Por Mariam Aguilar

 

Había una vez una niña a la cual un día le dijo la maestra: “Aqua, ¿por qué siempre llegas tarde?” “Pero, maestra, si yo hago bien todas las tareas y me porto muy bien”. “Está bien, entra, pero a partir de mañana no llegues tarde nunca más”. Sin embargo, la niña seguía llegando tarde.
     Un día la maestra vio desde una ventana cómo la niña estaba ayudando a entrar a la escuela a un compañero de estudios en una silla de ruedas. A la maestra se le salieron las lágrimas.

Por Lucio Pérez

          A mi Maikolito.
         Feliz 1er. añito de vida.

Si descubres que la luna
ha escondido tu lucero,
súbete en barco veloz,
caminante aventurero.
Cuando pasen alboradas
y se marchite mi tiempo,
súbete, no te detengas:
esperaré ansioso un beso. 

 

 

Por Rachel Pérez


       Al profesor Manuel Vázquez

En un grupo de semillas danzantes solo una despertó en un jardinero amante de la danza, una luz a la que él entregó su conocimiento y su amor por el arte para hacerla florecer. Con un gran significado le brotó una rosa nueva, enérgica y creadora, a la cual le fue abriendo pétalos enamorados que adornó con simples palabras. Se le iluminó el alma ilusionada. El amor a esa rosa fue su inspiración para seguir a su lado hasta el fin de los tiempos.


La realidad de un sueño

De un sueño inesperado le surgió al bailarín la inspiración de crear un arte danzante que rompiera con los esquemas del ballet y pasara a la libertad de movimientos y a la improvisación de una idea creativa...
“Pasó el tiempo y pasó”... y el sueño... se hizo realidad.

Por Orlando V. Pérez

 

Le dije:
     —Oye, ese pela´o te va a robar todas las papitas.
     Mientras tomaba una del plato que la mamá le había puesto al alcance de la mano, me contestó:
     —Ella no es ningún pela´o, es mi bebé.
     —¡Ah! ¿Y cuándo la pariste?
     —Hace unos meses. ¿O es que ya se te olvidó?
     Estaba sentada a la mesa y la tenía comprimida entre el abdomen y el antebrazo izquierdo. Con la mano derecha escogía las mejores rodajas; abría despacio la boca, de labios pulposos y breves, y las saboreaba. Mientras hacía crujir otra rodaja más, me miró de reojo y me aclaró:
     —Se llama Marina.
     —Entonces, te ha robado el nombre.
     —Ni el nombre ni las rodajas —me contestó encolerizada, levantando la voz por encima del silencio.
     —¿Tú viniste del mar? —le pregunté.
     ¿Por qué lo sabes?
     —Porque nosotros lo sabemos todo.
     —A ver, ¿cómo me llamo yo?

Por Mariam Aguilar

 

Había una vez una ardilla que practicaba la  danza. Un día, ella tuvo que salir a actuar a otra ciudad; allí tuvo mucho éxito; pero cuando regresaba muy contenta por el camino a su hogar, oyó a lo lejos el ruido de un hacha. Un niño que los vio, corrió hasta encontrarse con la ardilla y le dijo que unos leñadores estaban cortando el árbol donde estaba su casa y la de sus padres. Sin perder tiempo, ella llamó a los guardabosques, y por esa razón a aquellos leñadores malvados se los llevaron presos. 

 

 

Por Abel Guerrero


Por una mirada
doy un aguacero
y todo el verano
a cambio de un beso.

Por una sonrisa
catorce canciones
y un rayo de luna
por dos caracoles.

Doy un papalote
por una mañana
y por sólo un guiño
una rosa blanca.

Mas, por esa estrella
que brilla en el alba,
no lo intente, amigo,
¡no me ofrezca nada!

 

 

Por Eduardo Benítez

 

Esta tarde se desvanece desde el cielo, como cascada, el agua clara, tan ligera y con sereno paso. El viento juguetea con las hojas que caen en remolino. Un espectáculo digno de contemplar por todo espectador apasionado por lo bello de la vida.
     Amo el color subido de las rosas, el sonido del arroyo y el canto de las aves. No hay un pájaro triste, hojas marchitándose. Poseen todos la perfecta armonía de esta luz que nos ilumina en cada amanecer, que nos regala una nueva oportunidad, una ansiada esperanza. Ese amanecer que llega con un esplendoroso Sol calentando cada corazón, cada hogar y cada alma sin abrigo. Linda maestra es la vida, que nos repite el examen hasta que por fin lo aprobamos.
     Hemos visto casi todo y no hemos visto casi nada; nos falta descubrir más colores e inusitadas alegrías. Y yo, ya volaré tierra adentro y giraré sin parar, y la música del mundo aplacará el llanto de mis ojos.


Eduardo Benítez Vilches
con este relato, obtuvo el Tercer Premio del Concurso Literario Estrellita 2023, para niños y adolescentes, convocado anualmente por la Casa de Cultura Habarimao, de Cumanayagua, Cienfuegos, Cuba. (N. del E.).

 

 

Por Miguel Pérez Valdés

 

De un gallo y una gallina
para comenzar el cuento,
salieron muchos huevitos,
que fueron muchos pollitos
que pasaron a gallos y gallinas
para continuar el cuento.
De un gallo y una gallina
para comenzar el cuento,
salieron muchos huevitos,
que fueron muchos pollitos
que pasaron a gallos y gallinas
para continuar el cuento.

 

 

Por Kevin Soto

                                                                           
—Buenas tardes, ¿usted es Fabio?
     —Sí. ¿En qué puedo ayudarle?
     —Mi nombre es Victoria. Ramón, su jefe, me habló de usted. He venido a verlo por lo del gigante.
     Siempre lo había visto. A cualquier hora y desde cualquier lugar de la ciudad, veía a aquel gigante imponente y misterioso. A pesar que en algún momento a Fabio le asaltaron dudas sobre cómo lucía su rostro —pues siempre lo encontraba con los pies sumergidos en el mar parado de espaldas a la ciudad—, cuánto medía exactamente o si estaba ahí para amenazar o proteger, nunca en su vida preguntó. La presencia del gigante en la realidad era tan fuerte como la del mismo sol. Hacer una pregunta sobre él era como cuestionarse el sentido de la vida o cuán vasto es el universo, ese tipo de preguntas que en algún momento asalta a casi todo ser humano para luego, con el tiempo y la rutina, desvanecerse en la conciencia.

Por Mariam Aguilar

 

Había una vez un zunzún que un niño quería atrapar, pero una niña llegó y le dijo que no lo atrapara, porque los zunzunes eran bonitos y muy útiles; él le hizo caso y desde entonces se dedicó a cuidar el jardín de su casa, adonde el zunzún venía todas las mañanas a libar de las flores.