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Por Nicolás Águila
El criminal siempre vuelve al lugar del crimen. Y el cumanayagüense ausente recala por la esquina del Liceo para reunirse con los viejos amigos y ver la banda pasar por el Prado en la procesión del 3 de Mayo. No hay escapatoria. Si no vuelves con tu tango a cuestas y la frente marchita, haces tu viaje imaginario por los caminos de la nostalgia. Pero por nada del mundo hay que perderse la matiné y el baile por la noche. El 3 de Mayo es sagrado. Es el Día del Cumanayagüense.
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Por Orlando V. Pérez
Desde la cocina
me llega el olor áspero y profundo del carbón
cuando empieza a hacerse llamas.
Afuera, la penumbra va diluyendo las casas y la calle
en un humo negro y espeso
para solo permitir el llanto de una niña
que se va apagando poco a poco.
Dentro de mí, cae la ausencia,
sin una palabra ni un emoji,
como si con la noche también
cayera un gato muerto de negrura.
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Por Mayda Palazuelos
En primer orden de cosas: linda flor me has regalado; si es natural, de nuestro pueblo, es doblemente bella. Pocas veces veo cosas así. No sé si la vejez me ha hecho ver de nuevo otras cosas que había creído olvidar.
Hoy amaneció el día despejado, un poco fresco y cuando me fui a cepillar los dientes, tuve la sensación ambiental de haber entrado por primera vez a la calle San Rafael # 257, en La Habana (frente a la antigua tienda El Encanto). Trabajé en ese lugar muchos años. Recordé lo joven e inocente que era en ese entonces, pensé en toda esa gente y vi muchos rostros. No me lo dijeron, no me preguntaron de dónde venía, se me notaba, yo era diferente; en ese entonces estaba aún cargada de inocencia, venía de otra galaxia, de Cienfuegos (en esos años los habaneros eran los de siempre con diferentes costumbres).
En ese edificio había o hay un elevador que nunca había visto y un fuerte aire acondicionado.
¡Oh, mi San Rafael!, ¿por qué te recuerdo hoy y muchas otras veces?
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…conmigo va siempre…
el recuerdo de mi madre…
J. M.
Abrazo en alma a la rosa
que transpira con amor,
porque un sueño trovador
ha iluminado mi glosa.
En cada madre reposa
lo noble de su reflejo,
mientras el gentil consejo
le retrata la sonrisa
siempre noble, que sin prisa,
es del cristal un espejo.
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Juan Froilán Álvarez García nació en Cumanayagua el 5 de octubre de 1954. Su padre, profesor de música, influyó en su afición por esta bella arte, en especial por la guitarra.
Sus comienzos en el movimiento de aficionados se remontan a la adolescencia, cuando el instructor de Arte Orlando Rodríguez lo incluyó en grupos musicales estudiantiles en Cumanayagua, y después en Topes de Collantes, donde cantaba, tocaba la guitarra, el contrabajo y la percusión menor.
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Por Xiomara Rodríguez
Tú no.
Deja que sea el rugido de la mañana, la inhóspita cumbre,
el beso guardado.
La grieta en la tormenta,
tu sombra desmembrada.
Tú no.
Permítele al verde de tu voz,
a tu sonrisa transparente,
al diluvio trastornado de mi ayer.
A las venturas de mi entraña,
o a las dos cumbres unidas por un puente.
Tú no.
Si tan solo lo hicieran las puertas sombrías,
la lujuria triste del amor perdido,
la necedad de la tristeza.
Que sea el desvelo que envejece en los tramos nocturnos.
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Por Pedro L. Morales
Novia de Cumanayagua
que sobre su costa duerme
como una figura inerme
que bañan el sol y el agua.
Ojos verdes de yamagua,
agueditas, palmas reales,
eucaliptos, cafetales,
dagames, pinos, helechos
que succionan de tus pechos
por los frescos manantiales.
Por tus ojos plañideros
brotan las lágrimas esas
que llenan ríos y presas
al bajar por los senderos.
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Por Yannit Pozo
me he sentado a ver cómo
suplicante y moribundo
el día se arrastra a mis pies
no sabe que ya es tarde
muy tarde
porque me lo viví completo.
rendirse
saber que el tiempo pesa más que todo y que todos
saber que un trozo de vidrio se parece tanto
a nuestra alma
saber que el ocaso se comerá las memorias
saber que no hay mucho que saber
el tiempo nos ha desgarrado la garganta y la inocencia
el poniente será nuestra bóveda fría
sin misterio alguno
rendirse
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Por Julio García
...Al gigante de hierro de mi infancia
que nunca más volvió
Ya no se escucha silbar
la vieja locomotora,
que allá en mi niñez, otrora,
siempre solía admirar.
La contemplaba al pasar,
halando tantos vagones,
y en sus rieles, sin razones,
hicimos mil travesuras,
hasta romper las más duras
piedras de los callejones.
¡Qué infancia maravillosa,
aquella cuando soñaba
cómo yo la manejaba,
por una vía frondosa!
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Por Nicolás Águila
La pena por la que peno
la pena que tengo yo
es pena por la mañana
y por la noche penol
una pena con penalti
cero hit cero jonrón
pena que se me dispara
pena que causa dolor
¡larga y penuda la pena
la pena que tengo yo!
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