Por Bárbara Calderón
                                             soy yo
 y te pido por favor: no lo contestes,
 que se queden en ausencia las agrestes
 cortas sílabas distantes de un aló.
 Que mi amor despilfarrado renunció
 transformando mi palabra en un tabú,
 cual si fueran las agujas de un vudú
 enterradas en mi lengua. Y calla que,
 al llenarme de silencio, pensaré…
 si no suena mi teléfono: Eres tú.
 
											 
   
  
 
						













