Anónimo
Piripantú era un duende que vivía en una ceiba que estaba en una de las orillas del río Arimao. Siempre jugaba con los rayos del sol que parecían besar las flores silvestres y terminaba sacudiendo los gajos de la mariposa para que las gotas de rocío cayeran sobre él como una refrescante lluvia. Se alimentaba de huevos de codorniz, zunzunes, gorriones y lagartijas. Después que saqueaba los nidos, bajaba al río a beber su agua pura y fresca. Allí tenía una pequeña charca cristalina de fondo arenoso donde nadaban peces de colores entre las innumerables conchas. Se creía dueño del mundo y sentábase a contemplar las idas y venidas de sus habitantes.
Pero comenzaban a suceder cosas extrañas. Cuando el primer rayo de sol despertó a Piripantú en el hueco de su ceiba, este corrió hasta donde estaba la mariposa y sacudió sus gajos para el baño matutino y... ¡no cayó ni una gota!
Del libro Compilación de leyendas cumanayagüenses. (Inédito). Compiladora: Aisairis Santana Consuegra. Diseño de cubierta, edición y corrección: Yaskil Moisés Álvarez Cuellar. (N. del E.).