Por Mario Benedetti

 

Ambos somos feos. Ni siquiera vulgarmente feos. Ella tiene un pómulo hundido. Desde los ocho años, cuando le hicieron la operación. Mi asquerosa marca junto a la boca viene de una quemadura feroz, ocurrida a comienzos de mi adolescencia. Tampoco puede decirse que tengamos ojos tiernos, esa suerte de faros de justificación por los que a veces los horribles consiguen arrimarse a la belleza. No, de ningún modo. Tanto los de ella como los míos son ojos de resentimiento, que sólo reflejan la poca o ninguna resignación con que enfrentamos nuestro infortunio. Quizá eso nos haya unido. Tal vez unido no sea la palabra más apropiada. Me refiero al odio implacable que cada uno de nosotros siente por su propio rostro.
      Nos conocimos a la entrada del cine, haciendo cola para ver en la pantalla a dos hermosos cualesquiera. Allí fue donde por primera vez nos examinamos sin simpatía pero con oscura solidaridad; allí fue donde registramos, ya desde la primera ojeada, nuestras respectivas soledades. En la cola todos estaban de a dos, pero además eran auténticas parejas: esposos, novios, amantes, abuelitos, vaya uno a saber. Todos —de la mano o del brazo— tenían a alguien. Sólo ella y yo teníamos las manos sueltas y crispadas.

Por José Santos Chocano

 

Hace ya diez años
que recorro el mundo.
¡He vivido poco!
¡Me he cansado mucho!

Quien vive de prisa no vive de veras,
quien no echa raíces no puede dar frutos.

Ser río que recorre, ser nube que pasa,
sin dejar recuerdo ni rastro ninguno,
es triste y más triste para quien se siente
nube en lo elevado, río en lo profundo.

Por Francisco Luis Bernárdez

 

Si para recobrar lo recobrado
debí perder primero lo perdido,
si para conseguir lo conseguido
tuve que soportar lo soportado,

si para estar ahora enamorado
fue menester haber estado herido,
tengo por bien sufrido lo sufrido,
tengo por bien llorado lo llorado.

Porque después de todo he comprobado
que no se goza bien de lo gozado
sino después de haberlo padecido.

Porque después de todo he comprendido
por lo que el árbol tiene de florido
vive de lo que tiene sepultado.

 

 

Por Rolando Revagliatti

 

La ensoñación adopta lo que le ofrece la realidad.

                             R. K.

 

1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

Rita Kratsman: Mi primer acto creativo consistió en una participación en un concurso de dibujo y pintura callejero, con un trabajo en acuarela cuando tenía doce años. No podía imaginar entonces que muchos años más tarde, y después de algunas vicisitudes, terminaría yendo al taller de pintura dirigido por el maestro Demetrio Urruchúa. Ahí me quedé durante un tiempo y después de esa experiencia concurrí a otros talleres llevada por el deseo de conocer nuevas técnicas. De cualquier manera, no fue precisamente en la pintura donde me quedé, sino que retomé los estudios musicales que había interrumpido en mi infancia hasta llegar a un profesorado de piano. La poesía, por cierto, fue un secreto que me iba a ser develado más adelante.

Por Lágrimas de Condesa

 

Huyen mis mariposas,
Huyen en mis lágrimas, se van nadando en esos ríos profundos
Se me van lastimadas, escapando del dolor
Escapando de su nombre
Se me escapan mis mariposas

Esas que

Revoleteaban en mi estómago alegres
Unas fueron muriendo en desesperanza
Otras sobrevivieron y se escapan en mis llantos.

 

Busco poeta


que sea fan de mis libros favoritos
que se apasione con el aroma de café y el libro añejo.

Busco poeta
que le dé sentido a esta olvidada tinta
que vuele junto a mis alas
camine a mi lado siendo locos soñadores.

Por Jorge Luis Borges

 

De estas calles que ahondan el poniente,
una habrá (no sé cuál) que he recorrido
ya por última vez, indiferente
y sin adivinarlo, sometido

a quien prefija omnipotentes normas
y una secreta y rígida medida
a las sombras, los sueños y las formas
que destejen y tejen esta vida.

Si para todo hay término y hay tasa
y última vez y nunca más y olvido…
¿Quién nos dirá de quién, en esta casa,
sin saberlo, nos hemos despedido?

Tras el cristal ya gris la noche cesa
y del alto de libros que una trunca
sombra dilata por la vaga mesa,
alguno habrá que no leeremos nunca.


Hay en el Sur más de un portón gastado
con sus jarrones de mampostería
y tunas, que a mi paso está vedado
como si fuera una litografía.

Por Naizomi Getav

 

Pensaba en la lluvia,
en los charcos,
en mis zapatos mojados...
Pensaba en la existencia
de un ave sin nido,
¿habrá un ave sin nido?

Y la lluvia se hace copiosa,
me moja no sólo los zapatos
¿será un reclamo a mis pensamientos?
Mis dedos entumidos no desean moverse,
la lluvia no desea la paz conmigo.

Vuelvo la mirada a mis zapatos mojados,
mi mente se ha nublado...

De Los narcisos de Naizomi. (México, mayo de 2023)

Por Julio Cortázar

 

Creo que las cosas imposibles se pueden conseguir, que los besos con los ojos cerrados son los únicos que cuentan, que las heridas no siempre cierran, y que todo el mundo se enamora alguna vez.
     Creo que quien te quiere se queda, que tiene más cuenta buscar a alguien que limitarse a esperarle, y que si no luchas por esa persona luego no puedes ir llorando por los rincones.
     Creo que nos empeñamos en hacer las cosas más difíciles de lo que son. Creo que un mundo mejor es posible, y sobre todo creo en las personas que luchan para conseguirlo.
     Creo que después de llorar siempre hay quién te saca una sonrisa. Creo que hay que disfrutar del ahora. Creo en el destino, y creo que nosotros mismos lo elegimos".

 

Por Antonio Gala

 

No por amor, no por tristeza,
no por la nueva soledad:
porque he olvidado ya tus ojos
hoy tengo ganas de llorar.

Se va la vida deshaciendo
y renaciendo sin cesar:
la ola del mar que nos salpica
no sabemos si viene o va.

La mañana teje su manto
que la noche destejerá.
Al corazón nunca le importa
quién se fue sino quién vendrá.

Tú eras mi vida y yo sabía
que eras mi vida de verdad,
pero te fuiste y estoy vivo
y todo empieza una vez más.

Cuando llegaste estaba escrito
entre tus ojos el final.
Hoy he olvidado ya tus ojos
y tengo ganas de llorar.

 

 

Por Federico García Lorca

 

Yo soy español integral y me sería imposible vivir fuera de mis límites geográficos; pero odio al que es español por ser español nada más; yo soy hermano de todos y execro al hombre que se sacrifica por una idea nacionalista, abstracta, por el sólo hecho de que ama a su patria con una venda en los ojos. El chino bueno está más cerca de mí que el español malo. Canto a España y la siento hasta la médula, pero antes que esto soy hombre del mundo y hermano de todos. Desde luego no creo en la frontera política.