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Por Tati Bustamante
Lo que somos es lo infinito de un pensamiento que florece a través de variantes y matices, lo que nunca seremos es un espejismo que oculta nuestro lado más siniestro... Lo que somos es la inmensidad de un MULTIVERSO que busca respuestas, lo que nunca seremos es tener la valentía para buscar tantos caminos inhóspitos... Lo que somos es un montón de frases inconclusas, lo que nunca seremos es tener la habilidad de encajar nuestros fragmentos rotos... Lo que somos es lo enigmático de una pasión que calla mares húmedos, lo que calla nuestro cuerpo es la sensación palpable de sentirnos y explorar nuestro deseo mojado...
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Por María Herrera
La noche no cesa su oscuridad
ni aun entre los rayos áureos.
Las culpas exoneradas
del planeta de tus fábulas rotas
y mis yo, deambulan en ruta incierta.
Busco porqués entre tu espiral que,
sin retorno,
los labios enrojecidos de fatiga
enuncian entre murmuraciones:
¿roca, corazón?
Heme aquí,
en el nido de tu verdad de nudo:
¿Gitano es tu corazón con piel de roca?
No.
Tú, eres del palpitar de roca;
roca corazón.
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Por Naizomi Getav
Hasta donde el tiempo
nos alcance, amor mío...
—Y, ¿si es hoy? —¡Que sea hoy!
hasta donde el tiempo nos alcance
en este amor loco e infinito...
hasta donde la respiración diga “basta”
en esta vida que día a día se desgasta.
— Y, ¿si es hoy? —Que sea hoy,
amor mío, lo que le plazca al destino;
no puedo prometer un mañana
aun si es el deseo en la vela de un pastel...
no, amor; ¡un mañana no puedo prometer!
pero... ¡este instante te lo regalo!
Es tan tuyo, es tan mío...
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Por Miguel Ramos
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas, pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
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Por Naizomi Getav
Usted es la pasión despierta...
agazapa mis sentidos,
araña los deseos
tan hartos de ser esquivos.
Usted, usted...
Necedad amatoria
¡me rido, me rindo
dentro de esos brazos tan míos!
desborde bullicioso
de latidos inconformes
si el beso faltase
a estos labios mas que sedientos
¡oh tan resecos!
Usted la pasión despierta,
y yo...
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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
Santiago Sylvester: Que la cosa iba literariamente en serio, lo supe más o menos a mis 17 años. Hasta entonces, todo había sido un poco de juego y otro poco de pose. Creo que a aquella convicción me llevó algún poema que ya no recuerdo y que prefiero no recordar, aunque suene a ingratitud. Lo cierto es que en esa época supe dos cosas: que tenía un destino en la poesía y que tenía que hacer todo lo posible para que eso fuera cierto.
2.- RR: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
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Por Naizomi Getav
Vino un ángel
puso un beso sobre mi nariz...
“mantén tu paz,
tuya es la serenidad,
rocas arpías
lanza el espíritu cobarde,
hacer otra cosa no sabe”.
¿Fue un sueño?
¡yo lo vi,
su voz oí,
y aquel beso
en la nariz sentí!
¡Qué bien huele la tranquilidad,
paz recién horneada...
tan dulce miel y mermelada!
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Por O. Henry
En un pequeño barrio al oeste de Washington Square las calles, como locas, se han quebrado en pequeñas franjas llamadas “lugares”. Esos “lugares” forman extraños ángulos y curvas. Una calle se cruza a sí misma una o dos veces. Un pintor descubrió en esa calle una valiosa posibildad. ¡Supongamos que un cobrador, con una cuenta por pinturas, papel y tela, al cruzar esa ruta se encuentre de pronto consigo mismo de regreso, sin que se le haya pagado a cuenta un solo centavo!
Por eso los artistas pronto empezaron a rondar por el viejo Greenwich Village, en pos de ventanas orientadas al norte y umbrales del siglo XVIII, buhardillas holandesas y alquileres bajos. Luego importaron algunos jarros de peltre y un par de platos averiados de la Sexta Avenida y se transformaron en una colonia.
Sue y Johnsy tenían su estudio en los altos de un gordo edificio de ladrillo de tres pisos. Johnsy era el apodo familiar que le daban a Joanna. Sue era de Maine; su amiga, de California. Ambas se conocieron junto a una mesa común de un delmónico de la calle ocho y descubrieron que sus gustos en materia de arte, ensalada de achicoria y moda, eran tan afines que decidieron establecer un estudio asociado.
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Por Naizomi Getav
Si quieres nos vamos lejos,
siguiendo el norte de una brújula
tan vieja y oxidada.
Si quieres abrimos las puertas
de un antiguo mapa arrugado
y sucio por todos lados.
Si quieres bailamos
con los peces en el mar
la canción que te gusta oírme cantar.
Si quieres mi amor
nos volvemos a enamorar
en el segundo que esta por empezar.
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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
Luisa Pelufo: El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que, cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.
2.- RR: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
LP: La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.
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