Por Eduardo Benítez

 

Esta tarde se desvanece desde el cielo, como cascada, el agua clara, tan ligera y con sereno paso. El viento juguetea con las hojas que caen en remolino. Un espectáculo digno de contemplar por todo espectador apasionado por lo bello de la vida.
     Amo el color subido de las rosas, el sonido del arroyo y el canto de las aves. No hay un pájaro triste, hojas marchitándose. Poseen todos la perfecta armonía de esta luz que nos ilumina en cada amanecer, que nos regala una nueva oportunidad, una ansiada esperanza. Ese amanecer que llega con un esplendoroso Sol calentando cada corazón, cada hogar y cada alma sin abrigo. Linda maestra es la vida, que nos repite el examen hasta que por fin lo aprobamos.
     Hemos visto casi todo y no hemos visto casi nada; nos falta descubrir más colores e inusitadas alegrías. Y yo, ya volaré tierra adentro y giraré sin parar, y la música del mundo aplacará el llanto de mis ojos.


Eduardo Benítez Vilches
con este relato, obtuvo el Tercer Premio del Concurso Literario Estrellita 2023, para niños y adolescentes, convocado anualmente por la Casa de Cultura Habarimao, de Cumanayagua, Cienfuegos, Cuba. (N. del E.).

 

 

Por Miguel Pérez Valdés

 

De un gallo y una gallina
para comenzar el cuento,
salieron muchos huevitos,
que fueron muchos pollitos
que pasaron a gallos y gallinas
para continuar el cuento.
De un gallo y una gallina
para comenzar el cuento,
salieron muchos huevitos,
que fueron muchos pollitos
que pasaron a gallos y gallinas
para continuar el cuento.

 

 

Por Kevin Soto

                                                                           
—Buenas tardes, ¿usted es Fabio?
     —Sí. ¿En qué puedo ayudarle?
     —Mi nombre es Victoria. Ramón, su jefe, me habló de usted. He venido a verlo por lo del gigante.
     Siempre lo había visto. A cualquier hora y desde cualquier lugar de la ciudad, veía a aquel gigante imponente y misterioso. A pesar que en algún momento a Fabio le asaltaron dudas sobre cómo lucía su rostro —pues siempre lo encontraba con los pies sumergidos en el mar parado de espaldas a la ciudad—, cuánto medía exactamente o si estaba ahí para amenazar o proteger, nunca en su vida preguntó. La presencia del gigante en la realidad era tan fuerte como la del mismo sol. Hacer una pregunta sobre él era como cuestionarse el sentido de la vida o cuán vasto es el universo, ese tipo de preguntas que en algún momento asalta a casi todo ser humano para luego, con el tiempo y la rutina, desvanecerse en la conciencia.

Por Mariam Aguilar

 

Había una vez un zunzún que un niño quería atrapar, pero una niña llegó y le dijo que no lo atrapara, porque los zunzunes eran bonitos y muy útiles; él le hizo caso y desde entonces se dedicó a cuidar el jardín de su casa, adonde el zunzún venía todas las mañanas a libar de las flores.

 

 

Por Rachel Pérez


       Al profesor Manuel Vázquez

En un grupo de semillas danzantes solo una despertó en un jardinero amante de la danza, una luz a la que él entregó su conocimiento y su amor por el arte para hacerla florecer. Con un gran significado le brotó una rosa nueva, enérgica y creadora, a la cual le fue abriendo pétalos enamorados que adornó con simples palabras. Se le iluminó el alma ilusionada. El amor a esa rosa fue su inspiración para seguir a su lado hasta el fin de los tiempos.


La realidad de un sueño

De un sueño inesperado le surgió al bailarín la inspiración de crear un arte danzante que rompiera con los esquemas del ballet y pasara a la libertad de movimientos y a la improvisación de una idea creativa...
“Pasó el tiempo y pasó”... y el sueño... se hizo realidad.

Por Yelena de la C. Chávez


He buscado en los dibujos tu rostro
pero solo encuentro
hombres con cabeza de pájaros
cuerpos transparentes
bañados por dulces aguas
y esos paisajes de rara belleza
donde quizás esté yo
con la cara mitad luna
                   mitad sol
soy la niña
el pez
la mujer del velo
sumergida en el mar
oculta entre bosques infinitos

Por Lucio Pérez

          A mi Maikolito.
         Feliz 1er. añito de vida.

Si descubres que la luna
ha escondido tu lucero,
súbete en barco veloz,
caminante aventurero.
Cuando pasen alboradas
y se marchite mi tiempo,
súbete, no te detengas:
esperaré ansioso un beso. 

 

 

Por Abel Guerrero


Por una mirada
doy un aguacero
y todo el verano
a cambio de un beso.

Por una sonrisa
catorce canciones
y un rayo de luna
por dos caracoles.

Doy un papalote
por una mañana
y por sólo un guiño
una rosa blanca.

Mas, por esa estrella
que brilla en el alba,
no lo intente, amigo,
¡no me ofrezca nada!

 

 

Por Antonio Velázquez


Como una hoja
que el viento mueve,
auque alas tenga,
brillantes, verdes,
besando flores
a estancias breves:
retoza, gira,
se pierde a veces.
Luego regresa
cantando alegre,
toca una flauta
larga, muy leve
y lo que toca
nadie lo entiende.
Después se aleja,
desaparece,
como una hoja
que el viento mueve.

De El silencio mira.

 

 

Por Mariam Aguilar

 

Había una vez una ardilla que practicaba la  danza. Un día, ella tuvo que salir a actuar a otra ciudad; allí tuvo mucho éxito; pero cuando regresaba muy contenta por el camino a su hogar, oyó a lo lejos el ruido de un hacha. Un niño que los vio, corrió hasta encontrarse con la ardilla y le dijo que unos leñadores estaban cortando el árbol donde estaba su casa y la de sus padres. Sin perder tiempo, ella llamó a los guardabosques, y por esa razón a aquellos leñadores malvados se los llevaron presos.