Por Liubov Popova
En realidad su verdadero nombre era Alize Espiridiona Cenda del Castillo, aunque más tarde sería conocida en el escenario, simplemente, como “La Gran Chiquita”. Esta peculiar artista desde muy niña adoro el ballet clásico; por esa razón, apoyándose en la enseñanza rudimentaria de la época, junto a la de su familia, que siempre la protegió sobremanera, decidió estudiarlo, incluso utilizando las zapatillas de puntas con las cuales al principio de su carrera siempre se presentó, obviamente, con una técnica poco depurada. Pocos años después, al no conseguir ser contratada por ninguna compañía de ballet, se transformó en una connotada vedette, incluyendo en sus actuaciones el canto, aunque jamás abandonó su gran pasión: el baile a puntas.
“La gran Chiquita” apenas media 26 pulgadas de altura y tenía un peso de 18.5 lbs. En su escueta biografía se cuenta que Espiridiona nació el 15 de diciembre de 1869 en la provincia de Matanzas dentro de una familia acomodada dedicada al negocio de la azúcar, la cual siempre la adoró, siendo la mayor de 5 hermanos; todos los demás tuvieron una estatura normal, viviendo hasta su juventud en dicha ciudad donde permaneció, como mencioné anteriormente, muy protegida por sus padres y hermanos. Debido a ser considerada una enana poseedora de un rostro muy agraciado, que bailaba en puntas y tocaba el piano con suma maestría, le propusieron, en innumerables ocasiones, convertirse en una artista circense; no obstante, jamás aceptó participar en ferias rodantes de esa categoría, a pesar que existían muchas en su época, ya que ella misma siempre se consideró una artista que merecía mayor respeto, que el de ser un fenómeno o a una atracción más perteneciente a un circo.
De ahí devino que en 1896, al cumplir 27 años, el prestigioso empresario estadunidense Alexander Turney Stewart la contratara con el propósito de presentarla en Nueva York, no como un fenómeno circense, sino como una peculiar artista, hecho que luego repitió en Europa, donde en poco tiempo se convirtió en una famosa bailarina y cantante del teatro de variedades, siendo felicitada en París, después de una actuación, por la propia Anna Pavlova, quien acudió a su camerino para entregarle flores muy emocionada. Esto sucedió a pesar del minúsculo tamaño de Espiridiona, cuyo nombre era, definitivamente, más largo que ella misma, demostrando que su estatura nunca fue un impedimento para vivir como ella quiso. En los Estados Unidos alcanzó una celebridad de tal magnitud, que fue en 1901 la primera latina en visitar la Casa Blanca por invitación del presidente William McKinley, el cual, encantado por su discurso, desabrochó un clavel rosa de su solapa y lo prendió al vestido de “La Gran Chiquita”. Asimismo, allí también le construyeron el automóvil más pequeño jamás visto de 26 pulgadas de alto, que de hecho, era el duplicado de uno para adultos.
“La Gran Chiquita” se casó en 1901 con un joven de estatura normal de 17 años llamado Tony Woeckener; ella tenía 32 años, tuvieron un bebé de apenas dos libras que murió a una edad temprana. En cierto momento, la famosa cubana se pronunció sobre la lucha de Cuba por la liberación española y se le otorgó una autoridad especial para hacerlo, mientras dos de sus hermanos participaron como miembros en el ejército mambí.
Fallecida el 11 de diciembre de 1945, la vida de “La Gran Chiquita” fue novelada e inspiró un maravilloso libro al escritor cubano exiliado Antonio Orlando Rodríguez, que le valió el premio literario “Alfaguara” en el 2008.