Por Olga L. Martínez 

             A Diana

Es madrugada y el frío empieza a calarle los huesos. El descanso de una escalera en un edificio abandonado le sirve de refugio ante tanto miedo. «¿Por qué se marchó si lo quiero tanto?», piensa abatida, mientras se acomoda.

Se sienta en el primer peldaño, toma un poco de agua, y de su bolso saca a Trueno, su muñeco preferido: un perro de peluche, regalo de su madre antes de partir;

Por Isabel Pérez de Díaz


Conozco un pirata bueno 
que está muy enamorado
de una princesa con velo
que lo tiene embelesado.

Una noche, navegando,
y mientras observa el mar,
ve una sirena nadando
y oye su dulce cantar.

¡Solo son simples visiones!:
está pensando en su amor.

            a Liwi, Ricardo y Antonio Chao

 Por Miguel Pérez

El caballo de bambú
lleva sonidos por dentro
como el río
como el aire
como el mar
y como el viento.

El caballo bambú
fue el regalo de mi abuelo
que por el puerto lo trajo
en el bote de los sueños.

 Por Yulkie Sánchez

Una gata gamitróquima
gomitraba la gamusa
troquimaba la gomítera
con gomítero y trimáquero.
Con gomítero y trimáquero
troquimaba la gomítera
gomitraba la gamusa
una gata gamitróquima. 

Por Nélida Puerto


Soy una luz que domina
desde el vientre a mi mamá
y quiero salirme ya,
ver cómo el mundo termina.
Desde esta tierna neblina
que  se pega a mi torrente
no puedo romper la fuente,
tengo que buscar recodos.
Juro mantener a todos
en concierto permanente.

Por Hilda A. Mas

Doña rana y don sapito
en el agua muy temprano.
Doña rana se ha bañado,
y en el charco que está helado,
don sapito la ha esperado. 


Mi perro zalamero

Ay, mi perro Caramelo
corre y corre callejero
con orejas terciopelo
y su rabo zalamero.

Por Hilda Alicia Mas

Piripantú era un duende que vivía en una ceiba que estaba en una de las orillas del río Arimao. Siempre jugaba con los rayos del sol entre las flores silvestres y terminaba sacudiendo los gajos de la mariposa para que las gotas de rocío cayeran sobre él como una refrescante lluvia. Se alimentaba de huevos de codorniz, zunzunes, gorriones y lagartijas.

Por Maité Diola Mirabal

No me gusta cuando abuela me manda a jugar para conversar con mamá y papá.
A veces me pongo a oír detrás de la puerta. Hablan muy alto, pero casi siempre es por lo mismo, bajo a jugar con mis amiguitas del barrio.

Cuando subí vi a papá con una maleta, a la abuela muy seria y a mamá llorando. Entonces pregunté qué significaba esa maleta. Nadie me respondió.

Después de echar la ropa, me pasó la mano por la cabeza, me dio un beso y se fue. Llorando corrí hacia donde estaba abuela y me senté en sus piernas.

 

Por Mariam Aguilar

No hace mucho tiempo de eso, fui a buscar el dientecito que se me había caído días antes y lo había puesto en una mesita dentro de mi cuarto. Y entonces, cuando lo fui a coger, ¡ya no estaba! Le dije a mi mamá que me ayudara a buscarlo, y mira que registró en todos los lugares, pero tampoco lo encontró.

  Parece que ese ratoncito de verdad existe. Porque… ¿quién si no él, se iba a llevar mi diente? ¡Eh, si es hasta de nuestra familia, por parte de madre!

Por Elizabeth Álvarez

Las estrellas nacieron en el firmamento para adornar las oscuras noches, cabalgar por el espacio y desplegar sus cabellos de plata. Todos menos una, que nunca tuvo brillo y sufría al ver la burla de sus hermanas.

—¿Qué haces tú, estrella sin luz? A ti nadie te ve en la tierra ni en el mar.

Y Estrellita a escondidas lloraba su amarga desventura.