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Por Frida Kahlo
No te estoy pidiendo que me beses, ni me disculpes cuando pienso que estás equivocado. Ni siquiera te pediré que me abraces cuando más lo necesito. No te pido que me digas lo hermosa que soy, aunque sea mentira, ni me escribas nada hermoso. Ni siquiera te pediré que me llames para decirme cómo fue tu día, ni decirme que me extrañas. No te pediré que me agradezcas por todo lo que hago por ti, ni que te preocupes por mí cuando mi alma está abajo, y por supuesto, no te pediré que me apoyes en mis decisiones. Ni siquiera te pediré que me escuches cuando tenga mil historias que contarte. No te pediré que hagas nada, ni siquiera estar a mi lado para siempre. Porque si tengo que pedírtelo, ya no lo quiero.
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La rosa,
la inmarcesible rosa que no canto,
la que es peso y fragancia,
la del negro jardín en la alta noche,
la de cualquier jardín y cualquier tarde,
la rosa que resurge de la tenue
ceniza por el arte de la alquimia,
la rosa de los persas y de Ariosto,
la que siempre está sola,
la que siempre es la rosa de las rosas,
la joven flor platónica,
la ardiente y ciega rosa que no canto,
la rosa inalcanzable.
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Por Rafael Alberti
Sal tú, bebiendo campos y ciudades,
en largo ciervo de agua convertido,
hacia el mar de las albas claridades,
del martín-pescador mecido nido;
que yo saldré a esperarte, amortecido,
hecho junco, a las altas soledades,
herido por el aire y requerido
por tu voz, sola entre las tempestades.
Deja que escriba, débil junco frío,
mi nombre en esas aguas corredoras,
que el viento llama, solitario, río.
Disuelto ya en tu nieve el nombre mío,
vuélvete a tus montañas trepadoras,
ciervo de espuma, rey del monterío.
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Cuando se abre en la mañana.
roja como sangre está.
El rocío no la toca
porque se teme quemar.
Abierta en el mediodía
es dura como el coral.
El sol se asoma a los vidrios
para verla relumbrar.
Cuando en las ramas empiezan
los pájaros a cantar
y se desmaya la tarde
en las violetas del mar,
se pone blanca, con blanco
de una mejilla de sal.
Y cuando toca la noche
blando cuerno de metal
y las estrellas avanzan
mientras los aires se van,
en la raya de lo oscuro,
se comienza a deshojar.
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Por Naizomi Getav
Después de tantas tazas de café,
aún esperé...
No llegó mi tren.
Estuve lista, a la hora,
vestida de gala para el viaje.
¡Despiste mío!
Quizá equivoqué horario,
la fecha, y hasta la estación.
Resignada volví a casa;
lavé mi cara...,
en el piso mis ropas de gala,
será otro día,
en alguna otra vida.
No se me dan los viajes.
¡Despiste mío!
suelo perder hasta el equipaje...
¡Despiste mío!
Por fortuna existe el café.
De: Los narcisos de Naizomi. (México, 18 de agosto de 2023).
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Por Oscar Wilde
Había una vez un hombre a quien todos querían porque contaba historias muy bonitas.
Diariamente salía por la mañana de su aldea, y cuando volvía al atardecer, los trabajadores, cansados de trajinar todo el día, se agrupaban junto a él y le decían:
-¡Anda, cuéntanos lo que has visto hoy.
Y él contestaba:
-He visto en el bosque a un fauno que tocaba la flauta, y a su alrededor a muchos enanitos con sus gorras de colores, bailando alegremente.
-¿Qué otra cosa viste? -le preguntaban los hombres, que no se cansaban de escucharlo.
-Cuando llegué a la orilla del mar, ¡a que no se imaginan lo que vi!
-No, no podemos imaginar nada.
Dinos lo que pasó a la orilla del mar.
-Pues vi tres sirenas, sí señores, a tres sirenas que con un peine de oro peinaban sus cabellos verdes.
Y los hombres lo amaban, porque les contaba hermosas historias.
Una mañana salió de su aldea como todas las mañanas, pero cuando llegó a la orilla del mar vio a tres sirenas, que al borde de las olas peinaban sus cabellos verdes con su peine de oro.
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Por Mario Benedetti
No te rindas, aún estás a tiempo
de alcanzar y comenzar de nuevo,
aceptar tus sombras, enterrar tus miedos,
liberar el lastre, retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
aunque el frío queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se esconda y se calle el viento,
aún hay fuego en tu alma,
aún hay vida en tus sueños,
porque la vida es tuya y tuyo también el deseo,
porque lo has querido y porque te quiero.
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¡Adiós! En la noche inmensa
y en alas del viento blando
veré la barca bogando,
la vela impoluta y tensa.
Nicolás Guillén
Adiós a poder tenerte
Adiós a rozar tus labios
quitar en ti los resabios
Miedo a no querer perderte
Miedo de querer, de hacerte
Y de sentirme indefensa
Adiós a la recompensa
De mirarme en tus ojazos
De tenerte entre mis brazos
Adiós a la noche inmensa
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Por Antonio Machado
A Federico García Lorca
I
El crimen
Se le vio, caminando entre fusiles
por una calle larga,
salir al campo frío,
aún con estrellas, de la madrugada.
Mataron a Federico
cuando la luz asomaba.
El pelotón de verdugos
no osó mirarle a la cara.
Todos cerraron los ojos;
rezaron: ¡ni Dios te salva!
Muerto cayó Federico
—sangre en la frente y plomo en las entrañas—.
… Que fue en Granada el crimen
sabed —¡pobre Granada!—, ¡en su Granada!…
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Por Luis Benítez
La Editorial Leviatán, de Buenos Aires, publicó recientemente una nueva entrega del autor local, que se suma a la extensa trayectoria en el género que acredita Revagliatti desde su inicial Obras completas en verso hasta acá, de 1988. Uno de los poetas argentinos más originales, de más vasta producción y más traducido a otras lenguas de la generación de los ’80.
La feliz iniciativa del sello Leviatán en cuanto a dar a conocer un nuevo título del reconocido poeta argentino Rolando Revagliatti permite a sus numerosos lectores acceder otra vez a una poética siempre renovada, invariablemente sorprendente, cuyas sucesivas rutas de transformación distinguen cabalmente la obra completa de este. Es que Revagliatti comprendió, desde sus inicios, que quedar atrapado en una retórica personal, por muy lograda que ella sea, conduce invariablemente a la autofagia, la repetición y la rutina que acecha en las páginas de otros escritores, incluso los más consagrados.
En vez, Revagliatti propone un universo diferente o visiones distintas de uno solo y suyo, cuyas múltiples regiones parecen no culminar nunca en número ni en originalidad. Esta particularidad de mantenido cambio de discurso y apelaciones de sentido es solo una de las múltiples facetas que lo distinguen y diferencian en el panorama del género en Argentina.
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