Por Francesco Petrarca

VI

Tan descarriado está mi desvarío
detrás de la que en fuga se revela,
y de lazos de Amor ligera vuela,
delante del pausado correr mío;

que, cuanto más en adiestrar porfío,
menos presta oído y se cautela;
ni me valen con él brida y espuela,
que es natural de Amor tal terco brío.

Y así después que el freno a sí recoge,
yo quedo a su merced y en fiera culpa,
que mal que me pese, a muerte me transporta;

por ir solo al laurel, donde se coge
acerbo fruto, cual amarga pulpa
la herida aflige más que la conforta.

 

Por Rolando Revagliatti

 

1.- Rolando Revagliatti: ¿Cuál fue tu primer acto de “creación”, a qué edad, de qué se trataba?

David Antonio Sorbille: Mis primeros escritos son de la década del ’60; aquellos que dieron lugar a dos libros inéditos: Los prisioneros del prejuicio (relatos inspirados en mi lectura de Roberto Arlt) y El aprendiz de loco (poemas basados en los Salmos del Rey David, e influenciados por la obra de Vladimiro Maiakovski).

Por Erika Estrada

Fueron para mí tus brazos
De mi refugio antesala
Es estar en otra escala
Mirándome en tus ojazos.
Es extender esos lazos
Que nos mantienen unidos
Es escuchar tus latidos
Cuando me acurruco en ellos
El brillo de tus destellos
Que me roban los sentidos

Por Gustavo A. Bécquer

Yo no sé si esto es una historia que parece cuento o un cuento que parece historia; lo que puedo decir es que en su fondo hay una verdad, una verdad muy triste, de la que acaso yo seré uno de los últimos en aprovecharme, dadas mis condiciones de imaginación.

Otro, con esta idea, tal vez hubiera hecho un tomo de filosofía lacrimosa; yo he escrito esta leyenda que, a los que nada vean en su fondo, al menos podrá entretenerles un rato.

Por Roberto Bolaño


La forma en que se desarrolló mi amistad con Sensini sin duda se sale de lo corriente. En aquella época yo tenía veintitantos años y era más pobre que una rata. Vivía en las afueras de Girona, en una casa en ruinas que me habían dejado mi hermana y mi cuñado tras marcharse a México y acababa de perder un trabajo de vigilante nocturno en un camping de Barcelona, el cual había acentuado mi disposición a no dormir durante las noches.

Por Rolando Revagliatti

Carlos Dariel nació el 1ro. de agosto de 1956 en Buenos Aires, capital de la República Argentina, y reside en la ciudad de Haedo, provincia de Buenos Aires. Es Licenciado en Psicología, egresado de la Universidad Argentina John F. Kennedy. Ha coordinado talleres de escritura y ciclos de poesía,

 

Por Jorge Luis Borges

 

Nadie lo vio desembarcar en la unánime noche, nadie vio la canoa de bambú sumiéndose en el fango sagrado, pero a los pocos días nadie ignoraba que el hombre taciturno venía del Sur y que su patria era una de las infinitas aldeas que están aguas arriba, en el flanco violento de la montaña, donde el idioma zend no está contaminado de griego y donde es infrecuente la lepra. Lo cierto es que el hombre gris besó el fango, repechó la ribera sin apartar (probablemente, sin sentir) las cortaderas que le dilaceraban las carnes

Por Julio Cortázar

Había empezado a leer la novela unos días antes. La abandonó por negocios urgentes, volvió a abrirla cuando regresaba en tren a la finca; se dejaba interesar lentamente por la trama, por el dibujo de los personajes. Esa tarde, después de escribir una carta a su apoderado y discutir con el mayordomo una cuestión de aparcerías, volvió al libro en la tranquilidad del estudio que miraba hacia el parque de los robles. Arrellanado en su sillón favorito, de espaldas a la puerta que lo hubiera molestado como una irritante posibilidad de intrusiones, dejó que su mano izquierda acariciara una y otra vez el terciopelo verde y se puso a leer los últimos capítulos

Por Pablo Neruda

Para que tú me oigas
mis palabras
se adelgazan a veces
como las huellas de las gaviotas en las playas.

Collar, cascabel ebrio
para tus manos suaves como las uvas.

Y las miro lejanas mis palabras.
Más que mías son tuyas.
Van trepando en mi viejo dolor como las yedras.

 

Por Erika Estrada (Luna)

Será que es co-dependencia,
lo que me ata a tu vida?
Será la magia escondida
de amarte con insistencia,
será la maldita ciencia
que no explica la razón;
de amarte con gran pasión
y no tiene explicaciones,
que son grandes mis pasiones
de amarte con devoción.


Si no estás, te necesito...
vieras cuánto me haces falta,