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Por Alfonsina Storni
Hoy me mira la luna
blanca y desmesurada.
Es la misma de anoche,
la misma de mañana.
Pero es otra, que nunca
fue tan grande y tan pálida.
Tiemblo como las luces
tiemblan sobre las aguas.
Tiemblo como en los ojos
suelen temblar las lágrimas.
Tiemblo como en las carnes
sabe temblar el alma.
¡Oh!, la luna ha movido
sus dos labios de plata.
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Por Miguel Ramos
Desde la ventana de un casucho viejo
abierta en verano, cerrada en invierno
por vidrios verdosos y plomos espesos,
una salmantina de rubio cabello
y ojos que parecen pedazos de cielo,
mientas la costura mezcla con el rezo,
ve todas las tardes pasar en silencio
los seminaristas que van de paseo.
Baja la cabeza, sin erguir el cuerpo,
marchan en dos filas, pausados y austeros,
sin más nota alegre sobre el traje negro
que la beca roja que ciñe su cuello,
y que por la espalda casi roza el suelo.
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Por María Herrera
La noche no cesa su oscuridad
ni aun entre los rayos áureos.
Las culpas exoneradas
del planeta de tus fábulas rotas
y mis yo, deambulan en ruta incierta.
Busco porqués entre tu espiral que,
sin retorno,
los labios enrojecidos de fatiga
enuncian entre murmuraciones:
¿roca, corazón?
Heme aquí,
en el nido de tu verdad de nudo:
¿Gitano es tu corazón con piel de roca?
No.
Tú, eres del palpitar de roca;
roca corazón.
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Por José Martínez Ruiz (Azorín)
De nada te han servido tus defensas,
ni tus estambres, reclamando vida,
ni las fragancias que en el alma escondes:
el jardinero te troquela en ramo...
...para morir estática,
sabiendo la tortura en que agonizas.
No será el viento quien te arranque el pétalo
hasta quedar desnuda,
ni la abeja libando de tu jugo
podrá polinizarte...
Los ojos que te miran
de sobra sabes que ya no te ven,
final aborrecible siendo aún bella.
En soledad mortal de cementerio
hoy te han dejado,
solo para adornar una mortaja...
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Por Naizomi Getav
Vino un ángel
puso un beso sobre mi nariz...
“mantén tu paz,
tuya es la serenidad,
rocas arpías
lanza el espíritu cobarde,
hacer otra cosa no sabe”.
¿Fue un sueño?
¡yo lo vi,
su voz oí,
y aquel beso
en la nariz sentí!
¡Qué bien huele la tranquilidad,
paz recién horneada...
tan dulce miel y mermelada!
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Por Naizomi Getav
Usted es la pasión despierta...
agazapa mis sentidos,
araña los deseos
tan hartos de ser esquivos.
Usted, usted...
Necedad amatoria
¡me rido, me rindo
dentro de esos brazos tan míos!
desborde bullicioso
de latidos inconformes
si el beso faltase
a estos labios mas que sedientos
¡oh tan resecos!
Usted la pasión despierta,
y yo...
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Por Naizomi Getav
No recuerda el viento el ayer,
amanecer, memoria nueva, ¡blanca!
blanco sepulcro... blanco arcano,
blanco íntegro, ¡blanco, blanco!
No recuerda el viento el ayer,
¡silente! le veo jugar... ¡inocente!
¿eres tú el viento? ¡lo eres!
te veo jugar, ¡inocente!
Me miras, te miro...
“¡Enrédate en mis cabellos!”, te pido.
“¡Hazte nudo entre mis faldas!”, te ruego,
y ven mañana...
De cualquier manera...
ven mañana, ven con tu memoria blanca,
tan blanca, sin recuerdos.
No recuerda el viento el ayer...
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1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?
Luisa Pelufo: El primer acto de creación que recuerdo fue cortarle el pelo a una muñeca Marilú que me había regalado mi madrina. Fue un acto creativo inspirado en que, cuando a mí me cortaban el pelo, me decían que iba a quedar muy linda. Entonces quise hacer lo mismo con mi muñeca. También pienso que esa muñeca fue como un espacio de experimentación (el corte de pelo no la favoreció) y después de un tiempo separé su cabeza del cuerpo para ver cómo funcionaban sus ojos, cómo se abrían y cerraban esas pestañas tupidas y aquí ya entramos en un terreno inseparable de la creación: la curiosidad, la investigación y la experimentación.
2.- RR: ¿Cómo te llevás con la lluvia y cómo con las tormentas? ¿Cómo con la sangre, con la velocidad, con las contrariedades?
LP: La lluvia es lacia, como yo. Bienvenida la lluvia que nos libra de incendios en la Patagonia.
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Por O. Henry
En un pequeño barrio al oeste de Washington Square las calles, como locas, se han quebrado en pequeñas franjas llamadas “lugares”. Esos “lugares” forman extraños ángulos y curvas. Una calle se cruza a sí misma una o dos veces. Un pintor descubrió en esa calle una valiosa posibildad. ¡Supongamos que un cobrador, con una cuenta por pinturas, papel y tela, al cruzar esa ruta se encuentre de pronto consigo mismo de regreso, sin que se le haya pagado a cuenta un solo centavo!
Por eso los artistas pronto empezaron a rondar por el viejo Greenwich Village, en pos de ventanas orientadas al norte y umbrales del siglo XVIII, buhardillas holandesas y alquileres bajos. Luego importaron algunos jarros de peltre y un par de platos averiados de la Sexta Avenida y se transformaron en una colonia.
Sue y Johnsy tenían su estudio en los altos de un gordo edificio de ladrillo de tres pisos. Johnsy era el apodo familiar que le daban a Joanna. Sue era de Maine; su amiga, de California. Ambas se conocieron junto a una mesa común de un delmónico de la calle ocho y descubrieron que sus gustos en materia de arte, ensalada de achicoria y moda, eran tan afines que decidieron establecer un estudio asociado.
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Por Tati Bustamante
Lo que somos es lo infinito de un pensamiento que florece a través de variantes y matices, lo que nunca seremos es un espejismo que oculta nuestro lado más siniestro... Lo que somos es la inmensidad de un MULTIVERSO que busca respuestas, lo que nunca seremos es tener la valentía para buscar tantos caminos inhóspitos... Lo que somos es un montón de frases inconclusas, lo que nunca seremos es tener la habilidad de encajar nuestros fragmentos rotos... Lo que somos es lo enigmático de una pasión que calla mares húmedos, lo que calla nuestro cuerpo es la sensación palpable de sentirnos y explorar nuestro deseo mojado...
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