al amnios
o un diálogo de peces.
Nunca supo cómo fue quedando adentro de esa sombra
a ratos invisible.
(Un día se descubrió cortándola en rodajas
para servirla junto al pan y los recuerdos).
Amanecía con el corazón en las ventanas
recogiendo una a una cada vela del mundo.
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Alguien derribó el portal
y se fue como quien huye.
El tiempo todo lo engulle:
el canto, la fe, la sal…
Donde tierra, lodazal,
donde alegría, punzada,
donde yo tuve una almohada
existe una mancha gruesa
y donde estuvo la mesa
hay una ausencia sentada.
De Glosas y azares
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