Por Yohana Machado Rodríguez

El papá de Joaquín no lo quiere, al menos eso piensa él. Busca una explicación que adorne la realidad pero no lo logra. Su mamá trata de convencerlo de que está equivocado, que es muy injusto, que si su padre pasa todo el día para darle todo lo quele hace falta, que la vida está muy cara.

—A ver, ¿de quién fue la idea de la alcancía, quién te da el dinero para ella?

Es verdad que tiene una alcancía enorme y bien pesada. Su papá se la hizo cuando él estaba en sexto grado y ya está en noveno.

—Para que te compres lo que más deseas —le dijo y cada mes le daba dinero para que lo guardara.

Hoy precisamente Joaquín cumple quince años. Se levantó temprano, pero en la casa todo transcurre como de costumbre. La  madre le dio un beso y le dijo:

—Rompe la alcancía y compra lo que desees —y siguió en sus quehaceres.

Claro que iba a romper la alcancía, hacía mucho que esperaba ese momento. La golpeó contra el piso y los billetes se regaron por la habitación. Demoró en contarlos.

En la tarde, cuando el padre llegó del trabajo, Joaquín corrió a su encuentro.

—Ya sé lo que voy a comprar con este dinero.

Sin darle tiempo a reaccionar, lo puso en las manos de su papá mientras le decía con lágrimas en los ojos:

—¿Alcanza para comprar un abrazo?

Con este cuento la autora participó en el Encuentro Nacional de Talleres Literarios Infantiles, Ciego de Ávila, 2018. (N. del E.)