Por Naizomi Getav

 

Vino un ángel
puso un beso sobre mi nariz...
 “mantén tu paz,
tuya es la serenidad,
rocas arpías
lanza el espíritu cobarde,
hacer otra cosa no sabe”.
¿Fue un sueño?
¡yo lo vi,
su voz oí,
y aquel beso
en la nariz sentí!

¡Qué bien huele la tranquilidad,
paz recién horneada...
tan dulce miel y mermelada!

Por O. Henry


En un pequeño barrio al oeste de Washington Square las calles, como locas, se han quebrado en pequeñas franjas llamadas “lugares”. Esos “lugares” forman extraños ángulos y curvas. Una calle se cruza a sí misma una o dos veces. Un pintor descubrió en esa calle una valiosa posibildad. ¡Supongamos que un cobrador, con una cuenta por pinturas, papel y tela, al cruzar esa ruta se encuentre de pronto consigo mismo de regreso, sin que se le haya pagado a cuenta un solo centavo!
     Por eso los artistas pronto empezaron a rondar por el viejo Greenwich Village, en pos de ventanas orientadas al norte y umbrales del siglo XVIII, buhardillas holandesas y alquileres bajos. Luego importaron algunos jarros de peltre y un par de platos averiados de la Sexta Avenida y se transformaron en una colonia.
     Sue y Johnsy tenían su estudio en los altos de un gordo edificio de ladrillo de tres pisos. Johnsy era el apodo familiar que le daban a Joanna. Sue era de Maine; su amiga, de California. Ambas se conocieron junto a una mesa común de un delmónico de la calle ocho y descubrieron que sus gustos en materia de arte, ensalada de achicoria y moda, eran tan afines que decidieron establecer un estudio asociado.

Por Naizomi Getav


Si quieres nos vamos lejos,
siguiendo el norte de una brújula
tan vieja y oxidada.

Si quieres abrimos las puertas
de un antiguo mapa arrugado
y sucio por todos lados.

Si quieres bailamos
con los peces en el mar
la canción que te gusta oírme cantar.

Si quieres mi amor
nos volvemos a enamorar
en el segundo que esta por empezar.

Por Rolando Revagliatti

 

1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

Luisa Pelufo: El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que, cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.


2.
- RR: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

LP: La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.

Por Naizomi Getav


Hasta donde el tiempo
nos alcance, amor mío...
—Y, ¿si es hoy? —¡Que sea hoy!
hasta donde el tiempo nos alcance
en este amor loco e infinito...
hasta donde la respiración diga “basta”
en esta vida que día a día se desgasta.

— Y, ¿si es hoy? —Que sea hoy,
amor mío, lo que le plazca al destino;
no puedo prometer un mañana
aun si es el deseo en la vela de un pastel...
no, amor; ¡un mañana no puedo prometer!
pero... ¡este instante te lo regalo!
Es tan tuyo, es tan mío...

Por José A. Goytisolo 


Alguna noche -las fogatas eran
de dolor o de júbilo-
la casa te veía desertar.

Te abrías a una vida
distinta, a un mundo
alegre como los ojos de un dios:
voces mayores, fuegos de artificio,
inacabable noche de San Juan
en tu estancia vacía...

El tiempo se agrandaba en los rincones,
se detenía en torno al corazón,
mientras el estruendo proseguía,
lejos, lejos, quién sabe si real.

Por María Herrera

La noche no cesa su oscuridad
ni aun entre los rayos áureos.
Las culpas exoneradas
del planeta de tus fábulas rotas
y mis yo, deambulan en ruta incierta.
Busco porqués entre tu espiral que,
sin retorno,
los labios enrojecidos de fatiga
enuncian entre murmuraciones:
¿roca, corazón?

Heme aquí,
en el nido de tu verdad de nudo:
¿Gitano es tu corazón con piel de roca?

No.
Tú, eres del palpitar de roca;
roca corazón. 

 

 

Por Rolando Revagliatti


1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

Santiago Sylvester: Que la cosa iba literariamente en serio, lo supe más o menos a mis 17 años. Hasta entonces, todo había sido un poco de juego y otro poco de pose. Creo que a aquella convicción me llevó algún poema que ya no recuerdo y que prefiero no recordar, aunque suene a ingratitud. Lo cierto es que en esa época supe dos cosas: que tenía un destino en la poesía y que tenía que hacer todo lo posible para que eso fuera cierto.


2.- RR: ¿
Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?

Por Italo Calvino

Para empezar os contaré una vieja leyenda. El emperador Carlomagno se enamoró, siendo ya viejo, de una muchacha alemana. Los nobles de la corte estaban muy preocupados porque el soberano, poseído de ardor amoroso y olvidado de la dignidad real, descuidaba los asuntos del Imperio. Cuando la muchacha murió repentinamente, los signatarios respiraron aliviados, pero por poco tiempo, porque el amor de Carlomagno no había muerto con ella. El Emperador, que había hecho llevar a su aposento el cadáver embalsamado, no quería separarse de él. El arzobispo Turpín, asustado de esta macabra pasión, sospechó un encantamiento y quiso examinar el cadáver. Escondido debajo de la lengua muerta encontró un anillo con una piedra preciosa. No bien el anillo estuvo en manos de Turpín, Carlomagno se apresuró a dar sepultura al cadáver y volcó su amor en la persona del arzobispo. Para escapar de la embarazosa situación, Turpín arrojó el anillo al lago de Constanza. Carlomagno se enamoró del lago de Constanza y no quiso alejarse nunca más de sus orillas.

Por Naizomi Getav


Usted es la pasión despierta...
agazapa mis sentidos,
araña los deseos
tan hartos de ser esquivos.
Usted, usted...

Necedad amatoria
¡me rido, me rindo
dentro de esos brazos tan míos!
desborde bullicioso
de latidos inconformes
si el beso faltase
a estos labios mas que sedientos
¡oh tan resecos!

Usted la pasión despierta,
y yo...